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Doyeon

segundo año de enamorados con Daniel


Daniel se encontraba de viaje con sus padres, el lugar quedaba a dos horas de Seoul, bueno de mi casa. Era San Valentín y mi enamorado tuvo que irse de viaje a toda prisa con su padres, entonces no tendríamos una cita ese año. Se disculpó más de 5 veces en mensajes de texto y de voz, al leer escuchar y leer cada uno solo me hacía reír. Era solo un día más, la verdad. Pero no, él siempre fue el chico que respetaba todos los 14 de febrero; tenía presente nuestro día 100 o 200, siempre. Era un chico romántico o muy enamorado. Siempre preferí creer el último; no, siempre fue eso.

No le tomaba mucha importancia a ese tipo de cosas, no como Hyeri. Ese año ella se encontraba saliendo con su segundo enamorado, me refregaba en el cara sus regalos de San Valentín y los planes que tenían. Vivir este tipo de días en la escuela era vivir como un festival, las chicas venían más arregladas que nunca y no había nadie que se quedará sin chocolate. Eso creían. Hyeri y yo nos mandábamos chocolates desde primer año, y cuando ella tenía enamorado y yo no, eso no paraba. Siempre tuve mi admirador secreto y fue ella.

Esa noche estaba en mi habitación haciendo la tarea cuando recibí un mensaje de Daniel: mira por la  ventana. Miré pensando que habría visto una estrella fugaz y él quisiera que la vea. A él le gustaban ese tipo de cosas. Estaba preparada para pedir mi deseo, pero no era eso. Vi a Daniel regalándome una sonrisa desde una manta de cuadros en el patio trasero de mi casa. Me llevé mis manos a la boca y dejé escapar un grito. No lo podía creer. Entonces me puse las zapatillas y salí corriendo de mi casa tratando de no hacer ruido alguno. ¿Ruido? Creo haber gritado hace unos segundos, verifiqué el cuarto de mis padres para comprobar si habían seguido con su sueño profundo. La misión era salir sin despertar a mi padre, porque mi madre deseaba que tenga mi primer enamorado desde siempre. Pero mi padre.... Con decir que en mi primera cita, cuando tenía 14, tuvo una charla previa de una hora con Jun. Nunca lo volví a ver. No quiero pensar qué me pasaría si se entera que estoy saliendo a las 10 de la noche para verme con alguien; no, a mí no me pasaría nada, a Daniel sí.

Casi tropiezo al bajar las escaleras a oscuras. Di un salto cuando llegué a la manta que se encontraba en mi patio y él me atrapó en un abrazo.

—¡No puedo creer que estés aquí! —no podía dejar de abrazarlo.

—Es San Valentín, Kim Doyeon, esto es importante.

—¿Pero tus padres?

—Vine corriendo cuando se arreglaron las cosas.

Lo vi y pude notar que era mentira. Cuando mentía Daniel era tan obvio, pero ignoré eso y le di un corto beso en sus labios.

— Acuéstate. —estiró las piernas en la manta para echarse y yo también lo hice recostando todo de mí en su pecho mientras él acariciaba mi cabello con su mano.

—Me encanta, me encanta todo.

—Me encantas tú.

—En serio, yo veía este tipo de frases en las parejas y solo quería vomitar.

—Vomita encima mío y terminamos. —reí y golpeé su pecho.

Era perfecto todo, la noche se veía llena de estrellas y estábamos bajo una luna llena. Veía a Daniel de vez en cuando, me empezó a contar la historia de las estrellas fugaces. Me gustaba escucharlo y verlo, solo verlo. A veces parece que notaba mi mirada y me regalaba un beso en la frente cada vez que cruzaba miradas conmigo. Daniel terminó de contar la historia y nos quedamos adivinando la forma que tenían las estrellas al unirlas.

—Un infinito. —señaló. —Nosotros somos un infinito, nuestra relación es uno.

—Espero que sí. —dije y Daniel me miró mal.

Me contradijo reclamando que nunca íbamos a terminar. Nos quedamos de esa manera casi toda la noche. Cuando empecé a quedarme dormida, Daniel me mandó a mi habitación. Recuerdo que lo último que me dijo fue que no despertara a mi padre, yo le respondí con un yo también te quiero y salí corriendo enojada.
Idiota, le preocupaba mi papá más que yo.

Esa noche dormí con una sonrisa, pensando en Daniel y yo. No sé cómo hacía para que yo lo quisiera cada más. ¿Eso era posible? Con todo ello, yo solo quería que nosotros seamos un infinito.

No lo logramos. 
Ese fue nuestro penúltimo San Valentín juntos.

Más que ayer.  »KangDanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora