CAPÍTULO 23: TE QUIERO LEJOS DE MIS HIJOS

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CAPÍTULO 23: TE QUIERO LEJOS DE MIS HIJOS

El tercer cumpleaños de Will llegó y la familia al completo fue a Central Park a celebrarlo. Liz había superado ya sus celos y, a sus seis años, era más independiente de sus madres aunque las amaba mucho. Junto a ellos, Rachel, Quinn, Jessica, Steve y John, que ya tenía nueve años.

La familia al completo había preparado un pic-nic en el césped, bajo un árbol que los resguardaba del calor que hacía esos días. Comieron los sándwiches antes de sacar la tarta. El niño parecía feliz mientras soplaba las velas y no tenía motivos para no estarlo. A su corta edad, no había vivido ningún problema. Pero es que su familia tampoco los había tenido. Esos tres años habían sido tranquilos.

Repartieron los pedazos de tarta y el menor manchó toda la cara de su hermana porque ella le había cogido un juguete. Los hermanos siempre eran así, peleaban por todo, pero que nadie se metiera con alguno de ellos porque el otro lo defendía con uñas y dientes si era necesario. John los miraba entre divertido y cansado. Era más mayor y se aburría de sus peleas. Aunque se llevaba bien con Will, era Liz la que se llevaba todas sus atenciones. Su amistad era inquebrantable y el chico era muy protector con su primita en la escuela. La menor había tenido algún problema por tener dos mamás y no un papá y una mamá, pero el mayor de los niños no permitía que nadie le hiciera daño.

La escena de familia feliz se detuvo con Santana poniendo una mueca mientras se levantaba y agarraba a sus hijos que corrían por allí ya que Liz perseguía a su hermano tras el incidente con la tarta. La adulta los alzó en brazos y volvió a sentase junto a los demás, aunque no donde estaba sentada antes y sin soltar a los niños. Eligió una zona entre Brittany y el camino con los niños casi a su espalda, como si se preparase para proteger a su familia. Steve vio lo que había preocupado a la latina. John estaba junto a él leyendo un libro y notó los brazos de su padre rodeándolo y acercándolo a su cuerpo.

– ¿Pero qué...? – Brittany comenzó a preguntar pero no necesitó terminar la frase. Los señores Lopez se dirigían hacia ellos. Habían pasado muchos años desde que los habían visto por última vez y no era un encuentro agradable. La rubia alcanzó a sus hijos, liberando a su esposa de su “obligación” de protegerlos. La morena la miró y ella sólo asintió. Sabía que era algo duro, pero lo tenían que afrontar. Rachel se acercó a la ojiazul como apoyo. Jessica se encargó de su hijo y los dos hermanos Fabray se levantaron junto a la actriz. Cuando Steve pasó al lado de Pierce, se agachó.

– Sobre todo oculta a Will. Se parece demasiado a Santana. – Susurró el mayor.

– ¿Crees qué...? – Brittany no sabía como terminar la frase. No sabía con seguridad lo que insinuaba el ojiverde. ¿Iban a quitarle a su hijo? ¿Le harían daño? ¿Lo amenazarían?

Los señores Lopez llegaron a su altura. Los tres adultos que estaban de pie fingían una conversación por si el matrimonio optaba simplemente por ignorarlos, pero también alerta por si atacaban.

– ¡Mira lo que tenemos aquí! – Exclama la mujer. Los jóvenes miran a los recien llegados con odio mientras Brittany abraza con más fuerza a sus hijos.

– Hola. – Steve hizo un gran esfuerzo para hablar con calma.

– Hace mucho que no nos veíamos. ¿Qué es de vuestras vidas? – Dijo ella con calma.

– Somos felices, en gran parte porque vosotros no formáis parte de nuestra vida. – Santana comentó. Ella no tenía la capacidad de control de sus amigos y escupió cada palabra con odio. Ya no era esa niña asustada que huyó de casa de sus padres ni esa joven rota que intentaba rehacer su vida. Ahora era una mujer, una madre, con fuerza y confianza.

– Ya lo veo. – Susurró la mujer. Señaló hacia Will. – Cariño, mira.

El Señor Lopez miró a su nieto y sus ojos se iluminaron. Reconocieron de inmediato el parecido del niño con su madre. Era inconfundible, exactamente igual a Santana cuando tenía tres años pero en chico. Los mismos ojos de un color café intenso, mismo tono de piel, incluso algunos de sus gestos.

– Lo mejor será que sigamos con nuestro camino. Ha sido un auténtico placer. – El señor Lopez dirigió una última mirada a su nieto antes de salir de allí.

Cuando los padres desaparecieron, Steve, Quinn y Santana se miraron.

– ¿Habeis visto lo mismo que yo? – Preguntó la latina.

– Sí, pero sea lo que sea lo que quieran hacer, no lo van a conseguir. Britt y tú sois las madres de Will y no pueden cambiar eso. – La tranquilizó la rubia.

Decidieron seguir con la fiesta en el apartamento Lopez-Pierce. Allí los niños podrían correr y jugar sin que sus madres tuvieran miedo de la cercanía de sus abuelos.

Cuando sus amigos se fueron era ya muy tarde. Tanto que John fue sacado de la casa en brazos de su padre, ya que se había dormido en el sillón abrazado a sus primos. El niño se había dado cuenta de que algo iba mal. A sus nueve años, había cosas que percibía y, fuera lo que fuese lo que había pasado en el parque, les afectaba a ellos.

Brittany levantó a Will en sus brazos para llevarlo a su cama mientras Santana hacía lo mismo con Liz. Dejaron a sus hijos en sus habitaciones y se fueron a refugiar en los brazos de la otra. Encontrarse con los Lopez había arrancado ese sentimiento de paz y tranquilidad que ambas tenían. La rubia dejó escapar una lágrima que rápidamente fue besada por la morena.

– No nos pueden hacer daño. No pueden. Por más que quieran destruir todo, somos más fuertes que ellos. – La latina la tranquilizó.

– ¿Qué problema hay con Will? – Quiso saber la bailarina. Su mujer soltó un suspiro.

– Steve y yo hablamos hace tiempo de la posibilidad de que mis padres volvieran. Liz no se parece en nada a mí. No había “peligro” pero Will... Mis padres han perdido a su única hija y no querrán dejarle su herencia a una lesbiana. Pero si ellos consiguieran criar a Will para ser todo lo que yo no puedo ser...

– ¿Qué crees que pueden hacer? ¿Van a intentar secuestrar a nuestro pequeño? – Quiso saber la ojiazul alarmada.

– No, nunca harían algo ilegal. Podemos estar tranquilas. No creo que haya una manera de que consigan hacer nada.

– Eso espero.

Santana la besó con intensidad. Entendía sus preocupaciones, incluso las compartía, pero no creía que pudieran hacerles nada. Ni sus padres eran tan insensibles. No harían nada ilegal contra ellas. Brittany se abrazó a ella con toda su fuerza, como si la distancia entre ellas pudiera usarse para dañarlas.

– No hemos cerrado la puerta. – Advirtió la morena.

La rubia se levantó y se aseguró de que la puerta estuviera cerrada y que sus hijos no pudieran entrar y ver una escena no apta para ellos. Después corrió a la cama y se acomodó sobre su esposa. Se besaron con pasión y necesidad, entregándose al cuerpo y al alma de la otra con todo. Porque entre ellas hay amor y confianza, pasión y ternura... La mezcla casi perfecta de la pareja casi perfecta. Si algo se acerca a la perfección, son ellas.

Si Quiero Seguir (Brittana girlxgirl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora