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Otro día más.
Que terrible te ves, Phoebe.
Hay una imagen espantosa en el espejo del baño, mi cabello ha regresado a su color natural y apenas lo noto, tengo ojeras espantosas. Utilizo el corrector de ojeras para poderlo ocultarlas, no puedo salir con eso tan horrible a la calle. El maquillaje, mi fiel aliada estos días, termino de darle vida a mis ojos con un poco de máscara para pestañas.

—No ha quedado tan mal. —Digo cerrado la caja del maquillaje. Me pierdo en mi vestidor, buscando algo adecuado para ponerme. Elijo un traje completo azul, que lleva por dentro una bonita camisa color champán, esto merece unos hermosos tacones.

Al estar lista, me coloco un poco de perfume. «Creo que este es mi favorito, huele delicioso» Dejo el frasco sobre la cómoda, tenía que recordar eso justo ahora que no lo necesito, estoy tratando de sobrevivir al dolor y los recuerdos no ayudan en nada. «Me encanta tu compañía». ¡Jodida mierda! No es el momento para que Paul venga a mi cabeza. Escucho los toques en la puerta y doy permiso para que entren, le sonrío al increíble hombre que aparece apoyado en el umbral, reír para no llorar.

—Buenos días, Phoebe. Venía a verte antes de irme. Gail me dijo que pediste tomar el desayuno aquí, y por lo que veo apenas lo tocaste.

—No he amanecido demasiado hambrienta hoy. Y, buenos días papá.

—Como estos últimos días, quisiera que confiaras en mí y me dijeses que está pasando contigo. Te ves diferente, actúas diferente, no quieres comer, tienes la tristeza hospedada en tí y no sé qué hacer. No quiero que enfermes, mi madre te estará esperando en su consultorio a las nueve, un simple chequeo y ya.

—Cosas de mujeres, papá. Escribir mi segundo libro me está volviendo loca, debo entregarlo y aún no lo termino de editar, es eso. En cuanto me libere un poco de esto, estaré mejor. —Ahora debo creerme eso yo mismo. Pero no, tengo una tormenta que no para en mi interior. —Ayer lo dije, si tú estás más tranquilo conmigo yendo donde la abuela, lo haré. Pero que sepas algo, ella no va a remediar nada. —Concluyo con voz apagada.

Él se acerca para besar mi frente, me observa por un momento y se despide. Debo superar el dolor, sino acabará conmigo. Cojo mi bolso con el móvil y salgo en busca de Sawyer, que ya está de pié en la estancia. No tengo ánimos de manejar, así que le tiendo las llaves y sigo mi camino. Recuesto la cabeza en la ventana, las gotas empiezan a asomarse, el día está nublado y oscuro como mis ganas de vivir, pronto lloverá. En las calles se desplazan las personas, algunos solos, otros acompañados y muchos tantos siendo felices abrazados, mostrando su amor al mundo. No puedo con esto, me retiro y busco los audífonos para perderme en mi mundo.

Crashing, hit a wall
Right now I need a miracle
Hurry up now, I need a miracle
Stranded, reaching out
I call your name but you're not around
I say your name but you're not around.


Vaya, mi reproductor es un desgraciado, The Chainsmokers con Don't let me down. Suena en su máximo esplendor, soy consciente de lo mal que me hace, pero decido no quitarla, en su lugar cierro los ojos para empezar a tararearla: Te necesito, te necesito, te necesito ahora mismo, sí, te necesito ahora mismo... Sí, no me decepciones. Inconscientemente empiezo a llorar, apoyo los codos en las piernas y cubro mi rostro con las manos. ¿Quién me manda a escuchar canciones que no debo? Sawyer aprovecha que debe detenerse en el semáforo para ofrecerme su pañuelo, lo tomo y le agradezco el bonito gesto, que ha repetido algunas veces antes. Una hora, una hora más tarde bajo del auto para entrar al hospital, utilizo el ascensor para llegar al piso de la abuela Grace, pregunto por ella a su secretaria y me dice que está con un paciente. Me siento en el sillón para esperar, cierro los ojos para continuar hundiéndome en mi propia mierda. No espero demasiado, pronto escucho risas y una plática animada, cuando se va la persona que estaba atendiendo me indica con un gesto con la mano que puedo pasar.

LA CHICA DE UN ZIMMERMAN (TWO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora