"Bendito IKEA"

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–Enserio las palomitas frías son lo peor que puede existir en este mundo.– Me di la vuelta aun con mi muñeca entre la mano de David, abrí el microondas con una mano y saqué el paquete, el cual se calló al suelo porque me quemé la mano. 

–Tu tranquila, siguen calentitas.– Se acercó un poco más

–La verdad es que se me han caido porque estaban congeladas, yo creo que este microondas en vez de calentar enfría y...

No me dejó terminar la frase, me volvió a colocar en la posición inicial, frente a frente. Bueno, frente a barbilla. Levanté la vista hacia arriba y le di una sonrisa falsa y sarcástica. Se apegó más a mi. El corazón me empezó a latir muy deprisa, y no podía dejar de mirarle, cosa que no parecía molestarle mucho. 

-No sudes, no sudes- pero ya estaba sudando. 

-No tengo calor, no tengo calor- oh claro que lo tienes. 

-Inspira, espira, inspira, espira.- levanta la maldita cabeza y facilítale el trabajo

-Si agachas la cabeza caerás como una presa fácil- pero él se enternecerá, te levantará la barbilla y ¡PUM!

Peleas con mi subconsciente. Le odio.

Sacando fuerzas de no sé donde tranquilicé mi respiración. Le miré de lo más normal, como solía mirar al profesor que venía de intercambio desde Inglaterra. Ay no mierda ese era monísimo, David no es monísimo. David es... David, pero no es monísimo; lo mismo solo es mono, pero el "ísimo" es un grado bastante importante, no puedes decir guapísimo a un chico así como así. ¿Pero este no era solo "mono"? ¿Cuándo he llegado al "guapo"?

¿Y qué si lo es? No podía pasar nada, porque no. Porque no es normal. 

Me dió un tic en la pierna y empecé a dar pataditas al suelo muy rápidas y seguidas. Su cabeza -boca incluida- estaba a distancia peligrosa de la mía. Tengo que pensar en algo, pero para pensar se supone que tengo que mirar a algún sitio que me ayude, y él no me ayuda a escapar de su propio ser. Rocé con el pie la bolsa de palomitas caída. Y ahora mismo doy gracias a que soy de mente ágil, probablemente me arrepienta de hacerlo, pero hay que hacerlo.

Acerqué la bolsa para tenerla a una distancia perfecta y la pegué un pisotón. Se escuchó un estallido, y sin siquiera pasar un segundo empezaron a llover palomitas. Del estruendo David había saltado hacia atrás, y yo me sacudí como un perro al que acababan de bañar. Cogí alguna palomita que había caído en la encimera y me la llevé a la boca. Un soldado perdido, pero una batalla ganada. 

**__** 

–Me parece perfecto que seas muy torpe y que hayas hecho explotar la bolsa, pero no la pienso recojer.– Por el estallido, todos vieneron corriendo a la cocina, y la imagen del suelo lleno de palomitas no les hizo mucha gracia, Álvaro llevaba la palabra.– Así que tú eliges, con la escoba o con la mano.

–¡No es justo! ¡Ahora me quedo yo tentempié!– Dijo Ana poniendo los brazos en jaras y medio lloriqueando.

–¡Dejadme vivir!– Me abrí paso.– Son solo granos de maíz rebozados en grasas y mierdas que solo consiguen que te salgan granitos, así que os he hecho un gran favor.

Lo peor es que no me creo ni yo mis propias historias de cuando estoy nerviosa y quiero salir pitando de algún sitio. Debatiendo conmigo misma si debería haber hablado de los efectos secundarios de la mantequilla en la piel casi me tropiezo con el último escalón, y como no, todos se volvieron a mirarme. Puño cerrado, al corazón, a la boca y levantar los tres dedos del medio. Mi despedida victoriosa. 

Mataron a un hombre por hacer ese gesto pero bueno.

No quiero ir a la habitación, no quiero ir al baño, no quiero volver abajo, no sé que demonios hacer. Me quedo parada en medio del pasillo mirando hacia un lado y a otro, planteo la posibilidad de que alguien esté subiendo y me de tema de conversación, y parece que alguien sube pero no da el pisotón final para volver a andar con normalidad. Estoy ya medio loca. 

Decidí por fin entrar a mi habitación, aunque cuando entré me puse a debatir si en realidad era mía. Porque se supone que es la de David, él duerme en esta habitación. Y yo también. Es como si fueramos compañeros de piso, al que por desgracia se le ha roto la cama y tiene que ir a la de su compañera de piso. Pero ya. En las películas y en las series los compañeros de piso se acaban liando y eso. Y dejan la habitación restante para visitas, así que se hacen compañeros de cama. ¿Soy compañera de cama de David? No, no, no, no puede ser. Todas las noches en esta cama las he pasado durmiendo. A no ser que mientras dormía me drogaba o algo. ¿Y si me ha violado en contra de mi voluntad? ¿Y si retrocedió en el tiempo para así no dejar huellas de su delito? 

¿Por-qué-me-mareo-yo-sola? No sé, pero es una posibilidad.

¿Cómo voy a volver a mirarle a la cara? Lo que está claro es que no puedo volver a dormir en esta cama, si no me ha violado a mi se habrá violado él solo. Dios que asco. 

La puerta detrás de mi se abre y casi me da, porque me había quedado ahi parada mirando la cama de la discordia. ¿Era ya de noche? ¿Tocaba ya dormir? Ay no. 

–¿Has encontrado algún hilo suelto en las sábanas?– Dijo David poniendo su mano en mi hombro. No, no puedo dormir ahí.

–Le he cogido manía a la cama. Hoy me bajo abajo a dormir, ¿vale?.– Giré de golpe mientras lo decía, sonreí forzadamente e intenté abrir la puerta. Pero nooo, me tiene que tener agarrada siempre.

–¿Qué has cogido manía a la cama? ¿Muerde o algo?– Dijo él burlándose de mi.

–Para tu información, lo he descubierto todo.– A veces no sé por qué siquiera abro la boca.  – Y además, no entiendo por qué te molesta que me vaya, no sé si sabes que me gusta tener mi burbuja de espacio personal.

–¿Qué has descubierto?– Me miró con el ceño fruncido, buena pregunta, ya no sé ni lo que descubro. Intento poner cara de pensativa inteligente, aunque creo que más bien sale una mueca de orangután.– ¿Hay una puerta a Narnia o algo?

–No te hagas el gracioso.– Cara de asco.– ¿Acaso me tomas por tonta?– Cara de ofendida.– Para tu información no soy tan tontita como te hacen creer.– Cara de persona importante.– Y también para tu información...

–Para tu información deliras bastante.– Me cortó soltando una risita.– Mira, en esa cama lo único que se oculta la etiqueta del IKEA de la funda de las almohadas que se me olvidó cortar en su momento, y ahi siguen, a veces pica.– Se rascó el cuello, acordandose del picor.– Venga tranquila, te prometo que no escondo droga ni nada debajo del colchón, así que si es usted tan amable de cederme la almohada blandita, se lo agradecería mucho.– Hizo una reverencia ridícula y me empujó un poco hacia dentro, al quedarme quieta como una estatua casi nos caemos los dos.

–No.– Dije cortante

–¡Oh vamos! ¡Ni que te fuese a violar!

–¡Lo ves! ¡Lo has confesado! ¡Tu solito! ¿No sería la primera vez, no? ¡Si que tienes drogas aturdidoras debajo del colchón, las usaste para dejarme inconsciente! Ahora lo negarás claro, pero me niego a pasar una noche más aquí, así que, con sus debidos respetos. Adiós.– Me di la vuelta, bien, no me había cogido, estaba cerca de la puerta, muy cerca, y no me decía nada. Nada. ¿Es normal que no me diga ni que estoy loca después del numerito? 

Paro en seco, doy la vuelta y le veo ahi parado con cara de subnormal mirandome. Me acerco a él a paso rápido, pero me desvío, no sé que estoy haciendo. Engancho la almohada blandita y me la paso por debajo del brazo. Ahora si que iba a salir de la habitación, oh si. Lo tengo claro. Pero la cosa es andar, no quedarme quita.

Intento andar pero no puedo, habrá puesto un campo de fuerza para que no pueda volver a huir. Ah no, que él cogía la almohada por un extremo y yo por otro. Muy fuerte. Se me empezaron a qeudar los nudillos blancos de apretar.

–¿Insunuas que te he drogado para violarte?– Dió un tiró a la almohada para acercarme a él.

–No te hagas el inocente, si no es eso es algo parecido.– Otro tirón.

–¿Enserio crees que necesitaría droga para hacerlo?– Otro tirón, este más fuerte. Tanto que se llevó la almohada consigo y por la maldita ley de la gravedad me quedé cerca de él.– Creeme, no la necesitaría.

Y a mayor velocidad que la luz, con su mano derecha cogió mi cuello, con la izquierda la cintura y presionó su boca sobre la mía. 

Wow. Benditas sean las almohadas del IKEA. 

Síndrome de Estocolmo {David (Auryn)}-EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora