capítulo 13

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Llevo todo el día tirada en mi cama, en cualquier momento me adhiero a ésta. No tengo depresión ni nada por el estilo, solo no quiero levantarme. Thomas desapareció, el loco de su padre quedó prácticamente libre, tengo un acosador, Alía me trata como si estuviese enferma y Dylan ya no es el mismo.

Me levanté y fui a la sala.

- Alía, no estoy enferma - me dirigí hacia ella cuando vi que se paró apenas me vió - necesito que te vuelvas a comportar como siempre, siento que todos cambiaron, Dylan ya ni siquiera hace las estupideces de siempre.

- ¿Salgamos? - respondió

- Tampoco para tanto - reí

- Tú dijiste que me comportara como siempre - levantó sus cejas - salgamos, vamos a Floripa, me dijeron que era un buen bar. Hasta tiene temática tropical y todo, quizás unos cocos te harían bien o no, mejor de cocos ni hablar.

Ahí estaba, la Alía sin cesura.

- No, creo que no es buena idea - arrugué mi nariz.

- No te la puedes pasar echada en tu cama hasta que Thomas aparezca mágicamente.

- ¿Quién dijo que estoy así por ese idiota? Me vale verga si quiere volver o no - sabía que Alía no dejaría de insistir - sabes qué, hagámoslo. A la mierda todo.

Alía sonrió con maldad y yo estoy dispuesta a dejarme llevar por su locura.

- Vamos a ver de qué estás hecha perra - Dijo Alía mientras tomó mi brazo y me jalaba a la entrada del bar.

No sé que estoy haciendo acá, aveces suelo ser impulsiva y luego cuando ya es tarde me doi cuenta que la cagué. Este bar era muy original, realmente era como Alía lo describió, tiene un ambiente muy tropical, palmeras y flores donde sea que mires.

- Me da uno de esos - dije señalando un trago azul que bebía una chica un poco más allá.

- ¿No quiere saber lo que es? - preguntó el barman.

- Se lo dices luego - le dijo Alía - cuando ya esté bien borracha y que sean dos por favor.

El chico sonrió y asintió, muy guapo por cierto. Luego de unos minutos viendo como el chico de cabello castaño preparaba los tragos, batiendo una botella y luego otra, se acercó y los dejó encima de la barra.

Tomé el primer sorbo y me arrugué completa, no estaba tan rico como se veía.

- Luego del tercero ya no sentirás el sabor - dijo Alía mientras veía mi cara en cada sorbo.

- Solo tomaré este - levanté la copa en señal de salud y la bebí hasta el fondo - sabes qué, dame otro.

Gran error, pero ya lo había pedido, no lo voy a desperdiciar. De repente sentí la mano de mi rubia preferida llevándome a la pista de baile y fue ahí cuando me sentí realmente mareada. Estuve tanto rato sentada que los efectos del alcohol vinieron al momento de levantarme del asiento.

- Alía no puedo mantenerme derecha - le grité para que pudiese escucharme.

- Que bueno - me gritó y ahí me di cuenta que ni siquiera había escuchado.

Comenzamos a saltar y a gritar, del techo comenzaron a caer unas gotas y cuando saque mi lengua pude saborear el ron. Los niveles de alcohol en mi cuerpo eran tantos que ni siquiera el ron podía quemar mi garganta. La música estaba cada vez más fuerte, me subí a una mesa y todos gritaban para que siguiera bailando, pero de un momento a otro tuve que alejarme, si seguía un segundo más ahí le vomitaba a todos encima.

Llévame al olvido ~ (Thomas Sangster y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora