CAP. 1
Píí... píí...píí...
Aquel maldito aparato y su incesante y repetitivo tintineo taladraban el cerebro de Austin cada segundo. Era incluso más insoportable que el dolor punzante de su brazo derecho, que descansaba sobre su pecho, totalmente envuelto en vendas y bajo casi medio kilo de yeso solidificado. Todo envuelto en un pañuelo color azul que iba atado tras su cuello.
No era la única secuela que sufría después del aparatoso accidente que había sufrido. Su mejilla izquierda estaba afectada por un corte profundo que había necesitado varios puntos de sutura y su tobillo izquierdo aún permanecía hinchado y de un color violáceo poco prometedor.
Llevaba tanto tiempo acostado sobre aquel incómodo asiento que éste había terminado por tomar la forma de la curva de su espalda, lo que lo hacía más desagradable aún, aunque no lo suficiente como para que abandonase la estancia. Se quedaría allí pasase lo que pasase, a pesar de la insistencia de sus padres y de los propios médicos, que desaconsejaban rotundamente que permaneciese en aquellas condiciones durante tanto tiempo.
Pero él no podía marcharse. No la dejaría sola, sería como abandonarla y eso era algo que jamás se perdonaría. Era su hermana pequeña y tenía que cuidar de ella.
- ¡Vete a casa, cariño! - le suplicó su madre después de dos días seguidos sin salir de la habitación - ¡date una ducha, descansa unas horas y después puedes volver si lo deseas!
Estaba preparado para aquella petición y aunque había visualizado más de una vez en su mente la respuesta ahora no era capaz de llevarla a cabo. Estaba cansado, dolorido y hambriento.
- Volveré en un par de horas - dijo finalmente. Su madre respiró aliviada.
- Papá te acompañará ¿De acuerdo? La abuela os está esperando abajo, junto a los ascensores.
Austin se despidió de su hermana con un beso en la mano. Esperó durante unos segundos algún tipo de respuesta, pero no llegó. Cabizbajo y con los ojos hinchados de tanto llorar abandonó el hospital junto a su padre y la madre de este, su abuela Prudence.
Durante el tiempo que Austin estuviese en casa, su madre, Georgia, permanecería con su hija, la pequeña Valiance, a quien llamaban cariñosamente "Val".
Georgia se acercó a su hija, la cual permanecía con los ojos cerrados y totalmente extendida sobre la cama. En apariencia parecía estar dormida pero los innumerables cables adheridos a su piel y el tubo que atravesaba su boca hasta su garganta, con el fin de que pudiese respirar, daban fe de que no era el caso. No estaba dormida, pero tampoco sabía si algún día llegaría a despertar.
Cogió la mano de su hija y se la llevó a la cara mientras se arrodillaba a su lado. Nunca había sido una mujer religiosa pero, en estos casos, nunca viene mal tener algo de fe. Quizás era lo único que le quedaba. Comenzó a rezar en voz baja mientras las lágrimas caían por su rostro sin descanso, rezó una y otra vez hasta que la boca se le secó y comenzó a dolerle la cabeza.
- ¡Mi niña! - murmuró mientras oía el replicante zumbido de la máquina, continuo e inagotable, dando fe de que, a pesar de la gravedad de sus heridas, Valiance se agarraba a la vida con uñas y dientes.
La desgracia apenas había ocurrido una semana antes. Austin y Valiance se habían puesto de acuerdo para ir al centro comercial de la ciudad para comprarle algún regalo a su madre, Georgia, quien cumplía años próximamente. Nunca se habían llevado demasiado bien, o demasiado mal. Eran, simplemente, hermanos. Se querían, por supuesto, pero jamás lo expresarían en voz alta y mucho menos se lo confesarían al otro.
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Teoría del sueño
Romance¿Qué pasa cuando dejamos este mundo? ¿Hay algo más? Pero ¿Qué pasa cuando no dejamos este mundo del todo? ¿Qué pasa cuando estás a medio camino? Un coma la dejó ahí, entre la vida y muerte pero justo en ese lugar fue donde encontró lo que necesitaba...