Cuando Sehun finalmente se convierte en el Rey, no esperaba serle fiel ni a su nación ni a su esposo.
Pero un simple engaño puede traer toda la destrucción y caos que nadie desea, mucho menos si eres el Rey y el que te está enterrando es tu propio...
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Se podía percibir ligeramente como el clima había cambiado y el frío se colaba en esa tarde de julio. Kyungsoo se encontraba vestido en su desgastado hanbok mientras veía a través del patio como numerosas hojas de un árbol caían al suelo, su mente se encontraba perdida en aquellos amargos recuerdos de hace casi un año. Para el próximo mes, agosto, cumpliría un año en la casa real. Un año de estar lejos de su familia, de su querido hermano Baekhyun. Con una triste mueca despegó su vista del árbol al notar como el Rey Oh cruzaba el patio y se dirigía a él. El ancho y masculino cuerpo de Sehun destacaba en medio de ese enorme patio, incluso sobre su gonryongpo se podía ver con claridad su imponente musculatura. Su mirada seguía siendo igual de amenazadora que la primera vez que lo vio, solo que ahora en vez de causarle desigual le causaba molestia.
Desde que fue removido de su habitación, no había tenido mucho contacto con Sehun e incluso trataba de huir de él lo más que pudiera. En las noches fingía estar dormido cuando el rey pasaba por su habitación y acariciaba su cabello, pensando que probablemente el pequeño Do estaba dormido. Ignoraba esas caricias vacías que recibía en la oscuridad de la noche, las cuales, sucedían raramente gracias a la intervención del noble Kim que siempre estaba presente para interrumpir cualquier acto que el Rey quisiera ejecutar en contra de Su Majestad. También omitía la presencia del general Kim Minseok a pesar de que ahora con su embarazo su padre se la pasaba más en la casa real que en su propia casa y, por lo que había notado, eso molestaba a Jongin.
Sabía que el funcionario Kim no era del agrado de muchos, principalmente de su propio padre; el señor Do. El señor KangWoo siempre demostró cuanto odiaba al funcionario de segundo rango, desde pequeño Kyungsoo recuerda como su padre tenía seguido disputas con el padre de Jongin. Desde primera mano sabe que el hombre es soberbio y ambicioso, su actitud es deplorable y desde que lo ha visto más seguido en la casa real puede asegurar que no trama algo bueno. Esa asquerosa mirada que tiene lo delata, odia todo con esos fríos ojos y solo sonríe con falsedad cuando habla con el padre de Sehun. Es codicioso, pero tonto.
Suspirando Kyungsoo lleva su mirada a un costado con tal de no hacer directo contacto visual con Sehun, pero este al llegar lo suficientemente cerca del doncel: lo toma del rostro y lo obliga a verlo. Los ojos azules del rey erizan como el frío de esa tarde y lo hacen temblar por un momento mientras siente como todo el cuerpo de Sehun se inclina sobre él. Siente todo ese poder en el simple agarre que tiene sobre su rostro, se siente tan pequeño con esa enorme mano abarcando la mayor parte de su cara; tan indefenso.
