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Hoy es un día importante.
Nada puede arruinarlo.
En unas horas tendré la presentación del libro, estos días han sido una completa locura, he hecho mi cuenta regresiva para llegar a estas instancias. Dormí por la tarde para descansar y estar a plena durante la actividad. ¿Qué si mis pies están hinchados? Claro que sí, ¿Qué si mi espalda reciente el peso de mi vientre? No hay que dudarlo, ¿Que si voy a vaciar mi vejiga cada corto tiempo? Por supuesto, ¿Que si estoy nerviosa? ¡Absolutamente!

Por enésima vez salgo del baño tras hacer pis, es una locura total. Cuando los siete meses están cumplidos, soy como un grifo abierto, consumo muchos líquidos, por lo cual, sirve de ayuda para que tenga la bendita necesidad en  tan corto tiempo. Picky se mueve con impaciencia, suele suceder cuando se acerca la hora de salida de Nancy, es como si fuese su hora de liberación, puesto que sigue sin caerle bien, la hipótesis de la convivencia de Paul cada vez la veo menos posible. Dejo la habitación para ir a la cocina, me dan las prisas y en cierto punto, también quiero que se vaya.

—Nancy, ¿Ya ha terminado? —Deja caer la taza del agua de Picky en el fregadero.

—No esperaba que salieras, me has asustado, Phoebe. —Así debe tener la consciencia. Me apoyo en el marco de la entrada. —Estaba rellenando la pana del perrito, igual y así consigo que se adecúe a mí, aunque él no pone de su parte.

—Es un perro, Nancy. Creo que no le agrada usted y ya. —Digo sin pensarlo, ella me mira con el ceño fruncido. —Esa taza la había dejado lavada Paul por la mañana, con agua nueva, y Picky no ha bebido de ella.

—Yo no sabía que estaba lavada, por eso he querido dejarla limpia. —Contesta de forma grosera. —Eso era lo último que tenía por hacer, me voy para que puedan liberar al animalito. Vuelvo por la mañana.

—Oye, Nancy, él se llama Picky, no animalito, ni perrito. Y cuando hice la observación de la taza, no fue con mala intención. Además, usted me ha hablado de una forma que no considero correcta. Si sintió mis palabras como regaño, lo siento.

—Lamento haberte hablado mal, ni siquiera me di cuenta que lo hice. Es solo que me abruma un poco saber que... Picky, permanece encerrado el día entero hasta que me voy. Pobre animalito.

—Sawyer lo lleva a pasear por las noches, no se preocupe por eso. Que llegue con bien a su casa, la esperamos mañana.

—Ah, claro. Buenas noches, y suerte con su presentación.

—Gracias, Nancy.

La observo andar hasta el ascensor privado, este se abre antes de que ella llegue, de él sale Sawyer, con un gesto de seriedad total en su rostro. Nancy desaparece en cuanto las puertas se cierran. Entonces Sawyer camina a paso rápido hacia mí.

—Buenas tardes, vengo por Picky para su paseo.

—Sawyer, ¿El peludo te ha contagiado su mal proceder con Nancy?

—No. Es cuestión de mantener mi lugar, Phoebe. —Uff, tremenda alegría, por fin me llama por mi nombre, he de aceptar que me duele que me digan señora, ¡Agh! —Casi lo olvido, hay unas visitas afuera, solo que han decidido subir por la escalera.

— ¿Quiénes? —Pregunto intrigada, justo antes de que el timbre suene. —Abre mientras voy por Picky, por favor.

Giro sobre mis talones y me dirijo a la habitación. En cuanto abro la puerta, me encuentro con él de frente, sabe que es su hora de salir, ni siquiera espera a que se lo diga, busca la salida y se va corriendo. Cierro para regresar y ver quién ha venido. Escucho los ladridos, pero son de esos que demuestran alegría. Al llegar a la sala, miro que está entretenido con un hombre, él juega entre sus piernas, a este yo lo he visto antes, pero ¿Dónde? Sawyer mueve su collar y muy obediente se va con él. ¿Qué hace un hombre en mi casa? ¿Quién es? ¿Qué quiere? Mis dudas se dispersan cuando la veo salir de la cocina. Sonrío.

LA CHICA DE UN ZIMMERMAN (TWO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora