Capítulo IX

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By Bill

Ya había pasado una semana desde el accidente y todos seguían sin decirme nada, sin contarme la verdad. Mi padre lo sabe, pero también me lo mantiene oculto. No he querido insistir porque quiero tratar de entenderlos, pero no puedo. Mi madre logró despertar ese mismo día, pero muchas horas después; los médicos le hicieron exámentes de orina y radiografías, otras cosas que no entiendo. Examinaron la sensibilidad de sus piernas y lo que nos temimos nos golpeó duro. Quedó sin movilidad y sensibilidad en ellas, aún sigue hospitalizada por la herida de bala; en dos semanas más podrá salir de ahí. En esta semana Diego y yo la hemos ido a ver un día si y uno no ya que tenemos que seguir yendo a estudiar.

Dolores está con ella día y noche al igual que mi padre. Él ahora trabaja desde la habitación del hospital. Yo iba a hacer lo mismo, pero mi madre no aceptó, dijo que no podía descuidar los estudios.

En la universidad no me he topado con Gustav, ni con Tom; quisiera verles para agradecerles. Es irónico, antes no quería topármelos y ahora lo deseo. Será incómodo porque no puedo odiarle después de esto ¿Y si él es el Tom Trümper con el que tengo que…? Me despabilo antes de que me empiece a imaginar cosas. Si me hubiera enterado antes del accidente, lo hubiera rechazado con toda mi alma, pero ahora estoy más que confundido. No quiero hacerlo, pero tal vez no es tan malo si es él. ¿De qué hablas, Bill Kaulitz? No seas imbécil, mejor saco esos pensamientos, además no sabemos si es él.

Es temprano y decidí irme caminando a la Universidad. No quise molestar a Carlos; cuando llegué a casa a descansar luego de que pude ver a mi madre, él también tenía varias heridas, pero nada grave.

Entro a clase, tomo mi asiento y saco el libro de la materia correspondiente para comenzar la rutina tediosa. Así pasé el día, y a la hora de almuerzo quise ir a buscar la facultad de Gustav, pero no sabía dónde quedaba, por eso le mandé un mensaje a Georg para que viniera por mí a la hora de salida y fuéramos a buscarlos, quería agradecerles y no dejaría pasar un día más.

Escuché el sonido del timbre que nos indicaba nuestra salida y rápidamente guardé mis cosas, al salir Georg ya estaba esperándome fuera de la clase. Salimos de mi edificio y comenzamos a caminar hacia el de Administración, donde se encontraba Tom, solo esperaba que no se hubieran ido ya.

—¿Por qué quieres ir a ese edificio? —pregunta nada sutíl.

—Ya lo sabes. —Giro a verlo con unos ojos de obviedad. No es posible que no lo sepa.

—A ver, Bill. Sí, te ayudó bastante, pero por favor. Es el idiota del bar. ¿No se suponía que eran enemigos? —pregunta arqueando ambas cejas.

—¿Cómo crees que lo voy a odiar después de lo que hizo? Deja de ser tan insensible, Georg —pido cansado. Ya no quiero hablar de esto.

—Bueno, tienes razón. Ya no estés tan deprimido. —Me sonríe muy cálido y me hace sentir cómodo. Por algo es mi mejor amigo. Asiento y le devuelvo la sonrisa, pero esa sonrisa salió forzada, sin ganas de nada, ocultándome.

Pero no puedo solo estar bien y ya, todo lo que acaba de pasar me ha golpeado duro, todos mis ánimos se fueron en picada. Siento como que no tuviera energías para nada más, ahora me cuesta sonreír, bromear, levantar mi cabeza en alto al caminar.

Llegamos al edificio y las personas salen y entran de el, trato de ver todos los rostros por si encuentro a alguno de los dos, pero no encuentro a nadie. Me paro de puntitas y entrecierro los ojos como si así pudiera ver de lejos.

—¡Bill!. —Escucho que gritan a lo lejos, no sé de donde proviene y muevo mi cabeza de un lado a otro buscando el emisor de esa voz. De un momento a otro siento que alguien se me lanza desde atrás casi dejándome sin aire—. Vaya amigo, que sorpresa.

Te amaré por siempre (Twc NR)Where stories live. Discover now