¿Cambiar de fase, o no cambiar de fase? ¿Aceptar un tratado, o no aceptar un tratado? ¡Arg, mierda! Mis sesos no hacían más que repetir estas estúpidas preguntas una y otra vez.
No, no, yo no quería tratados con esos fósiles decrépitos, maldita sea. Además, no lo entendía. ¿Primero querían aniquilarnos a todos y ahora se iban a conformar con un tratado? Esto era más que raro.
Sabía que Doc lo estaba haciendo con toda su buena intención, que seguramente era una última y desesperada salida a la vista, pero es que esto apestaba por todas partes.
Entonces, me quedé de piedra cuando me fijé en las almas colgantes de los gigantes. Todas ellas me estaban haciendo negaciones con sus cabezas etéreas, con unos rostros que seguían siendo desfigurados por ese profundo dolor y esa agonía que tenían que estar sintiendo. No me lo podía creer. Las almas de esos hombres y mujeres que seguían luchando por seguir en este mundo me estaban avisando de que no lo hiciera, de que no me transformase. Pero, ¿por qué? ¿Por qué me avisaban? ¿Acaso estaban de nuestra parte? Y si era así, ¿por qué lo estaban? ¿Es que creían que podíamos ayudarles?
Ese viejo chiflado seguía esperando mi respuesta, con un semblante serio y expectante, casi diría que exigente.
Miré a Edward por el rabillo del ojo y él correspondió mi mirada del mismo modo. No pudo decirme nada, claro, pero su cara lo decía todo. Y era un no rotundo. A Aro no podía verle la mente, por culpa de la dichosa escafandra de Varick, pero con la momia canosa y el adormilado era otro cantar. El dormido debía de tener la cabeza casi hueca, pero la mente de Cayo tenía que estar gritando lo que ese medallón iba a hacerme si yo cambiaba de fase y adoptaba mi vulnerable forma humana. Sí, claro, que iba a ser tan tonto como para caer en esa trampa. Ni hablar.
Estaba claro como el agua: estos no querían tratos.
Edward confirmó mis pensamientos con un ligero asentimiento de cabeza.
¿Vosotros qué decís?, les pregunté a mis hermanos de manada.
Yo digo que vayamos a por ellos ya, opinó Paul, hundiendo sus pezuñas en la tierra una y otra vez, con ansiedad.
Diablos, acabemos con ellos de una maldita vez, Jake, dijo Leah.
Tú eres mucho más poderoso que ese ridículo medallón, afirmó Seth, muy seguro.
Sí, tío, podemos ganarles, siguió Embry.
Las almas de esos gigantes te están avisando, por algo será, manifestó Isaac. Los espíritus nunca mienten.
¡Venga, vayamos a por esos vejestorios ya!, exclamó Quil, erizando la pelambrera de su lomo.
¡Estoy de acuerdo!, apoyó Cheran.
Yo me muero por luchar, declaró Shubael.
Estamos contigo a muerte, lo sabes, ratificó Sam, hablando con ese tono de honorabilidad suyo.
La agitación y excitación de mi manada se hizo más que evidente. Eso provocó que la guardia Vulturis ya se pusiese algo en alerta y que el semblante momificado de Aro se volviera más sobrio, así como el de la momia canosa.
¿Tú qué dices, Nessie?, le pregunté; su opinión era la que más me importaba.
Mi chica frunció los labios mientras observaba la situación.
Por una parte ese tratado estaría bien, quiero decir, que si ellos se comprometieran de verdad, si fueran de fiar, todo se solucionaría, habló finalmente. Pero tienes razón. El problema es que ellos no tienen pensado aceptar ningún tratado; y no son de fiar, las almas de esos gigantes ya lo dicen todo. Creo que aprovecharían esto para tenderte una trampa, Nessie giró su rostro hacia mí y me miró a los ojos con convicción. Hagas lo que hagas, yo te apoyo al cien por cien, lo sabes. Pero creo que debemos luchar. Sé que podemos ganarles. Como dijo Seth, tú eres más poderoso que ese medallón, eres el Gran Lobo, y confío plenamente en ti y en tu poder espiritual.
ESTÁS LEYENDO
JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 1° parte)
FanfictionEste libro está registrado en Save Creative para evitar posibles plagios. Todos los derechos están reservados a Tamara Gutiérrez Pardo, la mala utilización de los mismos por parte de otras personas podría ser objeto de sanción y/o delito. No. Regist...