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—Puedes dejar tus cosas en el sofá de ahí —dice Yoongi cediéndome el paso a su apartamento.

Realmente era lujoso y amplio. A comparación del mío, este lugar era un palacio.

Camino a través del living y dejo mi mochila en el sofá que me indicó, sacó mi libreta al igual que mis apuntes y observo a Yoongi quien me mira fijamente.

—¿Y tu cubrebocas? —preguntó con su usual tono de desinterés.

Era normal que llamara de su atención al tener un pañuelo de tela haciendo la función de un cubrebocas improvisado. En cuanto salí de casa no tuve cabeza para pensar en tomar mi cubrebocas y llevarlo conmigo al encuentro con Yoongi. Mi única forma de sentirme bien conmigo misma fue improvisar un cubrebocas con un pañuelo de tela que llevaba conmigo a todas partes.

—Lo he olvidado en casa —respondo.

Yoongi sonríe de lado y se cruza de brazos.

—¿Por qué no dejas de usarlo? —preguntó y dió un par de pasos para acercarse a mí.

—No puedo.

—¿No puedes qué? —insistió y ya cerca de mí decidió mirarme con más detenimiento.

—Dejar de usarlo —sentí como me hacía pequeña ante la dura forma de observarme.

No respondió nada y continuó observándome como intentando descifrar algo en mí. No podía explicar cómo es que él me hacía sentir en estos momentos. Tal vez podía ser una mezcla de incomodidad con cierto grado de pánico y nerviosismo.

Intento acercarse más a mí pero no lo permití.

Se mantuvo frente a mí a todo momento y no dejó de observarme, intentando buscar algo y de verdad que no tenía idea de que es lo que buscaba.

—No... —dijo él haciendo una pausa breve—desciendas tu mirada.

Aquello último lo mencionó con cierto grado de timidez en su tono de voz. Además de que sonaba aún más apagado que de costumbre.

Alcé mi mirada e intenté observarle pero fallé en el intento.

—¿Por qué?

—Me hace recordar.

Le miré fijamente como acto reflejo y él sonrió con cierta dificultad para después suspirar y alejarse de mí dirigiéndose al corredor que llevaba a las habitaciones.

Me dejó en su living y yo con toda la incomodidad del mundo me senté en el sofá esperándolo.

Observé con más detalle y suspiré cansada.

A los segundos le escucho regresar y vuelve a posicionarse frente a mí. Le observo con duda al mirarle extenderme un cubrebocas negro.

—Tomalo, puedes llevarlo contigo.

Lo observo asombrada ante tal acto tan... Inusual de su parte. Él se ofrecía a hacerme sentir bien conmigo misma al obsequiarme uno de sus cubrebocas. Tal vez no era algo usual ni significativo pero para mí lo era.

Tomé el cubrebocas y Yoongi se alejó de mí dándome la privacidad que necesitaba para poder colocarme el cubrebocas sin pena alguna. Y así fue. Él se adentró a la habitación que fungía como su estudio y yo permanecí en la sala cambiando aquel pañuelo que cubría mi rostro por el cubrebocas de Yoongi.

Comencé a escuchar a lo lejos como Yoongi tocaba unas notas en su piano y yo mientras me levantaba del sofá y me encaminaba a su estudio.

Me detuve al escuchar como su móvil comenzaba a sonar, la música cesó y su voz era ahora lo que se escuchaba.

—¿Qué? —respondió cortante. Vaya manera que tiene de atender una llamada— Estoy trabajando —dijo él.

Caminé un poco más hasta casi el umbral de la puerta pero me arrepentí y me escondí al recargarme en la pared

—No puedo. ¿Por qué no entiendes? —sonaba molesto— Has lo que quieras, no me interesa... Vete entonces.

¿Qué sucedía? No lo sé pero no parecía agradarle la idea de mantener dicha llamada.

—¡Vete a la mierda! —gritó enfurecido y se escuchó como algo se impactaba contra el piano con brusquedad al escucharse unas notas desafinadas.

No supe como reaccionar. ¿Debía entrar al estudio o darle su espacio? ¿Quedarme o irme?

Tenía miedo..

—¡Eres una zorra! —gritó un hombre con irá y cierta mezcla de tristeza. No podía reconocer donde nos encontrábamos.

— Todo este tiempo fue él ¿Verdad? —insistió.

—No lo digas de esa forma... —decía yo con mi voz que quebrada además sentir un pánico irreconocible. Algo sucedía. Observaba sus manos en el volante de un auto.

Estábamos en un auto.

—¡Respóndeme!

—¡Para por favor! —gritaba histérica.

Aquel hombre me observaba y no podía ver su rostro todo se tornó sombrío.

Volví a la realidad con brusquedad. ¿Qué había sucedido?

Sentí mi pulso cardíaco más elevado de lo normal. Veía borroso y fue cuando me di cuenta que estaba llorando. Limpié mis lágrimas y caminé hasta el sofá para tomar mis cosas e irme. No me sentía en perfectas condiciones para poder trabajar con Yoongi. Y al parecer de igual manera él.

•••

Llegué a casa con cierta inquietud por Jimin. Pero él se había marchado ya.

Suspiré pesadamente y me eché a mi cama. Sabía perfectamente que hoy sería un día largo y de inestabilidad para mí. Tenía cierta pesadez por buscar una solución a mi estado de ánimo.

Quité el cubrebocas negro de mi rostro y cerré mis ojos a la par.

—Todo se derrumba —susurré para mí.

Y el móvil volvió a sonar por quinta vez. Desde que me marché del apartamento de Yoongi sin avisar no he respondido sus llamadas, me imagino lo furioso que ha de estar conmigo ahora. No quería tratar con su humor ahora mismo.

Dejó de sonar mi móvil y nuevamente volvió a sonar.

¿Acaso no se detendría? Y no tuve más remedio que responder.

—¿Sí? —dije temerosa.

—¿¡Dónde mierda estás!? —gritó desde el otro lado de la línea. Efectivamente, estaba furioso.

—No me sentía bien.

—¿Y a mí que me importa? —sonaba realmente molesto— Debiste avisarme.

—Tú... Estabas molesto —hablé nerviosa y esperando una respuesta positiva.

Pero había silencio del otro lado de la llamada. Yoongi había callado por alguna razón.

—Lo siento —su tono de voz cambió—. Tal vez te intimidé de cierta manera.

—Tranquilo, no pasa nada.

—Hay demasiadas cosas ahora mismo que me impiden trabajar con la energía suficiente. Es un desastre.

—De verdad lo siento —le intenté calmar.

—No importa. Otro día continuaremos.

Y así la llamada terminó.

¿Por qué me resultaba tan difícil lidiar con él?

Sugar Melody | SUGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora