- Capítulo 9 -

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Los días transcurrieron como un sueño, aquella tarde ella sin más se fue; pero esa misma noche el de seguridad me había llamado y dicho la misma chica rubia estaba de regreso, no me lo creía la verdad; le dije le ayudara con el código pero que subiera sola, como una idiota bajé corriendo las escaleras, al llegar frente al elevador unos segundos después se abrió, realmente había regresado; camino hacia mí y me beso, fue un momento que realmente no creía estar viviendo. No quiero que esta semana termine, porque hemos pasado aquí todo el tiempo, siento que al salir de esta pequeña rutina, la burbuja se romperá y todo volverá a lo mismo.

Como personas normales hemos pasado almuerzos y cenas juntas, tiempo en la piscina, tiempo para una película y tiempo para intimidad, Amelia volvió a mí con solo una bolsa, así que gran parte del día camina por casa con mi ropa, me hace sentir de una forma que no puedo ni explicar; verla así y pensar realmente todo esto ocurre y que quiero esto para toda mi vida. Hoy mientras estábamos acostadas le pregunté si no tenía que volver a su apartamento "No" me dijo "Oficialmente se supone estoy en LA".

"Pero no has..." ni había llamado por teléfono, ni había salido de mi casa en ningún momento "No hacía falta que se lo dijera a nadie, ya estaba medio programado, solo se adelantó unos dos días de la fecha exacta" me observó con una mirada pícara "Antes que me tendieras una emboscada". Me avergoncé al recordarlo y me puse roja, ella me dio un beso en los labios, con toda confianza y me miró directamente a los ojos "Lo cual te agradezco muchísimo" esa gratitud, no era precisamente lo que yo buscaba, sin necesidad de que yo la animara, hizo otro comentario gracioso "Y por lo que veo, no necesitaba traer ropa realmente" dijo, y ella tenía razón; nos pasábamos prácticamente el tiempo en la cama, el poco tiempo vestidas era al comer algo, me estremecía de placer al pensar todo lo que hemos hecho "Es una pena que mañana deba volver al trabajo" dije.

"Yo también debo volver al trabajo" dijo, sin mala intención la verdad; aun así me sentí como si recibiera un puñetazo, durante todo este tiempo conmigo, yo no había pensado ni una sola vez en ese tema. "¿Tienes que ir a trabajar?" pregunté, me miró con el ceño fruncido "Pues claro, a mí también se me han acabado las vacaciones" me ha pillado por sorpresa, pero claro ella tenía su profesión y yo la mía, y ambas nos habíamos tomado este tiempo para estar juntas.

"No pongas esa cara triste" me dijo en tono cariñoso "Tienes las tardes libres y yo por lo general también" dijo, justo lo que yo pensaba, su especialidad es el amor matinal, hice un esfuerzo para recobrar la compostura; sabía que tarde o temprano sucedería, la culpa era mía por querer pretender esto sería eterno "Claro" dije, aunque a regañadientes "Podemos vernos por las tardes".

Se acercó a mí y me dedico una mirada muy tierna, sus hermosos ojos le brillaban, tenía una sonrisa que sus hoyuelos se notaban tanto "Pero si acabamos de..." dije, aunque me estaba entrando mucho calor por la forma en que me miraba "Sí" dijo, junto a mi boca "Pero tengo que recuperar dos años de mi vida" me eche a reír, pues aún me costaba creerlo, sus besos eran demasiado buenos; ella se inclinó sobre mí, apoyo suavemente su mano en mi rostro y me besó con toda la ternura del mundo. Sus besos eran absolutamente maravillosos, pero no me parecía que se tratara de una formación profesional, más bien era como un don que tenía, pues esas cosas no se aprenden.

"Me encanta cuando me besas así" dije, aprovechaba un momento en que ella se apartó un poco "A veces, quisiera que el momento durara eternamente, nunca he sido una entusiasta de los besos, pero gracias a ti me he vuelto auténtica adicta" esa clase de cumplidos siempre la ponían un poco nerviosa, el comentario que acabo de hacerle no fue una excepción "Si eso es lo que quieres, sólo nos besamos, sin hacer nada más" dijo.

La idea no le parecía precisamente atractiva, pero estaba dispuesta a llevarla a cabo, tendré que medir un poco mis palabras al parecer, pues siento que cada vez que yo exprese un sentimiento sincero, ella se apresurara a satisfacerlo; pero decidí tomarle el pelo un poco "Sí" acepté "Me parece una buena idea". Parecía un poco decepcionada, pero como siempre, apartó sus propios deseos a un lado "De acuerdo" dijo, le dedique un inocente pestañeo "¿Puedo elegir yo el sitio?" pregunté, transcurrieron unos instantes antes de que captara la broma "¡Zorra mentirosa!" gruño.

Mi Vida Entre Tus Piernas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora