CAPÍTULO 6: UN DIA EN LA VIDA DE UNAS MADRES

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CAPÍTULO 6: UN DIA EN LA VIDA DE UNAS MADRES

Eran las seis de la mañana cuando Elizabeth comenzó a llorar despertando a sus madres. La niña ya tenía cinco meses y sus madres estaban felices y acostumbradas a su nueva vida.

– Voy yo. – Murmuró Santana medio dormida antes de darle un ligero pico en los labios a su esposa y levantarse.

– Siempre te levantas tú. – Protestó Brittany sin abrir los ojos.

– Tú trabajas y yo no tengo nada que hacer a parte de ocuparme de mi hija y de ti. Debo cuidaros a las dos. – Respondió la morena. Ella se había tomado un tiempo de descanso para cuidar de la pequeña ya que la otra no podía porque debía cuidar de su negocio.

Preparó el biberón y luego se dispuso a alimentar a la pequeña. Cuando terminó, se duchó, se vistió y comenzó a preparar el desayuno para su mujer. A las siete, la rubia entró a la cocina y se puso a comer acompañada de la latina. La mayor se fue a trabajar y la más baja se quedó allí. La niña estuvo un rato jugando con su madre, que intentaba estimularla con diferentes juguetes hasta que se quedó dormida. Santana aprovechó para escribir un rato. Como no actuaba, decidió intentar escribir ella una obra de teatro. Tal vez nunca llegase a nada pero lo quería intentar porque sólo así sabría si podía hacerlo o no.

A las nueve llegó la asistenta que limpiaba la casa mientras la morena se ocupaba de la pequeña y de sus escritos. La mujer se fue a las doce y en ese momento, Lopez dio de comer a su hija y luego la dejó echarse la siesta. Mientras ella dormía, ella cocinaba la comida y dejaba todo preparado para la cena. La joven comió y limpió todo lo que había manchado.

Cuando Liz despertó de la siesta, madre e hija se fueron a dar un paseo por Central Park. El sol creaba un ambiente cálido y apenas había viento. Como era habitual, varias mujeres se acercaban a ellas porque la pequeña era preciosa y realmente adorable. La niña era muy despierta y, desde su sillita, se sentía atraída por los animales o los niños que se encontraban. Todavía no decía palabras pero emitía sonidos cada vez que quería algo. Se sentaron en un banco y Santana le dio la merienda. Después siguieron con el paseo hasta que llegó el momento de ir a casa.

Una vez allí, se tumbó en el sillón con su hija sobre ella y comenzó a jugar con ella. La niña reía por la atención de su madre hasta que Brittany llegó de trabajar. La rubia besó a ambas y relevó a su esposa en el cuidado de su hija. La morena preparó el biberón para la cena de la menor y se lo dio a la ojiazul. Mientras la niña estaba despierta, toda la atención de la bailarina era para ella porque apenas podía estar con ella. La más alta dio la cena a su hija, la durmió y la dejó en su cuna de su habitación, cogiendo el intercomunicador antes de salir.

Entró al comedor donde la mesa estaba preparada y la cena la esperaba.

– Deberías dejarme hacer algo a mí. Apenas me dejas responsabilidades en casa. – Protestó Brittany.

– Trabajas todo el día... ¿Te parece poca responsabilidad? Yo no tengo nada que hacer y me encanta cuidaros a Liz y a ti. – Rebatió su esposa.

– Santana...

– Quiero que Liz disfrute de sus dos madres y quiero poder disfrutarte yo. Si gastas tu tiempo en preparar la cena, biberones o recoger cosas, no vamos a pasar tiempo contigo. – La morena dijo con una sonrisa.

La cena terminó de forma pacífica. Ambas recogieron la mesa y mientras la latina fregaba los platos, la rubia los secaba.

Después fueron al salón y encendieron la televisión, aunque realmente no la vieron. Ese era su momento en el día para estar a solas y lo aprovechaban al máximo. Se besaban, se acariciaban y se sentían. Después de estar un rato allí, la pareja se fue a la habitación. Sus besos aumentaron de intensidad mientras se quitaban la ropa.

Cuando se tumbaron en la cama, ambas estaban en ropa interior. Santana comenzó a morder el cuello de su esposa, haciendo que esta gimiera, aunque todo lo bajo que pudo porque su hija estaba en la habitación de al lado. Siguió besando esa zona sin descanso mientras con su mano frotaba a Brittany por encima de las bragas. La rubia movió sus manos por la espalda de la morena hasta llegar al cierre del sujetador. Con un rápido movimiento lo soltó y se dedicó a acariciar el pecho de su mujer.

Sus pieles se tocaban mientras ellas volvían a besarse en los labios. Con mucho amor, la morena terminó de retirar la ropa que les quedaba y ambas quedaron desnudas. La ojiazul no pudo resistirse y dio la vuelta a las posiciones. Bajó por el cuerpo de su esposa hasta llegar a su clítoris y comenzó a masturbarla. La latina comenzó a jadear lo más bajo que podía para no despertar a su hija.

– Te amo. – Dijo la más alta e introdujo su lengua dentro de su mujer. Se había convertido en su pequeña tradición. Antes de que llegara el momento de entrar en la otra, se decían lo que se amaban. Porque lo suyo no era sexo. Hacían el amor y así querían demostrárselo. Porque Pierce no quería recordarle a su mujer al impresentable que la violó. Querían disfrutarse mutuamente, con amor y dulzura.

– Te amo. – Respondió Lopez justo antes de llegar al orgasmo y su esposa se incorporó para poder besarla. Cuando volvieron a estar excitadas, la rubia se posicionó para que sus clítoris se tocaran y comenzó a moverse. Introdujo tres dedos dentro de la más baja para acompañar sus movimientos. Las embestidas de la ojiazul comenzaron de manera suave pero pronto se dejaron llevar por la pasión. Llegaron al orgasmo a la vez, ahogando sus gritos en la boca de la otra para no despertar a su hija. La más alta se tumbó sobre el pecho de la latina, ésta las tapó a ambas con las sábanas y se durmieron así, abrazadas.

Así era un día en la vida del matrimonio. Brittany y Santana eran un equipo compenetrado capaz de afrontar cualquier cosa que les pasara con fortaleza y amor... ¿O habría algo capaz de truncar esa unión?

Si Quiero Seguir (Brittana girlxgirl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora