DECISIONES

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La noche había sido intensa para Arthur. Varias horas después de que se había ido Alexander Fleming, Flint había regresado con otro hombre de estatura media, piel morena y una mirada bastante especulativa. Lo miro como si se tratase de un caballo. Le palpo los muslos, le agarro la entrepierna y le hizo abrir la boca para examinarle los diente.

-Pides demasiado – dijo el hombre
-Tú mismo has escuchado los comentarios Ralph – dijo ya un tanto desesperado, llevaba cerca de media hora intentado concretar ese negocio
-Seamos honestos Marcus, esta viejo y no destaca precisamente un por su belleza – dijo el hombre – cuando tengas… – fue interrumpido por un carraspeo – y además insolente. Cuando consigas… 

Arthur dio dos pasos hacia adelante, Marcus le ordeno que se detuviese, pero este lo ignoro y rodeo con sus brazos el cuello Ralph Mayer y lentamente acerco sus labios a los ajenos, depositando pequeños besos alrededor de su boca, sin permitirle a la contraria corresponderle. Bajo con los besos hasta su cuello volviendo, nuevamente hasta su oído para susurrarle:

-Le tengo una propuesta a la que no se podrá negar 
-Te escucho – dijo Mayer cerrando los ojos y con la voz ronca debido a la excitación
-Páguele a mi señor el veinticinco por ciento de lo que le pidió, – dijo besando nuevamente su cuello – si no le gusta…, fin del tema, pero si le gusta…
-¿Si me gusta qué? – susurro aun con los ojos cerrados intentando encontrar sus labios
-Le pagara a mi amo el triple de lo que le pidió – se giró y froto su trasero contra la entre pierna de Mayer - ¿acepta el reto? – se giró y abrazándose nuevamente al cuello de la visita, para besarlo de tal manera que Marcus se descubrió a si mismo con la boca abierta. Había llegado a pensar que perdería ese cliente, pero de pronto el mismo Arthur había salvado la situación. Y no solo eso, estaba completamente seguro que le había sacado una gran ventaja
-Aquí tienes lo que me pediste – Mayer le entrego una bolsita con dinero a Marcus –, te daré el resto luego. Vamos.
-Primer piso, segunda puerta, póngase cómodo – dijo Arthur y le dio un beso que lo dejo sin aliento a su cliente. Mayer subió con un paso aristocrático
-Eso fue… – dijo atónito Flint 
-Tengo otra propuesta para ti – dijo Arthur abrazándolo por la cintura y besándolo – consigue un collar de sumisión mientras tanto. 
-¿Quieres un collar? – dijo atónito
-Termino con lord Mayer y hablamos con más tranquilidad. Mientras asegúrate que Molly esté bien. Ya vuelvo – lo beso nuevamente antes de separarse y subió con paso seguro dejando a Marcus totalmente excitado

Tres horas después, Mayer bajo arreglándose la túnica, mientras sacaba una bolsita de cuero de su bolsillo

-Aquí está el resto – entregándole la bolsita a Marcus – ¿Existe alguna posibilidad que pase la noche en mi casa la próxima semana?
-Por supuesto Ralph, lo coordinamos – respondió Flint con una gran sonrisa
-¿Habría algún problema si le llega algún obsequio? – dijo su cliente
-En absoluto – contesto Flint ampliando aún más su sonrisa – pero no recibirá a nadie sin mi presencia 
-Lo comprendo. Te enviare luego los galeones. Resérvamelo – entro a la chimenea y desapareció
-¡Merlín! – susurro Marcus
-¿Dónde está Molly? – pregunto Arthur bajando envuelto en una bata
-Lo siento – dijo su yerno después de un suspiro – tomo algo llamado raticida, es…
-Veneno muggle para ratas – completo Arthur y respiro hondo – me duele – susurro sentándose en un sofá – yo en verdad la amo
-¿Estás bien? – dijo Marcus sentándose a su lado y haciéndole un gesto para que se sentara en sus piernas
-Yo la obligue a esto con mis decisiones – susurro moviéndose para sentarse a horcajadas en las piernas del más joven
-¿Qué decisiones exactamente? – pregunto Marcus besándole el cuello
-Quiero que me pongas un collar – dijo Arthur mirándolo fijamente – Marcus, hazme tu esclavo. Atenderé a todos los hombres que quieras, y obviamente… a ti
-¿A cambio de qué? – pregunto intrigado mientras le acariciaba los muslos
-Libera a Percy
-No. Él bebió la pócima de fertilidad y me dará hijos – sacándole la túnica
-Al menos trátalo bien. Percy tiene ideas muy rígidas sobre la homosexualidad y no le debe ser fácil todo esto – pidió acomodando su cabeza en el hombro de su nuevo dueño
-Lo pensare – dijo Marcus besándole el cuello –. ¿Qué hay de tus ideas?
-Hasta esa noche había estado cien por ciento de mi heterosexualidad – sintiendo como Flint le acariciaba la espalda –, sin embargo ahora…
-Hey, se puede decir que acabamos de hacer las pases, así que voy a ser honesto – fijo Marcus –, eres genial en esto, hasta podría decir que naciste para complacer a un hombre en la cama. Yo tome a Percy porque siempre me gusto, yo he amado desde siempre a tu hijo, pero si él no estuviera, si no hubiera esa oportunidad de que me dé un hijo, tú serias quien fuera de mi brazo
-Hoy no nos engañemos Marcus – interrumpió Arthur sonriendo –, yo jamás iré del brazo de ningún hombre. Y está bien. Mi función es otra mucha más placentera. Me gusta – dijo Arthur y ambos sonrieron ¬–. En resumen, deja de ser una bestia con mi hijo, y lo que él no te da, te lo daré yo multiplicado y mucho más – le susurró al oído besándole el cuello y el lóbulo de la oreja 
-¿Y dónde se haría? – pregunto cerrando los ojos
-Aquí. Tenemos la casa a nuestra entera disposición – lo miro sonriendo – ¿Qué dices?
-Convénceme

Arthur sonrió y se arrodillo entre las piernas de Marcus y bajo el cierre del pantalón del joven para besar la hombría de su amo con la gulosidad que el mortifago deseo que lo hiciera Percy

* * *

Días después de que Voldemort lo hubiese entregado al ministro House, Kingsley había intentado por todos los medios posibles contactarse con algún miembro de la orden, pero no había manera. Su vida se había convertido en una rutina constante. Esperar en una esquina cerca del callejón Diagon. Hasta el día en que vio un gato atigrado con marcas alrededor de los ojos. Cuando sus miradas se cruzaron, lo siguió varias cuadras a una distancia prudente. Se dirigieron a un parque y se internaron entre la arboleda. El gato se convirtió en una mujer alta, de cabello negro y ojos verdes, vestida con una túnica oscura

-¿Dónde te habías metido todo este tiempo? – pregunto Minerva McGonagall algo molesta.
-Ahora vivo en el mundo muggle – dijo este evitando mirarla a los ojos
-Pues es tiempo de volver, ¿No te parece?
-No puedo – susurro con la mirada perdida
-Vamos Kingsley – dijo la animaga –, eres el ministro de magia. Eres el…
-Era – interrumpió el moreno
-¿Cómo dices? – pregunto intrigado
-Era el ministro de magia. Ya no. – miro a la mujer – Él me tendió una trampa. Me atrapo, quebró mi varita y me trajo al mundo muggle
-Pues vuelve y punto – dijo McGonagall comenzando a exasperarse – ¡aun sin varita eres un mago!
-No estas escuchando – dijo el moreno alzando la voz –, bloqueo mi magia. Ahora soy un squib. Ni siquiera puedo entrar a nuestro mundo
-Por Merlín – susurro la bruja –. Eso es lo que planea.
-Esclavizara a todos los que en su momento se le opusieron y a los que no consigan amo los convertirá en squib 

McGonagall se cubre la boca con lagrimas en los ojos

¿Tú? ¡No puede ser!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora