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No sabía cuanto tiempo llevaba allí parado sosteniendo el pomo de la puerta del baño de hombres mientras seguía observando a la nueva CEO. El tiempo para él se detuvo en el momento que escuchó su nombre. Los aplausos y las demás personas habían desaparecido a su alrededor y de lo único que era consciente era de la presencia deslumbrante de ella; de su largo cabello cayendo como cascada sobre sus hombros, de sus enormes ojos que brillaban como nunca antes y de su amplia sonrisa con ese toque picaresco que Steve estuvo a punto de olvidar.

Su mente no daba crédito a lo que miraba. Ahora no podía hacerse a la idea de que después de ocho años, ella volvía a estar frente a él.

Sus pies comenzaron a moverse, primero un pie luego el otro, hasta que al final terminó en un medio trote. Lo último que miró fue aquellos ojos castaños clavándose en los suyos, antes de que él decidiera salir del lugar como alma que lleva el diablo.

***

Steve corría. Lo único que podía hacer era correr. Su pecho ardía como si el asma hubiera vuelto y sus piernas parecían querer fallarle a cada dos pasos que daba. No supo en qué momento las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, pero eso poco le importaba. No sabia como sentirse, había tantos sentimientos arremolinándose dentro de sí; ira, molestia, ansiedad, felicidad, frustración; Steve debía detenerse.

Sus pasos le llevaron a unas calles desconocidas, el bullicio del centro se había acabado y por lo que podía ver, estaba en un barrio de clase media donde se podía ver solo a unas cuantas personas pasando por las tiendas  o algún que otro chico a punto de cometer una travesura.

Steve se sentó en la banqueta de un pequeño restaurante familiar. Su respiración acompasandose paulatinamente conforme intentaba respirar.

Su mente era un caos. Había pasado años en la completa oscuridad sin saber si Tone se había ido a voluntad propia o si alguien le había secuestrado y hecho algo malo, o en el peor de los caso que ella hubiera...

No. Ya no tenia caso pensar nada de aquello. Estaba viva. Estaba viva y estaba de nuevo en Nueva York, pero Steve lo único que quería hacer era alejarse más y mas hasta desaparecer de la faz de la tierra.

Steve recordaba su angustia luego de perderla. Recordaba claramente el dolor en su pecho en aquellas noches solitarias durante las primeras semanas. Steve había quedado tan roto, que la incertidumbre ponía pensamientos bastante suicidas en su mente; sin embargo,  cuando la entrada de vuelta a la escuela  estaba cerca, Steve se auto-convenció que Tone estaba absolutamente bien y que volvería. Su esperanza fue tanta que pronto se vio cegado por ella, se estaba consumiendo por no aceptar que ella se hubiera ido; ¿y cómo hacerlo si antes de irse era mas que obvio que ella tenía intensiones de volver? Steve había vivido ese tiempo a la sombra de sus recuerdos.

***

Tone bajó discretamente del estrado, disculpándose lo mas cortés que podía. Sus ojos habían captado un destello de cabello rubio y de unos ojos azules que ni en miles de años seria capás de olvidar.

Sin quitar la mirada de la salida, intentó por todos los medios llegar hasta la puerta, pero las personas se empeñaban en saludarle y obstruirle el paso. Estaba a punto de perder la paciencia, cuando un brazo en su hombro le detuvo. Tone se giró, con eso comprobando que evidentemente Steve estuvo allí.

—Bucky. Le he visto.—Dijo ella con expresión neutra. La verdad era que estaba hecha un revoltijo de sentimientos que quería saltar del edificio mas alto.

—Lo sé.—Dijo él con tono comprensivo.

—¿Dónde está? —Cuestionó con su voz sonando un poco ansiosa. Carraspeó intentando disimular un poco.

Es Él (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora