Capitulo 24: Sin poder pensar en ellas

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Hace dos años en casa de Paula

No puede dejar de leer las cartas que aquel extraño desconocido le mandaba cada día a su casa. La última le había marcado muy al fondo de ella. ¿De verdad se estaba enamorando de un desconocido, que ni siquiera sabía si tenía su misma edad? A veces el destino hace que Cupido trabaje muy duro con algunas personas. Ya son cinco cartas esa semana. La última le ha parecido la más bonita de todas ellas.

"Si pudiera volar te entregaría una estrella del cielo. Si puediera pescar, te pescaría la Luna, pero tú eres las estrellas en forma de ojos, y la Luna, en forma de labios. He vuelto a soñar contigo. Estabamos en un parque, alejados de la ciudad, alejados de la gente, y nos deciamos cosas bonitas. Entonces, sin venir a cuento, tú me besabas y yo, me dejaba guiar por tí. Pero todo sueño acaba, y al despertarme sonreí porque soñe contigo. Los días pasan y no hay un solo momento que no me acuerde de tí. Estoy pensando en tí. Verdaderamente no puedo vivir sin ti, cómo dice la canción de Mana, (si tienes algún MP3 a mano, te aconsejo que la escuches). 

De tiene la lectura para ponerse unos auriculares y seleccionar en la pista de música la canción de su grupo favorito. Le da al play. Deja que la voz de Mana inunde sus oídos, mientras que con sus ojos sigue la lectura de la carta.

Mi vida no tiene sentido, si tú no formas parte de este pgroyecto. Siempre he dicho que en esta historia de dos, hemos escrito el principio, pero no el final. Eres el faro que mi vida necesita para guiarme en un mundo lleno de cambios de viento que me hacen imposible navegar hasta tí. Eres la isla ansiada por el pirata, eres el tesoro por el que muchos corsarios matarían por conseguirte. Tú has echo en mí un corazón dispuesto a entregartelo, dartelo y protegerte todos los días de mi vida. En estos últimos días, no he parado de leer "Canciones Para Paula" y también "¿Sabes que te quiero?" y mientras leía me he acordado de  tí, de lo que sería de nuestra historia de amor. Quiero compartir mi corazón contigo, quiero entregarte la Luna, las estrellas, porque te amo. Buenas noches Princesa, soñaré contigo de nuevo."

Paula mira las estrellas y sonrie. ¿Quién era aquel chico, que ni si quiere pone una foto suya en el WhappApps? ¿Quién era aquella persona que le enviaba esas cartas tan llenas de amor, cuya esencia le hacían enamorarse alguien, que pare ella le parecía lejano y cercano a la vez. Quiere responder al quien le escribe esas cartas, pero ni siquere pone dirección, ni remitente. Ella vuelve a mirar hacía arriba y mira claramente su sonrisa reflejada en el espejo, mientras que la canción de Maná se desvanece. Las cartas las tiene guardadas en una carpeta especial, sólo hay cinco, pero no duda en que habrá más cartas en pocas semanas que le alegren todos los días. Desea concoer a ese chico tan peculiar. 

Un día, en el que Nacho y Paula están sentados en el parque 

Ricardo está descentrado, pensando en cómo seguir con la historia. Está enfadado consigo mismo, por haber recibido la llamada de Noelia en la que le decia que no podía quedar con él porque tenía que representar una obra de teatro.

- ¿Por donde empiezo? -se pregunta en voz alta a si mismo -¡Dios! No sé me ocurren ideas...

Se levanta, coge un paquete de tabaco, y saca del bolsillo del pantalón el mechero. Para poder tranquilizarse siempre fuma. No era un abusador del tabaco pero le ayudaba a tranquilizarse. Podía estar dos meses sin fumar, y después volver a fumar, pra poder estar otros dos o tres meses sin fumar. Según decía "El tabaco parecía llevar todas las ideas que plasmaba en el libro" Abre la ventana y se vuelve a sentar. Coge un cenicero y deja el tabaco para ver lo que lleva escrito hasta ese momento. 

"La ventana estaba abierta. Alessandro buscaba entre los papeles algo. No lo encontraba. Estaba oscuro, y una pequeña lucecita procedente de su móvil, le hacían perder los nervios y no encontrar lo que se suponía que tenía que encontrar. Rebusca por todos lados. ¡No está! No lo encuentra. Vuelve a bajar al segundo piso, entra en el salón y empieza a rebuscar por los cajones. Tampoco encuentra lo que quiere buscar. Se desespera. Le quedan treinta minutos. Desesperado, lo vuelve a ordenar todo, y deja el cuarto cómo lo había encontrado. Abre la puerta y abandona la casa. Espera a que el ascensor llegue, y nada más abrir la puerta se encuentra con la criatura más bella del mundo. Una adolescente, catorce años, con el pelo largo y bastante liso, con la piel tostada y morena, le miraba con unos ojos verdes. 

- Hola Alessandro -dice la chica saludando a su vecino

- Hola Lara -

Ella sonrie. Él se sonroja.

- ¿Qué te ha pasado? -pregunta mientras que la chica deja ver un rastro de sangre seca por la nariz.

- No es nada, tranquilo. -dice bajando la cabeza

- Puedes confiar en mí, Lara. -

Ella le mira a los ojos. Desde que habían mantenido relaciones intimas, sus padres no sabían nada. Alessandro tenia veintidós años y ella catorce. Cuando se ama a una persona no importa la edad, ni la diferencia que hay entre ambos, importa la intensidad y la calidad de ese sentimiento que había entre ambos. Ella no le aparta los ojos de encima y le abraza. Él acaricia su suave pelo, su liso pelo castaño. La besa en la frente.

- Me han pegado -responde mientras recibe el abrazo de Alessandro

- Ven, pasa a mi casa -responde el chico llamando otra vez en el ascensor. 

Ambos entran cogidos de la mano. Nada más abrir las puertas en el segundo piso, Alessandro saca de su bolsillo las llaves para abrir las puertas. Antes de entrar, deja que Lara entrara primera. Ella le sonrie, y él también. Ambos se querían mucho. Mientras que Alessandro iba encendiendo las luces de la casa, ella se sienta en el sofá esperandole. Cuando está todo listo, le empieza a contar. El joven le deja que sea ella la que le cuente todo lo que le había pasado. Al final su relato, ella se junta a él y le abraza. El chico le devuelve ese abrazo.

- Espera aquí, iré a por betadine y por algo que pueda limpiarte esa herida -

- Gracias -le dice sonriendo

Entra en el cuarto de baño y abre el armarito pequeño que tenía justo en frente. Coge el betadine y un trozo de algodón y se los lleva a Lara. Esta le sonrie. Alessandro le limpia el rastro de sangre que tenía la chica. Hasta que, el roce del brazo de la chica le hace mirarla a los ojos. Poco a poco se van aproximando. Se besan. Primero un beso corto, pero intenso. Lara se acomoda en el sofa, él deja el betadine y el algodon en la mesa y siguen besandose....

Ricardo se detiene. ¿Por qué siempre que escribe se acuerda de Noelia? ¿Acaso no sabía dejar de escribir sin pensar en ella? No quiere seguir leyendo, todo lo que escribe parece tener algún tinte del diablo, pero ¿Y si lo cambia todo? No, no puede, muchos de sus fans se han reconciliado con sus parejas gracias  a sus libros, y otras muchas han dicho que lo habían hecho por primera vez gracias la lectura de sus libros. ¿Por qué el mundo le hacía ver lo dificil que era escribir un libro de esas caracterisitcas? Se echa las manos a la cabeza. Cierra el Word y apaga el cigarro. Decide ver la tele. Y lo que no sabe es que sus historias tendrán algo que ver con su realidad, pero deja que sea la tele quien le haga ver el destino que Cupido le tiene preparado. 

Un Solo Corazón Para Dos VocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora