NEGOCIANDO CON LOS HERMANOS MARX

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Casi vomito del asco al ver la cara de satisfacción de Aro cuando Carlisle le transmitió nuestra decisión. No sé por qué fingía tanto, la verdad, sabía de sobra que no nos quedaba otra opción, pero el muy estúpido seguía esa farsa. En cambio, el senil de pelo canoso, Cayo, tenía una cara similar a la mía, sólo que pensando a la inversa, claro, y, bueno, esa momia adormilada de Marco mantenía ese semblante inapetente y cansado de siempre, creo que todo esto le daba exactamente igual. Parecían los hermanos Marx. Bueno, estaba claro quién representaba a quién, ¿no?

Volvíamos a estar en la misma habitación del principio, pero ahora estaban los tres Vulturis juntos, y se encontraban sentados en esas enormes sillas de madera maciza que trataban de imitar a tronos. Menudos idiotas.

Varick se situaba al lado de Aro, por detrás, para no taparle la visión hacia los otros dos vejestorios. En esta ocasión no llevaba su capucha puesta, así que por fin pude ver su cara. En fin, no distaba mucho de la del resto de chupasangres, para mí eran todos más o menos iguales. Esos repugnantes ojos rojos de rata, esa piel paliducha casi transparente y esa frialdad que desprenden casi todos los vampiros. Tenía el pelo muy corto, eso sí, y por lo rubio que era y su nombre, deduje que era alemán.

Mi mano no había soltado a la de Nessie desde que ella había llegado a este antro, y no pensaba soltarla jamás. No me fiaba de nadie allí dentro, no podía olvidar que la habían secuestrado una vez; diablos, a mí mismo me habían llevado a la fuerza hacía unas horas, incluso Ryam había sido atrapado, así que como para fiarse. Este sitio no me gustaba nada para ella, pero al menos estábamos juntos.

―Me alegro de que hayáis accedido a prestarnos ayuda, mi querido Carlisle ―dijo ese vejestorio chiflado de Aro, curvando su asqueroso y fino labio hacia arriba―. Os lo agradecemos, y os aseguramos que tendréis una justa recompensa.

El careto de Cayo seguía diciendo lo contrario.

―La única recompensa que buscamos es dar con Edward, Bella, Alice y Jasper para que regresen con nosotros a casa sanos y salvos ―declaró el doctor, con una tensión notable en el rostro―. Bueno, si es que es cierto que se encuentran con Vladimir y Stefan.

Eso, eso.

―No dudes de nosotros, amigo mío. Lo es.

―No es que dude de tu palabra, Aro, pero realmente me quedaría mucho más tranquilo si pudieses aportarme una prueba de ello ―soltó Carlisle, eso sí, con ese tono mesurado que solía usar siempre.

¡Ja! Eso había sido un puñetazo directo.

―Cómo, ¿acaso desconfías de nosotros? ―intervino Cayo, frunciendo esas tupidas cejas blancas con disgusto total.

―Nuestra relación se ha visto afectada por lo ocurrido hace dos años, Cayo ―alegó el doctor, ahora utilizando una voz un poco más tensa―. Como bien comprenderás, no puedo olvidar que una vez os llevasteis a Renesmee, eso fue un hecho muy grave, desde mi punto de vista.

Este Doc, siempre suavizando las cosas.

―Fue por su propio bien ―rebatió el viejo canoso, señalándome con la mano con desagrado―. Y la prueba de que eso era necesario, para que no se descarriase, es su matrimonio. Es un error claro.

―¿Todavía seguís con ese rollo? ―protesté enérgicamente.

―Casarme con Jacob ha sido lo mejor que he hecho en mi vida ―manifestó Nessie, muy molesta―. Yo le amo con toda mi alma, y él a mí.

Ambos apretamos nuestro amarre.

―Desde luego. Por favor, Cayo, ellos se aman, sólo hay que verles ―defendió Aro, juntando esas tísicas manos―. ¿Verdad que es cierto, Marco? ―le preguntó al adormilado, girando su cara seca hacia él.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 1° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora