CELOS Y CONFESIONES

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La vida en la mansión Riddel era toda una aventura. Tom jamás se imagino que intentando someter y humillar a su peor enemigo, él se convertiría en su juguete, porque eso era, un juguete, un títere en las manos del niño que venció, porque si tenia que ser honesto, Harry Potter lo dominaba completamente con sus piernas torneadas, su cintura bien definida y esa lengua que sabia hacer maravillas, pero que si se descuidaba podía ser más mortal que Nagini y un avada juntos. Harry y la familia que habían formado eran todo para él. Quien diría que haber hecho aquel Horrocruxe con la muerte de aquel sacristán en Albania semanas antes de la batalla en Hogwarts lo llevaría a conocer el amor. 

La llegada de Merope, su tercer bebé, a sus vidas había sido una gran alegría para la familia y sus más allegados, pero no queriendo que Harry se sobrecargue con la crianza de los niños, Tom era quién se levantaba por las noches si la niña despertaba. Esto le brindaba la ventaja de contemplar a cierto pelinegro dormir. A veces no soportaba la tentación y echaba un vistazo dentro de los sueños de su amante. 

Una de esas noches en la que intentaba no ceder ante la curiosidad, escucho claramente como de labios de la reina salía:

- Giny, mi amor, perdóname. Yo no quería qué murieras. Llévame, llévame contigo. Giny. Giny. Giny

Harry despertó y se sentó en la cama, lo primero que vio fueron dos esmeraldas clavados en él sobre una tés blanca. Distinguió claramente el dolor en ella y no necesito preguntar la razón. En ese momento Merope despertó nuevamente, y esta vez fue Harry quien la cargo para hacerla dormir nuevamente cantándole una suave nana. Al volver a la cama vio a Tom quien nuevamente había conciliado el sueño.

- Fingir que las cosas no ocurren, no hará que desaparezcan – dijo Harry con voz suave
- No sé a qué te refieres – dijo Tom sin abrir los ojos
- ¿Hablo en dormido? – Se sienta en la cama – solo esa sería la explicación de tu comportamiento
- ¿Qué comportamiento, Harry? – dijo el lord con voz cansina –. Mañana tengo una reunión con el primer ministro muggle y necesito estar descansado. Vamos a dormir
- Te pones así siempre que sueño con Giny – dijo Harry con voz baja – ¿Tienes celo de una muerta?
- ¿Y tú? ¿Aun la amas? – pregunto Tom con un siseo
- Si – dijo con voz firme después de pensarlo unos minutos – aun amo a Giny
- ¿Cómo…? – susurro el Lord sorprendido – yo controlo…
- Hace mucho no lo haces y ni tú mismo te diste cuenta – dijo Harry tomándole las manos – entre nosotros hay algo real, Tom. Nació el amor, pero ocupas solo el noventa y siete por ciento de mi corazón
- ¿noventa y siete por ciento? – dijo Tom con voz triste
- Deja algo para mis padrinos y mis amigos – protesto Harry sonriendo 
- ¿Y… nuestros hijos? – dijo Tom mirándolo
- Obviamente están incluidos en el noventa y siete por ciento – dijo topándole los labios con los suyos
- ¿En el otro tres por ciento esta ella? – susurro el Lord
- Si – dijo Harry bajando el rostro – y ahí se va quedar por siempre. Fue mi primer amor y eso es inolvidable. No se puede cambiar
- Como quisiera tenerte entero, los Slyffering no compartimos – protesto 
- ¿Tienes celos de tus hijos? – pregunto Harry sonriendo sorprendido
- No – dijo el Lord evitando mirarlo
- Tom – dijo el menor abrazándose a él – ellos son parte de este amor. No la competencia. En todo caso si llegasen a ser competencia seria la mía, por como los mimas. Si ese trio resulta revoltoso son tus genes, no los míos
- Claro, como no – dijo el Lord rodando los ojos 
- Si mal no recuerdo el que quiere dominar el mundo mágico eres tú, no yo – protesto Harry – por lo tanto lo revoltoso es de tu lado no del mío
- No sé si te suenan los merodeadores – dijo Tom mientras Harry empezaba a acariciarle el pecho
- No te atrevas a culpar a mis padres – dijo Harry mientras lo tiraba de espalda en la cama y sentándose en sus piernas –. Y por cierto, sueño con ver resurgir a los merodeadores en Hogwarts
- ¿Crees que el colegio sobreviva? – dijo el Lord mientras tanto su túnica como la de Harry desaparecía
- Por supuesto – dijo Harry cerrando los ojos al sentir como le acariciaban los muslos desnudos y abría las piernas para que Tom se acomode entre ellos – yo les voy a enseñar, además mis padrinos y Ron harán su parte, sin contar a… ¡Neville! – grito al sentir como los dedos entraban por su ano y lo excitaban como si fuera la primera vez
- ¿Gritaste el nombre de ese… en medio de un orgasmo? – siseo el Lord
- ¡Es tu culpa! – dijo Harry pasándose las manos por la cara
- Disculpa… – siseo nuevamente el Lord
- ¡Me hiciste llegar a un orgasmo en medio de una discusión! ¿Qué esperabas? – lo hizo girar y se sentó ahorcadas sobre él – pero yo sé cómo vengarme por eso
- ¿Desde cuándo los Gryffindors son vengativo? – dijo sintiendo el aliento del menor sobre su órgano viril, ya despierto. Se mordió el labio inferior con los ojos cerrados
- Si mal no recuerdo… desde este momento – susurro sobre el miembro, lanzándole un oleaje de placer a través de su cuerpo hasta su espina dorsal. Y sin más trago de una sola toda la torre de carne hasta la base haciéndolo lanzar un grito de placer mientras se le nublaba la vista, haciéndolo ver mil colores. Minutos después no pudo evitar descargarse en la boca del Gryffindord
- Merlín – susurro el rey del Mundo Mágico
- No grites – dijo Harry riendo aun con el órgano sexual entre su labios – despertarás a los niños y apenas empezamos
- Me vas a matar así – dijo mientras Harry le besaba el pecho
- ¿Sobreviviste a dos guerras mágicas y ahora no te crees capaz de aguantar una noche de amor con tu reina? – le susurro Harry al oído al Lord - ¿Cuándo te entro lo cobarde? ¿O ya estas viejo para esto?
- ¿Cobarde? ¿Viejo? – dijo el Lord intentando tener más contactos – Eres tú el insolente, y ven acá, que te voy a enseñar un par de cosas – gruño tomándolo de la cintura y haciéndolo girar para quedar sobre él – y por cierto, insonoricé el cuarto y la cuna de Merope, así que puedes gritar a gusto
- ¡Lo tenías todo preparado! – dijo sonriendo el niño que vivió 
- Por supuesto, soy un Slyffering – susurro mientras esparcía besos sobre el vientre plano de su amante – así que alista esa garganta… – termino mientras le acariciaba los muslos
- Eso sí que no, mi Lord – he impulsándose con los pies, Harry se giró quedando sobre este que no había mermado su lívido ni un milímetro – quien va alistar esa garganta es usted

¿Tú? ¡No puede ser!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora