RARO

1.3K 60 4
                                    

Su vida se había transformado de la noche a la mañana, literalmente. Ella que siempre había tenido claro todo, ahora vivía en la más grande de las incertidumbres. Y si eso no bastara, desafiando las leyes de la naturaleza, llevaba en su vientre el hijo de otra mujer. Acostada en la cama de su ama intentaba entenderlo todo, pero no había manera. Su mundo ya no tenia sentido. Todo era tan raro, tan diferente a lo que siempre había sido. Tenia que escapar. Tenia que encontrar la manera de salir de ese infierno y ponerse en contacto con Ron. Hacia unos días mientras Bellatrix dormía, ella había intentado salir de la casa porque se había dado cuenta de que era en esos momentos que era cuando tenía oportunidad de huir. El problema era que no sabía como había terminado tomando un baño de tina. A su ama no le molestaba que se tomara esas libertades, y por el contrario, la incitaba a hacerlo, pero a ella si le molestaba no poder irse teniendo oportunidad. Y lo peor de todo era que eso había ocurrido en varias ocasiones ya.

Ese día, Bellatrix había salido temprano diciendo que quizás no regresaría hasta en la noche, por lo que Hermione se sintió libre de inspeccionar la casa como no lo había hecho antes. Encontró una habitación donde se almacenaba cosas en desuso. Allí estaba el cuadro de Walburga, quien gritaba cada vez que la veía, sin embargo ahora su sonrisa le erizaba la piel a la joven castaña. Le pareció extraño y se acerco lentamente. 

- Buenos días señora Black – dijo la joven cautelosamente
- Así que tú eres la sangre sucia que calienta la cama de mi sobrina – dijo con arrogancia – Es para lo único que sirven ustedes. Que vergüenza que mi hijo Sirius sea el de ese profesor de Pociones, sangre inmunda también. Al menos es un slyffering
- Si no me quiere aquí, dígale a su sobrina que me eche y ya – dijo Hermione ilusionada con su libertad
- ¿Y perderme el espectáculo de ver como eres tratada? – dijo Walburga con burla – aunque creo que Bella es muy benévola contigo. Hasta ahora no te ha torturado
- ¿Y que cree que es esto? – dijo señalando su desnudes
- ¡Tu lugar! – concluyo Walburga.
- ¡Yo no soy una prostituta! – grito Hermione con lagrimas en los ojos
- Tienes razón – dijo una voz atrás suyo que logro que su piel se erizara por completo –. Las prostitutas son mujeres. Tú eres una muñequita, y como toda muñeca, - le acaricia el rostro – solo sirves para jugar – dijo bajando su mano mientras Hermione cerraba los ojos conteniendo las lagrimas
- ¿Y cómo piensas controlarla? – pregunto el retrato
- Para eso está el collar – respondió Bellatrix besando un mechón de pelo de su esclava 
- Aunque si me llevaras a la sala yo la podría controlar cuando tu no puedas verla – dijo sonriendo maliciosamente
- Me gusta tu idea – dijo la primer ministra – Miko – llamo en voz baja y apareció un elfo domestico
- ¿Llamo mi ama? – dijo el elfo haciendo una venia
- Lleva el retrato de la señora a la sala – ordeno la mortifaga y el elfo obedeció –. Ordenaré hacer otro retrato para mi oficina, así podrás visitarme cuando quieras – el retrato sonrió y el elfo se la llevo 
- Yo… creo que… – dijo Hermione dando un paso hacia atrás
- No tan rápido hermosa – susurro mirándola lascivamente de pies a cabeza –. Tengo una hora libre y la vamos a aprovechar
- No por favor – suplico la esclava sintiendo como su cintura era rodeada por los brazos de su ama y ambas se aparecieron en la recamara de la mortifaga, quien inmediatamente la acostó en su cama y subió sobre ella acariciándole los muslos y besándole los pechos
- Ya se están llenando de leche y poniéndose más sensibles – susurro acariciando la parte interna de sus muslos – ¿Qué otra parte tendrás sensible?
- Basta – suplico llorando. Entonces sintió los dedos intrusos profanando su intimidad, el collar ardió ligeramente alrededor de su cuello obligándola a mover las caderas y gemir bajo
- Ves que te gusta – dijo Bella penetrando con los dedos a la peli castaña – vamos, dilo 
- ¡NO! – grito Hermione con los ojos cerrados empezando a mover las caderas – ¡NO… QUIII… NO… QUIII… EEE… RRRROOO! ¡AHHHHH!
- No parece. Dilo – ordeno la mortifaga
- ¡Me gusta! – grito Hermione y una carcajada se escuchó en toda la casa

¿Tú? ¡No puede ser!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora