La mano de Nessie se aferraba a mi pelaje con fuerza mientras esperábamos impacientemente a que esos cretinos de los Vulturis hicieran su pomposa aparición. Ya llevábamos cinco largos minutos esperando en esa pradera, la misma en la que nos habíamos encontrado al principio con Vladimir, Stefan y su ejército de chupasangres y gigantes. Pero, maldita sea, todavía no se veía nada de esas momias mohosas y su chusma.
Le eché un vistazo de reojo a Nessie, para ver cómo se encontraba. Estaba nerviosa, más bien algo ansiosa porque empezase esta batalle de una vez por todas, pero confiada. Sí, ella confiaba en mí al cien por cien, y eso se notaba.
Sin embargo, era inevitable. Mi mente volvió a pensar en esa orden que haría que ella se pusiese a salvo. Todavía no se había transformado, y yo me había desconectado de la manada, así que aproveché ese momento de soledad para fraguar la idea algo mejor.
Bueno, soledad era un decir, claro, cómo no…
―No lo hará ―cuchicheó Edward, que se encontraba justo a mi otro lado, en primera línea de playa.
Guay. Tenía que haber erigido mi círculo de luz brillante, para que no pudiera escanearme la sesera. Ni siquiera me había fijado en sus dichosas ondas.
Nessie y Bella, la cual también estaba junto a él, con su mano aferrada a la suya, le observaron durante un instante, aunque enseguida volvieron la vista al frente, escudriñando el horizonte. Debían de pensar que estábamos hablando de estrategias o algo así. Mejor.
Pienso ordenárselo, le recordé, por si no había radiografiado bien mi cerebro. Nessie no puede desobedecer mi voz de Alfa.
―Eso no será necesario. No llegaremos a ese extremo ―aseguró, hablando muy bajo.
Sí, vale, ya sé que todos confiáis en mí al cien por cien y bla, bla, bla, pero yo no las tengo todas conmigo, repliqué. Esa posibilidad existe, lo sabes, y no quiero pillarme los dedos si resulta que después llega ese extremo. Por eso tengo que planearlo bien.
Su boca se frunció, dándome la razón.
―Aunque eso saliera bien, ya sabes cómo terminaría eso, Jacob ―susurró, triste―. No lo superaría. Sabes tan bien como yo que terminaría…
Su voz se cortó cuando Nessie volvió la vista hacia nosotros, ya algo mosqueada. Mierda. No quería que se pispase de nada.
Maldita sea, Edward, ¿y qué quieres que haga? ¿Que la deje morir aquí?, sólo pensar en eso hizo que todo mi cuerpo temblase.
Nessie lo notó, claro.
―¿Qué pasa? ―me preguntó, mirándome con esos ojazos, preocupados.
Bella también giró su rostro para observarme con preocupación.
Nada, cielo, le calmé, y acaricié su cara con la mía. Luego, disimulé, dándole unos pequeños lametones en la mejilla para seguir hablando. No pienso permitirlo, afirmé, con determinación. Por supuesto sólo lo haré si la cosa se pone lo bastante fea como para que no salgamos de aquí con vida, no me separaré de ella jamás, si no es por algo así. No me importa el precio que yo tenga que pagar, pero ella tiene que vivir, dejé el rostro de Nessie y miré al frente.
Edward se quedó un momento en silencio, pensativo, mirándome por el rabillo del ojo.
―De acuerdo, te apoyo ―murmuró, finalmente, aunque con un timbre un tanto angustiado y de una resignación dolorosa.
Sí, ambos sabíamos que esto sería muy doloroso para Nessie, puede que nunca me perdonara que le hiciera algo así, que terminase odiándome por obligarla a dejarme aquí para que ella se salvase. Pero los dos sabíamos lo doloroso que sería esto para nosotros también. Yo tendría que dejarla marchar, tendría que separarla de mí, tendría que ser la última vez de mi vida que la viera, pero Edward tendría que ser partícipe de esta separación, él tendría que colaborar para despojarla de mí, y eso sería muy duro para él, porque Nessie tampoco se lo perdonaría, y Edward lo sabía. Sin embargo, sabía tan bien como yo que no nos quedaría más remedio que hacerlo así, si queríamos salvar la vida de Nessie. Eso era lo más importante.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 1° parte)
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