ᴄʜᴏϙᴜᴇ ᴅᴇ ᴍᴜɴᴅᴏs《ʀᴜɢɢᴀʀᴏʟ》(Terminada)

° (49) Encontrar a la chica de ojos verdes °

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Narra Karol

Aquel dolor en mi cabeza me hace marear.

¿Tomé el día de ayer?

Confusa empiezo a abrir los ojos de a poco, cuando quise tocarme la cabeza una cuerdas me lo impidieron, frunciendo mi ceño analizo la situación.

<< ¡Joder! Me secuestraron >>

Hago fuerza con las cuerdas para intentar escapar pero no sirve de nada, lo único que consigo es que me duela las muñecas. Decido dejar de insistir y pensar en otro plan.

El cuarto estaba oscuro, es más, si no fuera por aquella ventaja en la parte superior derecha de este lugar no sabría que es de día, aquel rayo de sol me lo confirma.

—Vaya, la niña despertó—una voz me hace sobresaltar, frunzo mi ceño al ver que solo estaba mirándome por la ventana de la puerta— abran—ordena la misma persona.

Escucho como esa puerta metálica la cual cuenta con más seguridad que mi propio departamento, esto me estaba empezando a dar miedo. Al ver como aquella rubia hace aparición con una sonrisa burlona sin tener una pizca de culpabilidad por lo que estaba haciendo, mi confusión se hace aún más grande.

—¿Qué-qué es esto?—cuestiono y al instante me siento una idiota.

—¿Acaso eres estúpida?—la muy cínica se ríe— estas... secuestrada—finge sorpresa.

—¿Te das cuenta en lo que te estas metiendo maldita loca?—escupo enojada.

Fue cuestión de segundos para sentir mi mejilla arder por la fuerte bofetada que me había dado, quería arrancarle esas extensiones que tenía.

—Aquí, la que manda soy yo reina, que no se te olvide—dice enojada cruzándose de brazos.

Me quedo callada, no estoy entendiendo el porque de sus acciones.

—Se siente tan satisfactorio verte así—comenta riéndose, ruedo los ojos.

Vuelve a tirarme otra bofetada.

—¡Que pares maldita loca!—chillo enojada sin poder controlarme más.

Ella viene para volver a golpearme, pero me hago bolita lo que ocasiona que me de un golpe en mi espalda, a pesar del dolor no doy mi brazo a torcer. Ella sigue golpeándome mientras gritaba su odio por mi.

—¿Qué estas haciendo Maricielo?—escucho una voz familiar y un poco de esperanza crece en mi.

Cuando la rubia deja de golpearme puedo observar como al darse media vuelta su mirada choca con aquella persona, la rubia se coloca rígida.

—Mamá—susurro mirándola.

Ella frunce su ceño.

—Que no soy tu mamá, maldita mocosa—suelta fría, noto como tiene un coso negro en el cual al lado de su cadera resalta una pistola.

Mi cerebro empieza a conectar cables y aquella pequeña esperanza desaparece al concluir que Isabel también estaba detrás de esto.

Mierda.

Mi garganta quema y quiero llorar.

—¿Por qué estas haciendo esto?—cuestiono tratando de sonar tranquila.

Veo como Isabel camina hacia mi, se coloca de cuclillas y me analiza, ríe y jalando mi cabello para que pueda verla responde.

—Tú mataste a mi hija, ahora te toca vivir un poco de lo que fue mi vida sin ella por tu maldita culpa, asesina—susurra en mi oído.