Le Petit Chaperone rouge.
Caperucita era la niña preciosa y buena. Algo curiosa, porque nunca se quedaba en el camino y siempre se distraía. Igualmente, daba lo mismo el camino que tomara si no sabía hacia donde iba. Había que reconocerle algo: jamás se detenía. Luego el Cazador, heroico y desinteresado. Llegaba a salvarla cuando la fiesta ya estaba en su apogeo. Tarde. El Lobo ya tenía a Caperucita en su panza, y se estaba relamiendo. Se chupaba las garras con lujuria, y esperaba con los colmillos al aire a que llegara ese Cazador inmundo para despedazarlo.
Allison era Caperucita, y él era su Lobo. Jano era el Lobo. Más rápido, más inteligente y más malvado que cualquier otro lobo del lugar. Conocía el bosque a la perfección, y sabía el final de todos los caminos. No necesitaba perseguirla a cada instante para saber donde resurgiría su capita roja. Podía trotar, comer y aullarle a la luna tanto como quería antes de aparecerse junto a ella, sin un instante de retraso, en el momento justo. No tenía competencia, y el Cazador... bueno... Allison había elegido al cazador más heroico, bondadoso y principesco de todo el lugar, pero no tenía ni idea del bosque. Ni la más pálida idea.
Jano llegó a San Francisco una semana después del incidente del restaurante. Había hecho una apuesta riesgosa: Allison podía estar tranquilamente allí, o en Ibiza. No veía otras posibilidades. Sabía que no estaba en Londres, porque se había acercado a su apartamento y, tras no recibir respuesta, se cruzó a Adam que evidentemente venía a buscarla también. Por suerte no se dejó ver, y cuando lo vio salir con cara de pocos amigos confirmó lo que sospechaba: Allie no estaba ahí, y evidentemente se habían peleado. Luego de eso, era cuestión de elegir correctamente. Podría haberse ido con Steve, pero eso era demasiado obvio. Iba a huir de Adam, estaba segurísimo. No podía irse a África, él no lo había aprobado, y ninguno de los otros médicos en su sano juicio iba a ponerse en contra de su decisión. Se escaparía a San Francisco, con su hermano. Se registró en el hotel al que iban siempre que estaban de visita por ahí, el Fairmont. Buscó a la empleada más joven del mostrador de entrada, y se acercó.
- Disculpe señorita, ¿podría consultarle algo? - La miró fingiendo inocencia. Su acento británico marcado al extremo.
La muchacha lo miró con sorpresa. Pasada la impresión inicial, se mordió los labios y le contestó con aplomo: - Lo que usted quiera, Sr. Waternost.
- Bien... ¿ya se ha registrado la Srta. Steele? Su nombre es Allison.
- No estamos autorizados a brindarle ese tipo de información, señor - Acompañó la negativa con un gesto compungido.
- Lo comprendo perfectamente darling, pero es que hemos venido juntos muchas veces... puedes verificarlo si lo deseas... y si mi futura esposa todavía no está aquí, quisiera prepararle una sorpresa.
Ella pareció decepcionada, pero él la observaba con ojos tan cálidos, y parecía tan dulce, que se rindió. Giró la cabeza a ambos lados, y buscó rápidamente en la computadora. Suspiró disgustada.- Déjeme ver... Steele A... está en la habitación 503.
- Llegué tarde, qué mala suerte... vaya inconveniencia. Muchas gracias por tu ayuda, amor. - Le guiñó el ojo y se dirigió a su habitación con una sonrisa. Se sentó en el balcón de su suite a ver la bahía. Pensó en una forma de verla y no aterrarla. No había chances de que se salvara de la reprimenda, y seguramente estaría enojada con él, pero eso era un problema para mañana. La había encontrado, y se merecía un descanso.
Se recostó en la cama y se hundió en un sueño profundo hasta que unos golpecitos insistentes lo despertaron. Se acercó a la puerta somnoliento, abrió con mala cara y se encontró con Allison enfundada en un vestido azul, de brazos cruzados. Le hizo una mueca.
- Acaban de preguntarme en el mostrador si quiero cambiarme a la habitación de mi futuro esposo, ¿tienes algún comentario al respecto?
- ¡¿Futuro esposo?! ¿Cuándo pasó eso? No puedo haber llegado tarde a esto también...qué inconveniente. - Ella levantó las cejas y sacudió la cabeza. - Necesitaba saber si estabas aquí, y me pareció una linda excusa... no quise molestarte.
Allison lo miró a los ojos y le sacó la lengua. Luego le tomó el rostro con sus manos, y le besó la nariz. Jano puso sus manos en su cintura, y con cuidado la metió a la habitación. Estaba decaída y pálida. Tenía un pequeño raspón en el pómulo, y otro a un lado de la nariz. Los acarició con suavidad. Allie rascó suavemente sus mejillas, como siempre, y tocó los cortes que le había dejado la pelea con Adam.
- Sabía que te vería pronto, Jan. Gracias.
La apoyó contra la puerta de la habitación. - ¿Gracias por qué? Sabes que no puedo quedarme lejos...
- Por seguir buscándome, aunque soy así... gracias por no dejarme sola.
Jano vio su carita angustiada y supo que algo peor que el incidente del restaurante había ocurrido. Parecía tan avergonzada y triste que comenzó a preocuparse - Allie, ¿qué sucede? ¿Te hizo algo? Si él...
Allison lo cortó en seco. - No no, no quiero hablar de eso... vamos a cenar, o puedo dejarte dormir...
- ¿Te hizo daño? Si te lastimó, te juro que..
- No me hizo nada, olvídalo. Olvídate de Adam. Se terminó.
Adam, amigo, la cagaste EN GRANDE. - Ok ok, entiendo. No hablaremos de esto por hoy. - Le encerró entre sus brazos y la puerta. Allie lo tomó de la cintura y lo pegó a la suya. De repente ese vestidito azul era un tremendo fastidio. - ¿Qué quieres hacer, preciosa?
- Quiero estar aquí contigo y hacerte el amor... ¿está bien para ti?
Jano le sonrió e inmediatamente se lanzó a su boca.
El inútil del Cazador le había puesto a Caperucita entre las fauces. Ella no se quejaba, y a este Lobo le gustaba comer despacio. Muy despacio. Mordisco tras mordisco, disfrutaba el plato principal.
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Historias del Libro - Allison vuelve a Casa [Tom Hiddleston Jim Sturgess Fanfic]
FanficAllison está cansada de huir de todo y de todos. Su último escape ha fallado miserablemente: encerrada por 2 meses en África con su ex novio. Ahora regresa a casa, sólo para terminar enredada en un impensado romance con un perfecto caballero. Cuando...