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Cuando las clases terminaron, pocos alumnos quedaban ya en la escuela. Steve esperó a que todos salieran, mientras él, recogía con lentitud sus cosas y las guardaba en su mochila. Su mente era un terrible caos, sin embargo, sus acciones eran totalmente automáticas, sin ser realmente consciente de ello. Se colgó su mochila al hombro y comenzó a caminar, su mirada en alto pero completamente ida.

La luz del sol lo cegó por un momento al salir de la construcción de ladrillo rojo que conformaba a la escuela. Parpadeó un par de veces acostumbrándose a la luminosidad, paseando su mirada por el espacio frente a él, hasta detenerse en el único auto que se hallaba estacionado.

Steve inhaló profundo y dejó escapar el aire con lentitud. Se dirigió hacia el auto y simplemente subió en el lado del copiloto sin ver a su chofer.

Tone observó a través de sus lentes oscuros, a un distraído Steve. Sus manos aferradas al volante, sudaban ante el nerviosismo que sentía por el silencio del otro. Bien, si él no quería hablar, ella no sería la que rompiera el mutismo de la situación.

Steve no puso demasiada atención al camino. Se dedicó a mirar ausente hacia afuera mientras la morena conducía en quien sabe qué dirección.

Anthonie miraba de soslayo al pequeño rubio

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Anthonie miraba de soslayo al pequeño rubio. Nunca había tenido esa sensación de inquietud en su cuerpo por saber qué pasaba por los pensamientos de alguien más que no fuera ella. Steve definitivamente ponía todo su ser de cabeza, era completamente impredecible en aspectos que ella no comprendía. Nadie le había rechazado un beso, nadie había rechazado su presencia, siempre obtenía lo que quería y sobre todo, los demás siempre esperaban obtener su atención; Era totalmente lo contrario con Rogers. Él le rechazó desde el primer momento que se vieron, intentaba alejarse de ella en vez de buscarle, jamás hacía algo de lo que ella dijera si eso era contrario a sus principios. Steve era la excepción a la regla.

El auto se detuvo frente a la majestuosa construcción que constituía la Mansión Stark. En ese momento, Steve miró por primera vez a la menor.

—¿Qué hacemos aquí? Creí que...

—Baja. —Fue lo único que dijo Stark, al tiempo que bajaba del auto y cerraba la puerta sin ninguna delicadeza.

Steve pensó que si maltrataba así su adorado Audi, era porque realmente estaba molesta. Suspiró por enésima vez en el día y siguió a la castaña hacia la puerta de la Mansión dónde Jarvis les esperaba.

—Señorita Stark. —Saludó el mayordomo recibiendo sólo un movimiento de cabeza de parte de la mencionada.

Steve miró la acción de Tone y simplemente le dedicó una mirada de disculpa a Jarvis.

—Señor Rogers. —Saludó Jarvis al rubio, sin perder su buen humor.

Steve supuso que el pobre hombre ya estaba más que acostumbrado a las excentricidades de la primogénita de los Stark.

Es Él (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora