Capítulo 7

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"La plaga"

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Do KyungsooCr

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Do Kyungsoo
Cr. ShiraTurum

Era el cuarto día que Kyungsoo se encontraba encerrado en su habitación bajo la vigilancia de Junmyeon. Sentía como la impaciencia lo carcomía por dentro y la aburrición lo hacia querer arrancarse los ojos. Suspirando por última vez se recostó en la cama y cerró los ojos a espera de la cena. Pronto llegaría Sehun y entonces le rogaría una vez más para que lo dejara salir, y esta vez lo lograría porque ya sabia con qué convencerlo.

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La guerra no se había desatado tal y como todos pensaban del lado coreano, resultó ser que sí eran una maldita carnada aquellos japoneses. Pero estaban planeando algo tan grande que lo único que les dio problemas los siguientes días fue un virus que se expandió desde el centro del pueblo y que pensaron que no era de mucho riesgo. Aun así, Kyungsoo fue encerrado en su habitación con sólo Junmyeon teniendo permiso para verlo mientras que sus alimentos pasaban por una exhausta evaluación por parte de la servidumbre que Sehun había asignado a ese que hacer.

Después del incidente con los japoneses, la seguridad se había aumentado a tal grado que muchos jóvenes pueblerinos con buen estado físico habían sido obligados a pasar por un extenso entrenamiento para después ir a resguardar la frontera y otros puntos ciegos que tuviera el territorio coreano.

Pero a pesar de esa lucha contra los pueblerinos que se negaban a ceder a sus hijos, lo peor llegó cuando la plaga incrementó y empezó a matar a varias mujeres y niños. Fue entonces que los pueblerinos se terminaron por convencer que sus hijos no tan sólo se iban por gusto; sino para resguardar la salud de toda familia coreana.

Muchos decían que era obra de los japoneses, y no estaban en lo incorrecto. Sin saber cómo lo habían logrado, la caretilla que era jalada por el burro del jefe de siembra se había sustituido por una repleta de partes de vacas y caballos que habían llegado en descomposición. La podrida carne de restos animales apestaba y contagió a mitad del ganado, donde algunos, fueron vendidos antes de que el dueño se diera cuenta.  Rápidamente fue desechado, pero era muy tarde; pues los pueblerinos ya habían ingerido alimentos relacionados con estos.

El atardecer bajaba lentamente mientras el Rey y sus guardias reales se dirigían a la casa de aquel campesino traidor.

Se había desatado el caos y el rey se vió en apuros mientras escondía a su amado y se encargaba de aquel virus. Encontraron al dueño de la carretilla que negaba tener algo que ver, pero las pocas riquezas nuevas que se encontraron en su casa decían lo contrario. Había traicionado a su país por sólo unas cuantas piezas de oro que fueron recogidas por la casa real.

"Su Majestad"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora