Capitulo 39: Cosas del pasado, acciones del futuro

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Hace tres años

Mira de nuevo el móvil y se alisa el pelo. Mira a izquierda y derecha. A un lado y al otro de la calle. Ni rastro del escritor. Cruza una pierna con la  otra. Resopla. Mira otra vez su reloj. Se retrasa. Y ya son diez minutos que han pasado desde las seis. Se impacienta. <<Inutil>> piensa. De pronto. Un joven, de diecisiete años, tal vez a punto de cumplir dieciocho, aparece por detrás de ella. Se da cuenta enseguida. Es él. 

- Has tardado -responde escueta la chica

- Perdona me he pasado de la hora hablando con el editor -se lamenta su retraso -pero para compensarte te he comprado algo. 

Y del bolsillo de la chaqueta aparece una rosa. Ella la huele y se sonroja. Al parecer aquel joven no eran tan malo cómo aparentaba ser por Facebook. Ambos empiezan a caminar por la calle. 

- Y cuentame, ¿De qué va tú libro? -pregunta la chica

- Es una historia juvenil romantica. Alessandro es un escritor de veinte años, y Lara, una colegiala de catorce. Ambos se enamoran y viven desengaños, amores, amistades, en fin, todo lo que en una relación siempre aparece -

- ¿Y aparecen los celos? 

- Sí, en menor medida, pero sí, también están los celos en una relación -

- ¿Y cómo son Lara y Alessandro? 

- Lara es atractiva, lleva el pelo rubio, normalmente recogido en una coleta. Rubia, con mechas castañas. Es alegre, divertida, con rasgos infantiles en el rostr. Perspicaz, observadora. Y Alessandro es maduro, atractivo también, con una sonrisa salvaje, los ojos verdes y brillantes, suele llevar el pelo corto, es moreno, y es musculoso -explica el joven

- Vaya, se parece a tí -comenta la chica

- No creo que se me parezca a mí, si lo hubiera hecho por eso, ahora mismo te hubiera dicho otra descripción mucho más alejada de la realidad -pretende explicar el muchacho mientras esperan a que el semaforo vuelva a estar en verde. 

Los dos jovenes caminan hasta llegar a un parque. Entran en él y pasean entre los árboles. Niños y niñas jugaban a diferentes juegos, unos al escondite, otros al pilla-pilla, y otros al "un, dos tres, sin mover las manos ni los pies". Ambos rien. Qué recuerdos llevan al ver a esos niños jugar con los juegos que en su día, ellos jugaron en la calle. Los dos se sientan enfrente de un gran estanque de patos. La chica le sostiene la mirada.

- ¿En qué piensas? -pregunta 

- En nada -responde el muchacho 

- Yo sí 

- ¿En qué estás pensando? 

- En un juego

- Me asustas -

- No es un juego para asustarse. Quiero que desfiles...para mí 

- ¿Cómo? Ni para hablar. Ni de broma 

- Entonces no hay nada

Parece pensarselo mejor y se levanta. Va de un lado para el otro, siempre con la mirada intensa de la chica que le va indicando como tiene que desfilar ante él. Hasta llegado a un punto en el que dice que se pare y que se acerque a ella.

- No está mal. No me has mentido, 1'80; pelo castaño claro, ojos verdes, eres alto, un poco musculoso, no gran cosa, y sí, me mentiste en una sola cosa

- ¿En qué te mentí?

- En que tus ojos brillan -

El chico se sonroja y baja la cabeza. La muchacha se levanta y le da un beso en los labios. Cinco meses de Facebook, de Twitter, de WhappApps, para darse su primer beso. El chico la rodea con sus brazos. Y durante varios minutos dejan que sea Cupido el que haga el trabajo por Morfeo. Cuando se separan se miran y sonrien.

- Por cierto no me dijiste tú verdadero nombre, Escritor -

- ¿No te lo dije nunca? 

- No 

El joven parece dudar. Mira los ojos de la chica y decide revelarselo.

- Ricardo Morris. Ese es mi nombre, Ricardo Morris. Y tu nombre, mira tú por donde, también se me olvido

- ¿Él mió? 

- Sí, el tuyo

- Noelia. Ese es mi nombre 

Un Solo Corazón Para Dos VocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora