-44-

7.7K 485 80
                                    


Espero que les guste el capítulo, besoooos.❤

Me entran los nervios.
No puede estar pasando esto, me niego a estar en trabajo de parto, no quiero.

—Llamaré a la doctora, cariño —dice mamá saliendo de la habitación.

¿Me quieren volver loca? No puedo parir a Rose, no ahora. Además, aún no está en tiempo, esto es dos semana menos de lo previsto. Me sostengo de la cama por miedo a resbalar en lo mojado, este pantalón me gusta mucho... Y ahora, está empapado. Miro a Paul, está sumido en su sueño, alejado de todo esto.

—Paul, abre los jodidos ojos. No me puedes dejar sola en esto, mira que tu hija insiste en ponernos en aprietos siempre —sostengo su mano. —Será mejor que despiertes, o te lo pierdes, y entonces voy a golpearte tan fuerte que no sabrás de donde vino.

Mis ojos van a la puerta, la doctora entra con una enfermera. Me mira como diciendo: Te dije que deseaba irme a casa para descansar. Ambas me sostienen para hacerme salir del rincón donde estaba, volteo hacia atrás con la esperanza de que al hombre se le ocurra dar la sorpresa, pero no, continúa en su mismo ser. Se arma el jaleo en la parte de afuera, los hombres parecen volverse locos cuando les mencionan la palabra "paritorio" los pone muy tontos. Al estar en la habitación, mi madre me ayuda a cambiarme y ponerme la bendita bata, que si no paro hoy, habremos hecho el bobo a lo bonito. La doctora Smith parece estar de lo más tranquila, mientras espera a que me acomode en la cama, para hacerme más ameno el momento, cuenta alguna anécdota de un parto donde le han tirado un pedo a la cara cuando estaba en pleno proceso de revisión, me hace reír pese a que yo no quiero, me niego. Es más, me declaro de mal humor.

—Aún quedan dos semanas para la fecha del parto previsto, puede que solo sea un susto, ¿Verdad? —Insisto en que yo no puedo parir ahora, no puedo. Me estoy muriendo de miedo porque sea tan adelantado, pero también me niego a que mi hija llegue al mundo sin que su padre lo presencie.

—Phoebe, ya has roto aguas. Esos son como... unas horas para que el alumbramiento se dé, olvida las semanas, porque es muy posible que esta noche tengas a la bebé en tus brazos. —Le hace una seña a su enfermera auxiliar y ella de inmediato se pone con la libreta. — ¿Has tenido contracciones seguidas últimamente? ¿La última hace cuánto fue?

—Si, pero creí que eran normales. Veinte minutos, creo, mi madre no tardó nada en aparecer después que me diera.

—Ujú, supongo que las has tenido el día entero. —Asiento. Ella se pone sus guantes. —Vamos a revisar qué tal va el asunto por aquí, por favor, abre las piernas. Y, cuidado con un pedo.

— ¿Puede dejar de hacerme reír? Estoy muy molesta, de verdad —ella parece divertirse, pero yo, además de estar enojada, no quiero que se me escape un gas, ¡Que vergüenza! Hago lo que ella me dice.

Aprieto las sabanas al sentir una nueva contracción, que me duele, ¡Joder! Siento sus dedos haciendo contacto. El dolor desaparece.

—Estás en tres centímetros de dilatación. Así que, Phoebe, las contracciones irán aumentando conforme pase el tiempo. El parto puede darse en un par de horas o un poco más que eso, eres madre primeriza y por lo normal, cuesta un poco más. —Se saca los guantes. —Vendré luego para hacer revisión, si crees poder, te recomiendo que camines por la habitación, ¿Gustarias un poco de helado? —niego con la cabeza. —Bien, aquí Imelda estará para tí cuando la necesites, yo regresaré luego.

Ella se marcha, yo trato que calmar mi mala leche. ¿Por qué actúa con tanta tranquilidad? ¡Que me desespero! Parece ser una burla hacia mí. Mi madre sale de la habitación para ir en busca de los otros que se han quedado en la sala de espera.

LA CHICA DE UN ZIMMERMAN (TWO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora