The Quest

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Cruzaron las vallas del boliche en silencio. Pasaron los controles, y ya en la calle, Adam se detuvo contra una pared y apoyó sus manos en las rodillas. Parpadeó y luego inhaló y exhaló varias veces. Se estiró y esperó a Dominic. Él salió tambaleándose y se apoyó en la pared.

- Mierda, ¿qué rayos fue eso?

- No lo sé, pero me va a estallar la cabeza. - Adam seguía frotándose los ojos. Si hay un DJ, y es un Steve, voy a estar ahí.

- Odio esa música de mierda... - comentó Dom con los ojos entrecerrados - especialmente el techno... y el minimal house, y el house de tamaño regular, pero más que nada, odio el trance... lo detesto.

- Creo que prefiero el house regular, sí, ese es mi favorito. Ese no me da migraña. Solo ganas de romper cosas. - Adam tomó a su amigo del hombro y lo sacudió. Caminaron hacia el estacionamiento... otra noche perdida. - Vamos a tomar algo, me muero de sed.

En tres meses, había recorrido al menos diecisiete presentaciones distintas de DJs que se llamaban Steve entre Londres y Nueva York. Estaba seguro de que había aún más Steves que eran DJ en la escena underground, pero ella había dicho reconocido. Puede que el tal Steve aún siguiera presentándose. O quizá no. Tal vez era un anciano, tal vez solo producía. Era la última posibilidad que le quedaba, no tenía más pistas, pero tenía todas las esperanzas. No lograba quitársela de la cabeza. Aunque trataban de distraerlo, de sacarlo de esa pérdida de tiempo, de presentarle a otras mujeres, él seguía empecinado en encontrarla. Siempre había un momento del día en el que sus pensamientos se iban hacia los recuerdos de la noche en que se conocieron. Ella no lo recordaba, pero él sí. Lo tenía grabado en la memoria como si hubiera sucedido un instante atrás.

Solo tenía a Dominic para ayudarlo. Timothy había renunciado meses atrás. "Adam, esto no va a ayudarte, te sucedió algo maravilloso, te concedo eso... recuérdalo... pero tienes que avanzar, amigo". Claro que tenía que avanzar, lo entendía perfectamente. Pero quería avanzar con ella. No, Tim no lo entendía, tal vez ni siquiera Dom lo entendía. Había conocido a alguien especial, se permitió bajar las defensas. Tampoco había tenido el tiempo ni las ganas de defenderse: se había quedado de pie, con los brazos abiertos, respirando hondo mientras ella lo inundaba por completo. Pensó en todos esos grandes poetas que habían intentado expresarlo en poemas y sonetos durante sus grandiosas vidas: algunos lo habían logrado a la perfección, otros solamente rascaban la superficie. Amor a primera vista. Adam se había quedado en silencio mientras perdía el control de sus emociones y dejaba la razón de lado. Abdicó de su conciencia y dejó que su corazón y sus instintos tomaran el reino. Le roi est mort, vive le roi. Ellos le habían brindado doce de las mejores horas de su vida. Solo medio día, y la corona había vuelto a su soberano de siempre. Pero la semilla de la revolución ya estaba en él, y no podía acallarla. No quería. La necesitaba de vuelta.

Había viajado a Seúl una vez recuperados su sobrina y su cuñado, al mismo hotel, en la misma habitación. Les había rogado a los empleados que le dieran información, tenían que tener algún dato, ella había comprado cosas, debían tener su nombre y apellido, algo. No podían ayudarlo, no sabían nada. Después de Seúl debía volver a Francia. Dominic estaba con él, se había ofrecido a ayudarlo. También Tim, al principio. Habían pasado dos meses buscando nóminas de empleados, nombres de agrupaciones de socorro en África, ingenieros civiles, médicos, oficiales del ejército. Había cientos, miles. Aún así, siguió buscando. Se exprimía la cabeza tratando de recordar las palabras con exactitud, un dato que hubiera obviado, pero sabía que no se le estaba escapando nada. Jamás la encontraré de esta forma. Ahí había perdido a Tim, que no quería seguir invirtiendo tiempo ni esfuerzo en ver a Adam aislarse persiguiendo una quimera. No lo culpaba, era como tratar de distinguir un grano de arena entre un puñado: frustrante y prácticamente imposible. Fue en París, en el medio de la noche, que recordó otra pista. Esta vez iba a encontrarla sin dudas. Tomó el teléfono.

Historias del Libro - Allison vuelve a Casa [Tom Hiddleston Jim Sturgess Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora