- Capítulo 25 -

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Amelia.

"¿Necesita ayuda?" pregunte, la mujer me observo de pie a cabeza, tenía el cabello un poco debajo de los hombro, tono castaño, tez blanca, ojos verdes, un hoyuelo del lado izquierdo y era alta se miraba en buena forma, me dio una sonrisa agradable "Gracias cielo, quizás me ayudas con esas dos bolsas" contesto, me agache a tomarlas espere introdujera un código en la puerta y la seguí, en el elevador todo fue en silencio; llegamos al piso doce y ella busco su puerta, entramos y la seguí para colocar las bolsas "Has sido muy amable querida" comento, le di una sonrisa y trate de girarme hacia la puerta pero su voz me detuvo "¿Te apetece algo de tomar? ¿Vives en este edificio?" pregunto, negué con la cabeza "Solo estaba de paso, iba a otro edificio que está a una cuadra de aquí, busco departamento nuevo y dijeron posiblemente podría conseguir financiado uno" dije, no sabía porque le daba tanta información a una extraña, se miraba mayor de cuarenta, yo con mis clientas no hablaba mucho y menos de mí, ni siquiera sabían mi nombre.

"En este edificio también algunos están libres, son parecido a este y es espacioso, deberías preguntar en recepción cuando bajes algún tipo de información, a menos que gustes yo puedo llamar y conseguírtela" su voz era tan suave "Gracias, pero es un edificio de lujo y no podría permitírmelo, seguramente los pagos serán elevados" comente, ella seguía mirándome y me hacía un poco incomoda "Bueno debo de irme, ha sido un gusto..." la mire fijamente "Helena es mi nombre ¿El tuyo es?" pregunto, pensé por un momento darle mi segundo nombre o mentirle, pero había algo en ella que no me lo permitió "Amelia, hasta la próxima" dije, me gire y cerré la puerta, sin más me dirigí al edificio que inicialmente iba, obtuve la información que necesitaba, realmente solo me frustre mucho, necesitaría un buen trabajo si quería el banco me hiciera el préstamo.

Podía pagar las mensualidades y tenía recogido dinero para el pago inicial, pero el banco no le daría un préstamo a una mesera y no podía tener buen argumento para la otra entrada de dinero que recibía, así que seguí con mi compañera mientras conseguía algo mejor, después de semanas difíciles conseguí de secretaria en una agencia de publicidad, mi jefa al parecer tenia gustos particulares porque durante toda la entrevista me comió con los ojos, pero tenía seguridad en mi misma y en lo que valía, la convencía y conseguí el trabajo. Renuncie en el bar ya que no podía seguir ahí, mis citas las dejaba para luego del trabajo y los fines de semana.

Algunas clientas lo entendieron otras no, pero a como unas se iban de alguna forma llegue a conocer otras, sexualmente me había convertido en una mujer de experiencia no era ya la niña que solo se quedaba esperando el placer, había comenzado a ser yo quien lograba proporcionárselo a otras; cada mujer era distinta así que debía aprender que hacer con cada una. Luego de varias semanas mi jefa no solo pagaba mi sueldo como secretaria se había vuelto una clienta más, mi instinto no me fallo y descubrí era lesbiana, lo cual me beneficio muchísimo ya que gracias a ella y sus contacto conseguí rápido el préstamo en el banco, ella había aumentado mi sueldo grandemente así evitar dos pagos por distintos servicio.

Después de trabajar dos meses ahí conseguí mudarme al departamento que había buscado antes, había logrado una estabilidad en mi vida; aprendía cosas nueva en la agencia y me gustaba mucho parecer una chica normal con un trabajo normal también, aunque de noche y fines de semana fuera con mi cuerpo que conseguía el dinero y más cada vez, uno de esos días note necesitaba cosas o moriría de hambre un día, así que me fui al supermercado más cercano para conseguir unas cosas, mientras tomaba algo solo escuche el choque de los carritos, mejor dicho alguien choco el que traía yo, al girarme a ver que paso reconocí aquella mujer "Lo siento, yo no... ¡Oh Amelia! No había notado eras tú, lo siento venia distraída" dijo, yo le sonreí y trate de calmarle "Descuide suele pasar, es bueno verle de nuevo".

Ella ladeo la cabeza dándome una sonrisa "No me hables de usted, puedes tutearme me haces sentir aún más vieja" dijo, me reí un poco y asentí "¿Conseguiste el departamento?" pregunta "Si, a una cuadra de tu edificio" conteste "Enhorabuena cielo, así que somos vecinas; deberíamos de quedar a comer algo pronto" sugirió, le sonreí y le dije que quizás podríamos un día, me despedí y seguimos comprando, la note en otra de las cajas pagando, cuando salía del supermercado comencé a caminar a casa, una camioneta se parqueo al lado de la acera en la que iba "¡Amelia! Sube te llevo a casa, no estamos lejos pero puedes evitarte la caminada, seguro las cosas pesan" su argumento era bastante cierto, un poco pesadas si estaban; me le quede mirando y le diría que no, pero al final subí, me dejo en la entrada del edificio y me entrego un papel con su número, cualquier cosa podía llamarla.

Mi Vida Entre Tus Piernas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora