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Lo ha dicho.
Lo ha dicho.
Lo ha dicho.
Todo es rostros de perplejidad, mi madre me dedica una mirada de tranquilidad, ella está conmigo, pero a mí padre se le nota el disgusto eminente. Phoebe a conseguido sorprenderme una vez más, la forma directa que ha tenido para revelar el embarazo me ha dejado como piedra.  Le escucho quejarse por algo, se gira hacia mí, el color ha abandonado su rostro y creo que es muestra de una baja de adrenalina, con tantos gritos e impulsos, puede que ahora se esté arrepintiendo. La preocupación en su rostro mi pone alerta, algo no va bien.

—Estoy sangrando. —Me susurra antes de tambalearse.

La sostengo entre mis brazos cuando va de picada al suelo, gritos ahogados, sonidos de sorpresas, murmullos a mi alrededor.

Sangrando.
¡Está sangrando!
Mi cuerpo se pone alerta, pero no puedo responder. Tiene un sangrado, el bebé, ella.  Entro en pánico rápidamente, esto no puede ser cierto. Siento mis ojos humedecerse. Mi vista viaja por toda la habitación, hay gestos de preocupación pero todos parecen haberse quedado estáticos, sin reacción.

—Mi amor. —Murmuro solo para ella.

La voz de la señor Grace hace qespabileile, con una serenidad impresionante se acerca, me mira.
—Paul, necesito que reacciones. —Presa del pánico no puedo hacer nada. —Hay que irnos a la clínica, el bebé... ¡Paul, alerta! —Deja ir su mano en mi mejilla, la tiene muy pesada. Exhalo como si me hubiese sacado de un trance. —Vamos.

— ¿Van a estar bien, verdad?

—No lo sé. —Con ella en brazos busco la salida. —Llamaré a la clínica para que tengan todo listo.

No me importa nada, ni nadie. Al menos que sean ellos. Phoebe se mantiene desmayada, muy helada, totalmente ausente. Escucho ecos de voces, pero no me interesan. Sawyer está listo con la puerta del auto abierta, por primera vez alcanzo a notar algo diferente en él, parece estar preocupado. Nos acomodamos en la parte de atrás del auto y en cuanto la señora Grace entra, y sin esperar a que cierre la puerta, el auto inicia su marcha. Ella alcanza a cerrarla cuando el auto pasa el umbral de la salida. De inmediato se pone a hacer lo suyo. Phoebe se mueve, al abrir los ojos parece desorientada, le acaricio el rostro. Nuestros ojos conectan, y al ver sus ojos empapados en lágrimas, no puedo evitar que se me escapen algunas.

—El bebé. —Me susurra con voz ahogada.

—Todo va a estar bien, amor. Tranquila. —Ella niega desesperada.

—Es mi culpa, yo fui. No debí ponerme así. —Se me encoje el corazón al verle mal.

—No pasa nada. No te alteres.

Mis palabras no funcionan. Llora, llora y llora. Está asustada, y yo también. Es un sangrado, no es bueno durante el embarazo. Uno su mano a la mía, tiembla, vuelve a llorar. ¿Y si perdemos al bebé?... ¡No! Mando a la mierda esa idea y la estrechó contra mi pecho. Todo tiene que estar bien. Al llegar a la clínica hay personas esperando afuera, una que se presenta como la ginecóloga Smith y la otra que surge como enfermera. Pronto abandonamos los pasillos y llegamos a un área de cuartos, donde insisten en no dejarme pasar, no voy a permitirlo. Basta una mirada de la señora Grace para que la enfermera deje de poner resistencia, me deja pasar con mal humor evidente.

LA CHICA DE UN ZIMMERMAN (TWO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora