Deshojar margaritas.

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¡Holiiis! Bueno, no me gusta dejar los comentarios al final del cap así que los dejo antes. 

El caso es que hay muchos lectores fantasma, es decir, que no votan ni comentan nah :') Y pues como persona humana quiero que se me reconozcan mis logros y buenos propósitos. Así que si leeis y os gusta, votad y comentar; y si no os gusta, votad y comentad. Bueno, creo que eso es todo, ahora, os dejo deleitaros de mis maravillosas palabras transformadas en historia.

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3. 

No cambiaría la cara de Ana por nada. De película total. Solo falta que se la salgan los ojos y vuelvan a entrar. 

Llamaron varias veces al timbre, pero nadie fue a abrir. Todos estaban demasiado ocupados mirándonos como si fueramos especies en peligro de extinción. Podría fotografiar todas y cada una de las caras de sorpresa presentes, reirme ahora, y dentro de cinco años también. Esto no tiene nombre. Seguían llamándo abajo. Y ya no pude más, me empecé a reir yo sola. 

–Que subreal todo, ¿no?– dijo David acercándose a la puerta para ir a abrir.– La vida sigue chicos, vosotros podéis.– les dió ánimos y salió.

Y todas las miradas se dirigieron a mí. Tuve que dejar de reirme, porque si no iba a ser bastante maleducado. Aunque ya podrían decir algo, lo que sea. Podrían venir y pegarme si eso. Pero acabar con esto. Porque realmente era muy incomodo. Ya no tenían tanta cara de sorpresa, pero se nota que estaban pensando en qué decir. Podría ser algo rápido, que son lo suficientemente inteligentes como para hablar solitos.

A María se le escapó una risita. Miró al suelo y luego a mí. Ahora todos la miraban a ella. Negó con la cabeza y se llevó las manos a las caderas. Miró a un lado y a otro, con mueca divertida. 

–¡Me pido madrina!– dijo mirándome sonriente. 

–¡Pues yo la llevo al altar!– dijo Ana enseguida.

–¡Pues me pido cura para verlo de cerca!– saltó Blas.

–¡Yo padrino!– dijo finalmente Carlos.

–¡Pues yo quiero helado!– dije alegremente.

–Oh no, eso si que no. No nos cambies de tema. Que como no sea tu madrina te decapito.– dijo María acercándose a mí.

–¡Que no me caso!– dije algo molesta.

–¿Quién se casa?– se escuchó la voz de Dani por el pasillo. 

Rodé los ojos y suspiré. Cuánto cotilla suelto. Cuánto.

–¡Carla!– dijo Ana feliz

–¡Qué no me caso joder!– intenté defenderme.

–¿Con quién?– continuó Dani, ignorandome como el resto de la humanidad en el planeta.

–¡Con David!– dijo esta vez Blas.

–Mira os voy a cojer uno por uno y os voy a ir despellejando vivos.– dije con toda la maldad que pudo salir de mi tono de voz.

–A David siempre le han gustado las chicas con carácter.– dijo Carlos rondeándome con su brazo. Le miré mal.– Sip, seré un padrino fabuloso.

–Venga va, me caso si me das mi móvil.– dije con una sonrisa extendiendo la mano.

–¿Quién quiere un móvil, cuándo tiene la posibilidad de casarse?– dijo él a lo poeta.

–¿Sabes que te caería bien?– pregunté mirándole. El negó con la cabeza, todavía feliz.– Un rayo. 

–Eso no es nada. Una vez María me habló seriamente de meterme en una silla eléctrica llena de clavos. No sé que tiene con las sillas y los clavos, pero cuando se mete en el papel de loca, la sale.– dijo el con el ceño fruncido.

Síndrome de Estocolmo {David (Auryn)}-EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora