CAPÍTULO 24: SON MIS HIJOS

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CAPÍTULO 24: SON MIS HIJOS

Los días pasaron y los nervios en Brittany eran más que visibles. Santana intentaba tranquilizarla pero no lo conseguía. La rubia estaba obsesionándose y no perdía a su hijo de vista. Había ido a hablar con la profesora que se hacía cargo de él en la escuela y le había dado órdenes expresas de que nadie salvo ellas y Steve o Jessica se acercaran al menor. Le había contado a la mujer lo sucedido y ella se había mostrado comprensiva.

La morena también estaba intranquila, pero no se podía dejar llevar por los sentimientos negativos. Debía ser fuerte por su familia. Pero también estaba pendiente de sus hijos, tenía miedo por ellos. Steve, Quinn y ella hablaban todos los días. Esperaban el golpe de los señores Lopez y que tardaran tanto no era algo reconfortante para ellos.

Una mañana, Brittany estaba trabajando en casa porque Liz había enfermado. La niña tenía gripe y estaba en la cama mientras su madre se encargaba de parte del papeleo del gimnasio. Cuando el timbre sonó, sintió un escalofrío en todo el cuerpo, casi como si su cuerpo sintiera lo que estaba a punto de ocurrir. Abrió la puerta para encontrarse a un hombre de gafas, de origen latino, de unos cincuenta años y aspecto serio.

– Hola. Soy el señor Perez. Soy asistente social. Hemos recibido una demanda contra ustedes. Según eso, ustedes no serían buenas madres y no estarían cuidando como deben a sus hijos. He venido para ver si es cierto o no.

Hola. Yo soy la señora Pierce-Lopez. Pase por favor. – Brittany guió al visitante al salón y le ofreció algo de beber, pero él lo rechazó cortesmente. – Ahora mismo mi mujer está en el teatro con su nueva obra. No sé si lo sabrá pero Santana es actriz.

– Sí, lo sé. Además sé que usted es dueña de un gimnasio. Ahora bien, yo me pregunto... ¿Tienen tiempo para sus hijos?

Sí, lo tenemos. Lo que pasa hoy es un claro ejemplo. Normalmente trabajo en el gimnasio hasta que mis hijos salen de la escuela, donde voy a buscarlos y venimos a casa los tres juntos. Poco después se nos une mi mujer. Sin embargo, hoy Liz se levantó con fiebre, por lo que me quedé para cuidarla.

– ¿La niña está aquí? ¿Dónde? – El señor Perez miró a su alrededor buscando a la pequeña.

En la cama. Tenía fiebre, fuimos al médico que me recetó los medicamentos y me dio algún consejo para ayudarla a sentirse mejor, volvimos a casa, le preparé un vaso de leche con miel, se tomó sus medicamentos y se fue a dormir. – Brittany dijo sin siquiera pensarlo, no era mentira.

La mirada del visitante recorrió la sala. En un estante alto del mueble, fuera del alcance de los niños, había una bote de jarabe y una caja de pastillas para aliviar los síntomas de la gripe. Todo estaba ordenado y limpio, la mujer que tenía en frente parecía equilibrada y una buena madre. No entendía el motivo de la denuncia.

¿Puedo preguntarle algo? – Indagó Pierce.

– Puede preguntar lo que quiera. Si no puedo darle información, simplemente evitaré responderle.

¿La denuncia es de mis suegros? Bueno, si es que a estas alturas puedo llamarlos suegros...

– La denuncia es de los Señores Lopez, así es. ¿Por qué lo pregunta?

Brittany se encontró a sí misma explicándole al señor todo lo ocurrido con los padres de Santana. No omitió ningún detalle, desde como echaron de casa a su esposa cuando ésta contaba con tan sólo quince años y las consecuencias que tuvo en su vida, lo que pasó en el juicio contra el violador de su mujer hasta su último encuentro con ellos en el parque.

– Veo que su relación con ellos no es buena. – Comentó el mayor.

No, no lo es. Llevábamos más de diez años sin saber nada de ellos. Tampoco los hemos extrañado. Hemos creado una familia con nuestros amigos más cercanos. No necesitamos el afecto de unas personas que no nos valoran tal cual somos.

– Será importante la declaración de sus amigos en el juicio.

¡¿Juicio?! – La ojiazul se alarmó.

– Sí, así es. A lo largo de una o dos semanas, les haremos varias visitas para tener un informe que presentar sobre la vida de los niños. Además, entrevistaremos a sus familiares y amigos, profesores y otros padres de compañeros de los pequeños. La demanda incluye una petición de custodia hacia su hijo menor, William Matthew Lopez...

Pero no de Liz.

– No, en caso de que les quitemos la custodia, Elizabeth Susan Lopez pasaría a estar custodiada por el Estado hasta que se entregue en adopción o acogida.

No me pueden quitar a mis hijos, por favor... – Suplicó Pierce.

– Si usted es buena madre y su esposa también, no tiene nada que temer.

***

Cuando Santana llegó del trabajo, se encontró a Brittany llorando en brazos de Steve en el salón mientras Jessica intentaba distraer a John, Liz y Will. Se notaba en la mirada de la rubia que tampoco era feliz. Les dio un rápido beso a sus hijos y a su “sobrino” antes de correr hacia su esposa.

– Amor, que ocurre. – La morena se arrodilló frente a ella.

– Nos quieren quitar a nuestros hijos. – El llanto de la rubia aumentó mientras se abrazaba a su mujer, los ojos color café buscaron en los de Fabray para encontrar la respuesta a todas las preguntas que tenía.

– Cortesía de tus padres. Una demanda de custodia. ¿Por qué no se nos ocurrió? Han alegado que sois malas madres, ellos se ofrecen a cuidar de su nieto biológico. – El mayor estaba desesperado.

Para Santana era como si un terremoto, un huracán y un tsunami hubieran arrasado su mundo a la vez. Brittany siempre había sido la fuerte y verla tan derrotada, tan asustada no era nada reconfortante.

– No se los van a llevar. Somos buenas madres... ¡Somos las mejores madres! No tenemos nada que temer. Tenemos a Steve, Jessica, Quinn y Rachel, los profesores de la escuela de Liz y Will... Ellos pueden confirmarle al juez que somos buenas madres y que quitarnos a nuestros hijos es un error.

– Hemos hablado con un abogado. – Jessica comentó después de proponerles a los niños que jugaran solos. – Si existe la mínima duda de que sois buenas madres, se llevarán a los niños hasta el juicio para evitar que les hagáis daño. ¿Hay alguien a parte de vuestros padres que puedan declarar en vuestra contra?

– ¿Hacerles daño a Liz o Will? ¿Quién puede pensar eso? – Gritó Pierce, asustando a los otros tres.

– Piensa que estas medidas están pensadas por el bien de los niños. Hay padres que no son buenos y no hablo de que no sepan educar a sus hijos o que sean despistados y dejen tijeras cerca de ellos. Hay personas que no deberían tener niños. – La mayor aclaró.

– Rachel, Quinn y vosotros vais a declarar a nuestro favor. La profesora de Will también, nos conoce desde el primer día de clase de Liz y sabe que los niños están bien cuidados. El profesor de Liz creo que también sabe que la niña está bien con nosotros... – Santana comentó, más para su tranquilidad que por otra cosa.

No pudieron seguir conversando porque los niños llegaron pidiendo la cena. Así que Steve y Jessica se pusieron a preparar algo rápido mientras Brittany y su mujer se abrazaban e intentaban tranquilizarse. No debían perder la esperanza. Eran buenas madres y, de una manera u otra, eso lo notaría el juez para permitirles quedarse con sus hijos. Pero hasta ese día, ellas vivirían con la incertidumbre y el miedo. ¿Qué harían si les quitaban sus hijos? ¿Cómo sobrevivirían sin esa familia que habían formado?

Si Quiero Seguir (Brittana girlxgirl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora