capítulo 1

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- Ni se te ocurra imbécil - decía entre sollozos. Mis ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar, pero no entendía, ninguno de los que estaba ahí entendía.

- Tranquila, tú sabes que la pasamos bien, relájate nena - decía él mientras acercaba su mano en mi cara y la acariciaba con maldad - está vez nos vamos cuidar, ¿ves cuánto te queremos? - mientras sacaba un preservativo o al menos eso supuse.

Ya no sabía qué hacer, me rendí. Siempre era lo mismo, un cuarto oscuro y 4 hombres a los cuales nunca les vi la cara, todos me tocaban a la par y hacían lo que querían conmigo.

- Así es, este es mi querido orfanato - pensaba mientras me follaban y hacían cuanta cosa querían conmigo, mis ojos ya no soltaban lágrimas, ya no tenía más para botar. Mi mente estaba vacía y era un juguete sexual, ¿Qué más podía hacer? Acá esto era pan de cada día, pero aún así sobrevivimos.

Desperté en mi cama como siempre, estaba cansada y no podía moverme.

- Te llevaron no es así? - dijo Alía con lágrimas en sus ojos, solo asentí y cerré mis ojos - No lo hagas, sabes que si no te mueves harán que te muevas de alguna manera, vamos a darnos una ducha.

Alía me ayudó y llegamos a las duchas, camine unos metros más para ir hacia el espejo, comencé a desvestirme y manchones morados se asomaban por debajo de mi ropa, alía me miró, tomo mi mano y me llevo lejos del espejo.

- No lo hagas, no te tortures - decía mientras hacía correr la ducha de agua fría y me empujaba con delicadeza hacia adentro. Siempre hacemos lo mismo la una a la otra luego de "la noche feliz", como lo llamaban quienes nos dejaban ahí con esos hombres.

- Lo siento, sabes que a medio día siempre las cosas mejoran - dije dibujando una sonrisa falsa en mi rostro.

A medio día nos dejaban libres, podíamos hacer lo que queramos hasta las 6 de la tarde, claro que no podíamos hacer mucho encerradas en esta porquería de orfanato. No teníamos comunicación, por ende sabían que no diríamos nada y cuando venían a inspeccionar nadie se atrevía a abrir la boca, pues la noche feliz se transformaría en 2 días felices y nadie quería eso.

- Hey, mira - dice alía señalando a lo alto de la torre de control - se están durmiendo, son estúpidos o qué?.

- Definitivamente son estúpidos - reímos - nos fugamos? - puse cara de maldad.

- Ya tenemos 18 años y ellos deberían dejarnos ir de acá y por supuesto no lo harán, les servimos como mercancía.

- Me cansé de estar acá, tenemos que intentarlo - dije mientras la tome del brazo y la lleve a una esquina, no quería que nadie más nos escuchara hablar de esto porque habían dos opciones, o nos delataban o nos seguían y yo no quería más compañía.

- Está bien, pero no puede ser ahora, no podemos ser tan estúpidas e irnos sin tener un plan.

Pasamos la noche entera planeando como irnos, de todas maneras no había mucha vigilancia, nadie había intentado escapar por miedo. Cuerdas, elementos corto punzantes robados de la enfermería que por cierto únicamente se ocupaba de sanar las heridas que eran hechas por estos idiotas o practicar abortos a quienes quedaban embarazadas, bolsas negras para tapar las cámaras, gas pimienta fabricado por nosotras y las mochilas con lo poco que teniamos.

Pasamos el día siguiente haciendo las cosas que siempre solíamos hacer, sin levantar sospecha y esperando a que los guardias se quedarán dormidos.

- __________ nos largamos ahora de esta mierda - susurro en mi oído mientras tiraba las mochilas por debajo de la mesa sin que nadie lo notase.

- Espera, qué?! - estaba asustada, eran las 9 de la noche y nosotras planeábamos escabullirnos a las 10 cuando ya todas las demás estuviesen durmiendo. Alía se sentó frente a mi y fingimos reírnos mientras me decía que había cortado los circuitos de la luz y todo iba a quedar en completa oscuridad en 5 minutos, eso quiere decir que ni siquiera los paneles de electricidad iban a servir.

- Dios mío, te amo, eres una maldita genia - me dirigía a abrazarla, pero se apagaron las luces.

Me tomó de la mano y cargamos nuestras mochilas. Caminamos sin ver nada, pero sabíamos perfectamente el camino hacia la muralla principal, solo suplicaba dentro mío que las luces no se encendieran. Esta idea tan arriesgada y repentina de Alía había surgido al ver que las cajas de electricidad estaban sin candado.

- Toma - digo pasándole una cuerda a Alía - arriba hay púas, se va a quedar enganchada, debemos hacerlo ahora y rápido - sonaba un tanto desesperada, pero no podía actuar de otra forma.

Alía tomo la cuerda y la lanzó, comenzamos a subir y unas linternas alumbraban de a poco hacia donde estábamos.

Mierda - susurré - Alía debes apurarte, están por encontrarnos.

Alía salto fuera de la muralla, oí como sus pies pegaban junto al suelo, en ese momento agarré firmemente la cuerda y subí lo más rápido que pude, con la desesperación ni siquiera lo pensé y me afirme del alambre de púas, mordí un pañuelo que llevaba colgando del cuello para evitar gritar, como pude saqué mis manos y salte hacia el otro lado.

- Lo hicimos ________, lo hicimos! - dijo mientras me fundía en un abrazo.

Salimos corriendo sin rumbo aparente, hicimos dedo en la carretera para ver si alguien nos llevaba a algún lugar, cualquier lugar era mejor que este. Freno un camión y dijo que se dirigía hacia el centro, nos subimos, vendé mi mano con un pedazo de tela que tenía en la mochila y caímos en un sueño profundo. Al parecer el orfanato quedaba bastante lejos del centro de londres.

Cuando llegamos, bajamos y agradecimos, Londres era precioso, jamás imaginé que podría ser así. Alía no dejaba de observar las luces de los locales que iluminaban la madrugada, no sabíamos que haríamos ni de dónde sacaríamos dinero, pero estábamos contentas, estábamos lejos del orfanato y eso nos hacía feliz.

4 semana después

Dormimos 4 días en la calle, pasamos frío y hambre, pero afortunadamente conocimos a Mary. Mary era dueña de una tienda de ropa, siempre pasaba a nuestro lado y un día decidió hablarnos y pregúntanos por qué estábamos ahí siendo tan jóvenes, le contamos parte de nuestra vida y nos ofreció trabajo y un dormitorio mientras reuníamos dinero para irnos a alguna parte.

Mary se había transformado casi como en nuestra madre, pero debíamos dejarla, ella tenía familia y nosotras el dinero suficiente para comenzar nuestra nueva vida, nos veríamos en el trabajo, ella no dejaría de ser nuestra jefa y eso nos alegraba, pero debíamos irnos de su casa y eso hicimos, ahora estamos arrendando un departamento en el centro de londres y nos ha ido bastante bien en el trabajo.

- Atrapala - gritó Alía desde el sillón mientras lanzaba un papel arrugado.

- Auch, me llegó en el ojo tarada - hice un gesto burlón - ¿Qué es esto?.

- Pues te estoy bombardeando, defiendete cobarde - dijo mientras reía - ábrelo.

Lo abrí y era un flyer, este decía que se haría una exposición de libros de ciencia ficción, mis favoritos por cierto.

- Es una broma, necesito estar ahí. Me acompañas? - estire mi mano en señal de acompañamiento.

- Aburridoooo - dijo bostezando - que te haya bombardeado con la bola del aburrimiento no significa que quiera ser parte de tu aventura - me tiro un beso burlón.

- Entonces voy sola - tome mi bolsito, le estire la lengua y cerré la puerta. A Alía no le gustaba leer mucho, más bien no le gustaba leer, no la comprendo, polos opuestos se atraen dicen por ahí, supongo que por eso es mi mejor amiga.

Llegué a la dirección señalada en el flyer y estaba lleno de libros, dios mío parecía el paraíso, ojalá pudiese comprarme todos estos libros, me sentía como Bella en la biblioteca de Bestia.

- Robarse un libro no debería ser delito - susurré para mí misma mientras recorría los estantes llenos de estos.

- No, no debería - dijo un chico a mis espaldas susurrando en mi oído. Me causo escalofríos, pegue un salto y le di una cachetada de forma inconsciente.


Hola, esta es la primera historia que escribo, espero de todo corasaund que les guste y si tienen alguna acotación para darme sería genial, gracias 💕

Moonse🌜

Llévame al olvido ~ (Thomas Sangster y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora