Cuando Sehun finalmente se convierte en el Rey, no esperaba serle fiel ni a su nación ni a su esposo.
Pero un simple engaño puede traer toda la destrucción y caos que nadie desea, mucho menos si eres el Rey y el que te está enterrando es tu propio...
Sentimientos crecientes al borde de una batalla campal
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Kim Minseok Cr. al que corresponda.
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El hanbok rojo del rey cayó al piso para terminar de combinar la decoración de la habitación. Su respiración se escuchaba entre el silencio que se mantenía entre los dos, el suspenso presente ante lo que había declarado el mayor con anterioridad. Los largos dedos del más alto bajaron a restringir el movimiento del menor hasta que sus palmas descansaron sobre la suave superficie de su piel.
—Deberías saber que no me gusta que toquen lo que es mío— susurró el mayor, admirando la pálida piel del contrario se atrevió a separar sus piernas y observar su sensual cuerpo.
Sehun veía con recelo el pequeño cuerpo que yacía debajo de él, pensando en las probabilidades que pudiera haber del menor engañándolo. De ese mismo cuerpo debajo de otro que no fuera él. Y así fue como la furia se fue colando lentamente en su ser mientras imaginaba cosas que no habían sucedido, pero que le molestaban.
—Eres mío Kyungsoo, que nunca se te olvide. Siempre lo serás— dictó el más alto con posesividad reflejada en su voz. —Sobre mi cadáver me dejarás— gruñó metiendo una mano entre los glúteos ajenos para acariciar la tan preciada entrada del menor.
—Sehun—gimió Kyungsoo con su rostro enterrado entre las sabanas de su cama, —por favor, dime que no hiciste nada malo— pidió alzando su trasero en el aire para darle mayor acceso al rey.
—Si te preocupa que esté muerto déjame decirte que no lo está—.
Kyungsoo suspiró aliviado a pesar de que sabía que al final de cuentas Sehun había hecho algo malo. Lo intuía con perfección mientras su cuerpo sufría una ola de necesidad al sentir la hombría del mayor rozar con sensualidad y necesidad su trasero. Apoyándose en la cama se atrevió a acomodarse para voltear a ver sobre su hombro al más alto, notando como sus ojos se encontraban como si ambos se hubieran puesto de acuerdo.
—Sabes— interrumpió el silencio Sehun a la vez que se echaba hacia adelante y se apoyaba con sus manos sobre la superficie de la cama, —no entiendo como todos los imbéciles piensan que pueden pasar sobre mi autoridad— comentó ladeando la cabeza para atrapar los labios del menor. —¿Sabes por qué desapareció el funcionario Shim?— Kyungsoo negó apoyando su frente contra la del más alto. Intentó respirar con normalidad y silenciar los casi inaudibles gemidos que salían de sus labios al sentir la punta de la erección del mayor rozar su entrada múltiples veces, pero no pudo.
—Nadie lo sabe más que los guardias que lo mataron, así que este será nuestro secreto— la piel de Kyungsoo se erizó ante los susurros del mayor. Un escalofrío recorrió su cuerpo y una pizca de miedo se instaló en su mente. —Creen que porque son funcionarios me dejaré ante sus comentarios o porque a mi padre le valía que hablaran mal de mi madre, pero yo no soy él y cualquiera que se atreva a hablar mal de ti morirá. No me importa quien sea, ¿entendiste? Eso también va para todo aquel que te toque—.
