Cuando Sehun finalmente se convierte en el Rey, no esperaba serle fiel ni a su nación ni a su esposo.
Pero un simple engaño puede traer toda la destrucción y caos que nadie desea, mucho menos si eres el Rey y el que te está enterrando es tu propio...
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El tiempo se detuvo, la respiración del rey se aceleró ante la vista frente a él. El agarre firme que tenía el menor sobre la daga en ningún momento tembló a comparación de la mirada de su esposo. Sehun quiso alzar su mano en un intento de alejar el arma de su rostro, pero Kyungsoo fue más rápido al presionar la filosa punta contra la línea de su mandíbula y con un simple "ni lo intentes" detuvo las acciones del más alto.
Se podía notar el enojo y traición a través del rostro del pequeño doncel, su mirada aún seguía fija sobre el rey. Sehun quiso hablar, pero sólo consiguió un empujón que lo obligó a recostarse completamente sobre el colchón si es que no quería que la punta de la daga perforara justo debajo de su mandíbula. No le tomó ni un minuto a Kyungsoo trepar sobre el mayor y sentarse sobre su abdomen aun amenazándolo con la arma en su mano.
—¿A caso no te soy suficiente?— cuestionó el menor con un tono triste detrás de sus palabras.
—No— respondió el rey, —tu eres perfecto, eres lo que más quiero—.
—Entonces, ¿por qué?— preguntó, esta vez el doncel, —me estás mintiendo. Si me quisieras no te meterías con otros hombres—.
El rey no respondió, simplemente no sabía qué tenía que responder ante ello. Era obvio que amaba a Kyungsoo, pero podía tener a otros; así como creció viendo a su padre hacer. Era así de sencillo pero a la vez complicado, especialmente cuando le dolía ver esa mirada triste y decepcionada plasmada en el rostro de su esposo.
—No te basta esperar un hijo con el general Kim, sino que también te metes con la servidumbre— le reclamó el menor, obviamente molesto. —Ya estoy harto de todo esto Sehun, ¿te gustaría que yo me metiera con un guardia? — le preguntó.
—¡No!— respondió de manera inmediata el rey, —sobre mi cadáver— espetó entre dientes, claramente molesto ante la idea de su esposo con otro hombre que no fuera él.
—Entonces si esperas la misma lealtad, asegúrate de mostrar el ejemplo. Ya estoy cansado de que me vean como un estúpido el cual su esposo lo engaña; tan insuficiente e inútil— explicó el doncel, esta vez bajó suavemente la daga desde el cuello del rey hasta su abdomen. —Si quieres que yo sólo sea tuyo, entonces tú deberás ser solamente mío—.
Kyungsoo descansó la daga sobre el abdomen del rey, para poder tener ambas manos libres mientras deshacía los nudos que amarraban la parte frontal de su hanbok. Sehun se quedó quieto mientras veía al menor desnudar su pecho para él, su blanquecina piel brilló en la oscuridad y sus rosados pezones se erizaron ante el frío de la noche. El rey quería tocarlo y joderlo bajo el peso de su cuerpo hasta saciarse, pero tan pronto como alzó una mano para acariciar esa delicada piel del doncel; este respondió con un: —no te atrevas a tocarme—. Su voz fue fuerte y estricta, pero su mirada fue lo único que le aseguró al rey que debería seguir las instrucciones de su pareja. Hábilmente como una serpiente, Kyungsoo, se deslizó hasta el regazo del mayor y observó como la excitación del rey se elevaba y causaba que su miembro se pusiera erecto.
