–Yo quiero un sandiwch de queso jo.– Protestó María a la hora del almuerzo
–¿Que parte de no-hay-queso es la que no entiendes?– Le replicó Carlos alzando un cuchillo de untar mantequilla.
Desde su "incidente" hace una semana en la habitación, no paraban de pelear, lo bueno es que Carlos se dejaba dar collejas cuando era necesario.
Y yo, me aburría como una ostra. El estar todo el día viendo la tele o mirando el techo acaba aburriendo, y si se junta con el calor infernal que solo se puede combatir con una coca cola con hielo, no es la cosa más agradable del mundo. Mi mayor hobie era entretenerme haciendo comidas que rara vez son comestibles, o contar cuantos azulejos hay en el baño.
Dentro de lo que cabe estoy bastante bien, es raro, porque se supone que la gente que está secuestrada no engorda, pero aqui todos parecen malditos cocineros, y nos les voy a dejar a los pobres con la duda de si está rico o no en la cabeza. Lo degusto todo.
Lo que más hecho de menos es mi móvil. Ahí tenía media vida. Pero nooo, me tengo que conformar con la tele en HD, 3D y no sé cuantas pulgadas que tengo delante. Quiero un ordenador, un móvil, un algo para entretenerme, me bastaría con un muñequito del Happy Meal del McDonals. Pero nooo, la última hamburguesa que patatas me pusieron.
–¿Hay algo de chocolate?.– Preguntó Ana entrando de un salto en la cocina
–¿Hay algo de helado?.– La seguí, poniendo pucheritos.
–¿Hay manera de que os calleis?.– Carlos nos apuntó con el cuchillo de la mantequilla.
–Mira rubio, deja de amenazar con el cuchillito porque le puedo sacar muchas ventajas en tu contra. Se han sacado ojos con cuchillos de mantequilla. Pero la maldición saldrá de tí si me traes queso.– Dijo María quitandole el cuchillo, y amenazando con cortarle el flequillo.
–¿Si te doy queso, dejas de ser tan... imbecil?.– Dijo Carlos encojiendose de hombros hacia María pensando las palabras.
–Retrasado.– Respondió ella, y se dió media vuelta.
**__**
–¿Como puede haber, tanta gente idiota en el mundo?.– María se tiró a mi cama cogiendo mi bol de palomitas de anoche. Me las trajo David después de no parar de quejarme por que no había helado, y sigue sin haber. –Es que, no es normal ya. Le odio.
–Te gusta.– Ana le quitó el bol de palomitas mientras se tiraba igual en la cama.
–Sí, siempre he sido amante del mundo animal.– se peleaban por el bol.
–Tu has sido siempre la casamentera de todos, date un respiro mujer.
–Cuaaanto retraso se acumula en esta casa.– María se tapó la cara con una almohada y se tumbó en la cama.– Anda monis, vete a freir esparragos que falta te hace.
–Veenga, ya pasó.–Intenté poner calma, pero ya se estaban dando golpes con las almohadas, Ana en el suelo a punto de recibir el bol en la cara. Lo cogió con ambas manos y me dió a mi en la rodilla.
Enganché a María para que la dejase en paz, mientras gritaba "¡SO' ZOORA!" y Ana respondía con "¡ACABARÁS SOLA Y CON GATOS!" y yo gritando incoherencias "EL PANDICORNIO SE HA HECHO PIS EN LA ALFOMBRAA!". Las dos dejaron de pelear, se miraron y se empezaron a reir, una por los suelos y otra tirandose a la cama nuevamente.
A veces pienso que soy la única medianamente normal aquí.
En cuanto se calmaron un poco, nos sentamos en la cama, suspiramos al unísono y nos quedamos en silencio.
ESTÁS LEYENDO
Síndrome de Estocolmo {David (Auryn)}-EDITANDO
Diversos"Se denomina Síndrome de Estocolmo a la relación entre un secuestrador y su secuestrado más alla de eso, como una relación de amistad, incluso más. Puede llegar a extremos altísimos, tanto como para defenderle delante de autoridades" Un trabajo par...