23.

91 12 3
                                    

—Yoongi —me nombró Hoseok preocupado al adentrarse a mi habitación—. ¿Estás bien?

—Largate, Hoseok.

—No me iré ahora —dijo firme—. Maldita sea, necesitas ayuda.

—Tú no sabes nada —respondí observándole.

Él se encaminó hasta el marco estrellado con el propósito de tomarlo en sus manos y recoger el desastre de los vidrios rotos que había ocasionado.

Yo me dirijo a mi armario y de éste tomo una muda de ropa limpia, estaba decidido en tomar una ducha, la necesitaba. Pero antes de adentrarme al baño de mi dormitorio, mi móvil comienza a sonar. Hoseok se alarma por momento debido a lo miedoso que llega a ser la mayoría del tiempo.

Tomo el móvil de mi cama y observo la llamada entrante de Grecia. Llega a mí, cierto aire de tranquilidad y atiende la llamada.

—¿Qué quieres? —respondí intentando sonar un tanto amable. No me sentía con mucha energía incluso para mantener una conversación.

—Yoongi, ayúdame, por favor —sollozó al otro lado de la línea.

De alguna extraña forma sentí como algo en mi pecho se contraía dejándome sentir una horrible sensación. ¿Qué mierda la sucedía a esta chica?

—Grecia, tranquila, ¿Qué sucede?

No sé qué está pasando, Yoongi —quebró en llanto.

—¿Dónde estás? —me giro y observo a Hoseok, quién continuaba recogiendo el desastre provocado por mí.

En el parque del centro.

•••

Bajé del auto en cuanto Hoseok aparcó y corrí hasta adentrarme al parque. Buscaba por todas partes en busca un indicio de ella. El parque no era lo suficientemente grande pero me tomaría tiempo encontrarla si me encontraba aún más desesperado.

A decir verdad no entendía el motivo de mi desesperación. Sólo nacía en mí la necesidad de encontrar a esta pobre chica que rogaba de mi ayuda, no podía defraudarla, no debía.

Corrí con más velocidad evadiendo a las pocas personas que llegaban a toparse en mi camino. Comenzaba a sentirme frustrado al no poder hacer más que correr y mirar con detenimiento a mi alrededor.

—Maldita sea, ¿Dónde estás?

Bufé con cierto enfado al sentirme inútil debido a que no podía encontrarla en ninguna parte. ¿Dónde estás Grecia?

Tomé mi móvil y comencé a llamarle. Sonaba una, dos, tres y más veces y nadie atendía a la llamada. Insistí llamando nuevamente y volví a hacerlo hasta que a la cuarta llamada responden.

—Grecia, ¡Maldita sea! ¿Dónde estás?

—Te equivocaste de llamada, bro —respondió una voz gruesa.

Aparte el móvil y me cercioré de haber llamado correctamente, así fue.

—¿Quién mierda eres tú? ¡¿Dónde está Grecia!? —grité provocando que una y otra persona observara a mi alrededor.

—Tranquilo, sólo fue un rasguño.

Y la llamada terminó.

Maldije con furia y por un momento desee lanzar mi móvil lejos de mí pero me controlé, tomé mis cabellos en puño y comencé a observar a mi alrededor. Las personas me observaban con extrañeza y realmente a mí me importaba poco, tenía que encontrar a Grecia ahora mismo.

A lo lejos, escuché como arribaba una ambulancia con su característica alarma. Algo en mí me decía que debía seguir el sonido. Observé a mi alrededor y bajé mis brazos intentando estabilizarme. Debía correr. El sonido provenía a mi derecha.

Corrí con más rapidez aún y a lo lejos observé cómo un par de paramédicos descendían de la ambulancia y corrían a una dirección y por impulso les seguí.

A lo lejos visualice de espaldas a una señora que sostenía un cuerpo tumbado en el suelo. Algo en mi pecho se removió y me causó terror al imaginar de quién pudiese tratarse.

—Grecia —susurré y corrí aún más rápido al observar como la dejaban en el suelo y comenzaban a maniobrar para subirla a la camilla—. ¡Grecia! —grité acercándome hasta ella pero uno de los paramédicos me detuvo— Mierda, ¿Qué sucedió?

—La apuñalaron en el pecho —susurró una señora, la misma que tenía a Grecia entre sus brazos hace unos momentos—. Le robaron sus cosas, forcejeó y la hirieron.

¡Hijos de puta!

Fue ese desgraciado que respondió su móvil hace unos momentos. Fue él.

—No puede ser —me aparté rendido a punto de colapsar.

¿Por qué me sentía así por esta chica?

Que hermoso es ver su apoyo en cada capítulo. De verdad que se los agradezco de corazón. 

Sugar Melody | SUGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora