Epígolo.

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Sentía una extraña sensación en mi pecho, si no supiera que la provocaba sería fácil confundirla con la emoción. Mi corazón palpitaba con rapidez, se podría decir que seguía el ritmo de la manecilla delgada en el reloj frente a mi, cada segundo mi retumbaba contra mi pecho mas fuerte mientras mi mirada se clavaba en la perilla dorada se la puerta color azabache frente a mi. Exhalaba largas cantidades de aire tan lento que yo misma me sentía sofocada, como si su mano apretara mi cuello tratando de detenerme.

—Solo te necesito aquí conmigo...

Tense mi mandíbula escuchando mis dientes rechinar ante la fuerza que ejercía por los nervios, mi pierna temblaba impaciente. La manecilla se movía cada vez mas rápido, la satisfacción era palpable a mi alrededor de tan solo imaginar mi objetivo realizado. Sonreí ligeramente viendo ambas manecillas empalmarse en el doce dando la bienvenida al 6 de junio del 2019.

—No quiero que me dejes...

Me levanté de inmediato girando la perilla de inmediato.

—Esta cerrado — pronunció el hombre trajeado detrás del escritorio mientras guardaba sus cosas en el maletín sin siquiera voltear a verme.

—¿Sabes qué día es hoy? — las palabras se deslizaron por mis labios tan suave que mi piel se erizo al girar el pestillo de la puerta detrás de mi.

Alzó la mirada mostrando una sonrisa arrogante, — seis de junio, ¿sabes? Tal vez pueda escuchar tu caso justo ahora, — guiñó un ojo, maldito bastardo.

—Bien, — tomé asiento frente al escritorio separando mis piernas ligeramente, una mirada llena de depravación recorrió mi cuerpo, — ¿no sabes quién soy?

—¿Nos hemos visto antes? Tal vez fue una noche, — sonrió caminando frente a mi recargando su peso en el escritorio en medio de mis piernas, — aunque no me molestaría volver a conocerte.

—Si...— la punta de mi tacón se deslizó casi sin tocar por toda su pierna, — pero primero quiero decirte mi nombre, — me levanté rozando su pecho, — ya sabes, un poco de formalidad.

Sonrió mientras negaba.

Bastardo.

—Quiero dejar las formalidades mientras te subo al escritorio y entro entre tus piernas.

Hijo de puta.

Lexy Red, — di la vuelta viendo su sonrisa desvanecerse al igual que su erección, — ¿Me recuerdas, Jhosep?

Se apartó como si yo tuviera la peste "resguardándose" detrás del escritorio.

—Sal de aquí ahora mismo si no quieres que llame a la policía...

—¿Qué les dirás? ¿Que la novia del hombre al que mataste vino a volarte las pelotas? — me crucé de brazos, — idiota.

—Vete antes de que decida dejarte acompañar a tu novio, — amenazó.

—No sabes cuanto me encantaría hacerlo justo ahora, — murmuré mientras tomaba la pistola de mi bolsa, — pero tengo unos cuantos asuntos antes de irme, — una bala impactó su rodilla haciéndolo jadear y caer al suelo, —¿¡Era necesario dispararle?! ¡¿No pudiste simplemente dejar las cosas así?! — tomé impulso dando una patada justo en sus pelotas.

—¡Estaa igual de loca que él!

—¡Ni que lo digas! — reí dando otro disparó directo en la otra pierna, — ¡di que eres una escoria! — jadeo negándose a hablar, una bala mas entrando a la carne de su abdomen.

—¡Soy una escoria! — gritó — ¡detente!

—Un hoyo en tu frente te haría mas atractivo...— acaricié al gatillo dispuesta a tirar de él.

—¡¡No lo hagas!! — golpearon la puerta, — ¡detente! ¡Lexy, detente! — ¿cómo mierda me había encontrado?

—¡¡El lo merece!! — aplasté aún mas sus pelotas bajo mi pie.

—¡La venganza no es buena! — la puerta se sacudía intentado ser abierta.

—¡¿Enserio?! ¡¿Quién lo dice?!

—¡¡Tú no eres como yo!! — limpie la lágrima de mi mejilla.

—Te Extrañaré...

—¡¡Solo callate!! ¡Callate!

Cubrí mis oídos tratando de evitar su voz en mi cabeza, un ardor se apoderó de mi vientre, mire abajo como la sangré salía de mi, el imbécil me había disparado.

—Ya no es tan gracioso, ¿cierto?

Solté un grito tirando del gatillo matando al hombre al instante. Caí al suelo jadeando.

—¡¡No me arrepiento!! ¡No lo hago...! No lo hago...— solloce, —¿cómo sabías que iba a estar aquí?

Yo siempre estoy contigo, — pude ver su sonrisa a través de mi borrosa visión.

—Bastardo...— sonrió.

—Mi amor...— me estremecí al escucharlo, — puedo ver mi reflejo en tus ojos, — susurró, — y no estoy orgulloso.

—No me interesa, el se lo merecía, ¡se lo merecía!

—Ven aquí... — sus brazos me rodearon mientras acariciaba mi cabello, — esta bien, se lo merecía.

Estoy muriendo, — reí, —vamos a estar juntos, ¿no es genial?

—No...— me abrazó mas fuerte, — es increíble.

Su recuerdo dejó un beso en mi mejilla antes de desvanecerse dejándome helada en el suelo viendo a la ventana mientras mi vida se iba poco a poco.

En realidad no tenía razones por las cuales quedarme, no había razón por la que yo quisiera levantarme a coger el teléfono y llamar una ambulancia. Todo lo que amaba estaba del otro lado, el estaba del otro lado y eso era una promesa muy prometedora. Había vengado su nombre, vengado al amor de mi vida.

Poco a poco todo se volvía mas silencioso, más callado. Desde que el se fue todo era así, gris. No había mas razones para quedarme, no las hay. ¡Quiero morirme de una vez! Solo podía ver la sangre extenderse por el suelo. Lo extrañaba cada jodido segundo, hace un año, hace unos minutos, el había muerto en mis brazos, muerto.

Y ahora yo estaba muriendo también.

Recargue mi espalda en el suelo viendo mejor las estrellas. Mis ojos se cerraban, ¿el estará del otro lado?

Eso espero.

Mi amor...

—¡Shawn!

Tomando tu mano para siempre.














Ay dios.

¿Quieren un final alternativo?

Kidnapped [Shawn Mendes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora