014

1.3K 155 31
                                    

—¿Qué sucede, Doyeon? —dijo Ong al estacionar el auto dentro del edificio en donde Hyeri y yo nos quedábamos.—Estás sin decir alguna palabra desde que salimos de la universidad. ¿Alguien te dijo algo?

—No, solo me siento mal. —mentí. Desvié mi mirada.

No podía decir alguna mentira sin no mirar a los ojos de la persona.

Ong agarró mi mano y empezó a acariciarla sin quitar su mirada de mí, mientras yo lo miré por primera vez desde que subí al auto.

—No me estás mintiendo, ¿verdad?

—Claro que no, Seongwoo.

Qué clase de persona es Seongwoo que puede sospechar esta pequeña mentira. Ah, él estuvo enamorado de mí por casi 4 años, me debe de conocer bien.

—No me digas Seongwoo. Suena tan formal. ¿Quién llama a su enamorado por su nombre? Incluso me llamas por mi apellido. —reclamó indignado  mientras apoyaba su cabeza en el respaldo del asiento.

—¿Cómo quieres que te llame?—sonreí.

—¿Cómo llamabas a Daniel?

Amor.

—No lo menciones.

—Lo siento. —bajó su mirada y besó mi mano que se encontraba entrelazado con sus dedos. —Nunca más mencionó a ese idiota, Doyeon.

—Dime Doyeon, solo así.

—Qué aburrida eres. A mí llámame príncipe o rey.

—Jamás, te diré mendigo.

Río y yo me acerqué más a él para quedar cara a cara. El siguió riendo hasta que se dio cuenta del lugar en que me encontraba yo. Esta vez no fui yo la que inició el beso, Ong por primera vez no se quedó como una estatua. Cerré mis ojos y me dejé llevar por él. Bueno, solo tocó mis labios y él no movía sus labios. Sonreí por lo tierno que resultaba mi enamorado. Seongwoo acariciaba mi rostro con una de sus manos, una y otra vez.

—Estoy muy enamorado de ti. —dijo entre aquel tímido beso.

Abrí los ojos y me separé de él. Ong se mostró asustado quizás pensó haberlo arruinado. Yo solo lo miré sorprendida por sus últimas palabras. Estoy muy segura que este chico posee más que un gusto hacia mí.
Yo solo le puedo dar la mitad de todo lo que él me podría dar.

—No debí decir eso, ¿cierto? —desvío su mirada rápidamente — Lo siento, Doyeon. Estoy siendo muy rápido. Recuerda que yo estuve enamorado de ti por 4 años y, y siempre esperé por esto.

Sonreí y me abalancé dándole un abrazo para depositarle un beso en los labios, uno rápido y corto. Lo miré a los ojos, él quitó esa cara de susto y sonrió mostrándome todos sus dientes.

—Deja que esto sea lento, por favor. Acabo de terminar una relación, es un poco difícil para mí.

—Lo que usted diga, princesa.

Comencé a escribir esa tétrica tarea de Ética en la laptop, odio, odio ese curso. Odio todos los cursos. Por qué debería saber sobre... Ni si quiera sé lo que debo saber. Escuché como sonó y vibró mi celular en la mesa. Un mensaje nuevo. Cogí el celular y vi que había recibido un pequeño corto mensaje de el número desconocido. Me paré al instante al leer el mensaje con la boca abierta y quizás con mis ojos que estaban apunto de salirse.

Número desconocido
Estoy abajo. Ven

Qué demonios. El único número desconocido que tengo es el de él. Qué hace acá y abajo. Empecé a tener miedo y entrar en pánico. Tranquila, Doyeon. Inhala, exhala. Es solo un  chico. AH, POR DIOS, KANG DANIEL NO ES SOLO UN CHICO. Todos los sabemos.

Agarré una casaca y salí con aquel short tan cómodo, pensé cambiarme, pero me apresuré al ver el segundo mensaje.

Número desconocido
No tengo todo el
tiempo del mundo.

Qué quiere este chico. Por qué me busca cuando yo ya me encuentro tranquila en una nueva relación con Ong. Sentía mucho más miedo cada vez que el ascensor se acercaba al primer piso. Corrí y abrí la puerta principal  del edificio con fuerza con temor de que se haya ido y al final no conocer a lo que me vino a buscar.

Él se encontraba apoyado al poste y tenía sus brazos cruzados. Levantó su rostro por completo al verme parada en el umbral de la puerta aún sin poder creer verlo ahí. Primero que todo, primero que nada, cómo demonios sabe en dónde vivo.

Vi como sus labios pronunciaron mi nombre en un susurro. Dijo Doyeon. Nos miramos por unos segundos y como tan acostumbrado estaba, él empezó a caminar hacia mí.

—Mantente lejos de mí. —alcé mi brazo. —No te acerques y no pases de esa línea. —señalé la única línea que vi en la calle del vecindario.

Una distancia prudente para no correr riesgos. Primer antídoto contra Daniel, cumplido.

Al ver que no hablaba y solo se me quedaba viendo con aquella mirada seria y tal vez triste. Traté de iniciar la conversación sin sentir ya algún sentimiento.

—¿A qué has venido?

Bajé mi brazo y alcé mis cejas mostrando enfado en mi rostro. Ya me cansaba de todo lo que estaba haciendo Daniel. Él me ignoro por un mes completo cuando estábamos juntos. Qué le pasa ahora que viene a buscarme y hasta se atreve a tocarme mostrando algún cariño que pensé tenía perdido hacia mí.

—Doyeon, yo.

Dudó en seguir, lo noté al ver como dejaba de mirarme para ver el piso de la calle.

—Déjame en paz, por favor. Tú me engañaste, tú, tú, tú te acostaste con otra mujer mientras yo aún te amaba más que a nadie. Eras mi enamorado.

Sentí que las lágrimas amenazaban en caer. Cerré los ojos y las contuve; apreté mis puños. Al abrir los ojos, Daniel había pasado la línea y  no respetó nada de lo que le dije.

Él estaba llorando.

Estaba llorando como nunca antes, como esa vez que lo vi en el auto. No me gritaba, no me decía nada. Solo lloraba mientras tenía los ojos cerrados. Las lágrimas caían y caían.

No llores, basta. Por favor, deja de llorar.

—Doyeon, yo lo siento mucho. —decía entre sollozos. —Doyeon. —tomó aire para seguir hablando. —Yo lo siento tanto.

Abrió los ojos por completo y empezó a respirar detenidamente para tranquilizarse.

—¿Qué? —solté indignada. — ¿Qué demonios  te pasa? —dije casi gritando mientras se limpiaba él las lágrimas. —Tú no tienes ningún derecho. —lo señalé con mi dedo índice con odio, rabia.—No te atrevas Daniel. No te atrevas.

Ahora yo lloraba. Hablaba casi gritando. No sé si lloraba de rabia o...simplemente no sé.

—Idiota.

Volteé y empecé a caminar hacia mi departamento. Pude sentir a Daniel aún llorando.

No volteé, porque él no podía saber que yo también me encontraba llorando.

Más que ayer.  »KangDanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora