XXVI

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Javier

Quiero que algunos de ustedes me mate, por favor.

—¡¿Qué mierda pasó anoche?!—Desperté y grité al sorprenderme por la escena en la que me encontraba.

—¿A-Ah...? No grites...me duele la cabeza—Un perezoso y con resaca Leo se levantó poco a poco.

—¿Qué no grite? ¡Cómo quieres que no grite si estoy en una habitación que no conozco, esposado y lo peor...esposado a ti!—Desesperado me levanté y Leo dejó salir un quejido por el jalón que recibió.

Shhh. Baja la voz un poco -Puso su dedo en mis labios- Estás en mi casa no debajo de un puente—Como si fuera lo más normal miró la esposa en su mano y suspiró después de mirar hacia una puerta en la habitación, la cual supuse que era el baño.

—No, no y no. ¡Te aguantas!


(...)

—¡Muy bien perras, es hora de levantarse y sacar sus traseros de mi casa!—Gritó Leo al llegar a la sala y ver a todo el equipo de fútbol como un desastre en el suelo. Todos ebrios.

—¿Señor Vejete...?—Dije burlón al ver al "entrenador" dormido en la mesa del comedor boca arriba y sin camisa, con su gran barriga pintada con una cara desfigurada y un pene dibujado en su frente, rodeado de botellas de licor vacías.

Todo el equipo se quejo y se removieron para seguir durmiendo. Leo, aun con malestar después de tomar unas pastillas, se fue (nos fuimos) a la cocina por una jarra con agua del refrigerador y con un cucharón empezó a mojar a todos como si fuera un cura echando agua bendita.

—¡Maldición, muy fría!

—¡Puto...!

—¡Que te den en...!

—¿Qué es lo que dicen? Miren este desastre que han dejado en mi casa.

—Pero si tú fuiste el que empezó todo—Dijo uno de sus compañeros que no lo maldijo.

—Esperen. ¿Qué es lo que ha pasado?—Fruncí mi ceño al tener la mente borrosa y también tener malestares como estos idiotas.

—¿No recuerdas nada?—Soltó una sonrisa burlona un pelirrojo, cuyo nombre no sé, en realidad no conozco a ninguno.

—Te me declaraste y al estar loco de amor por mi, me llevaste a mi habitación y me esposaste. Fuiste muy salvaje, no conocía esa faceta de ti...—Simulaba pena e inocencia.

Toda mi cara estaba roja, pero no de la vergüenza. Ya estaba emputado. Al fondo escuchaba risas y comentarios burlones. Me enfurecí más y lo tomé del cuello de su camisa.

—Dices otra mentira mierdosa como esa y te juro que te pateare toda tu cara—Todos se callaron y me miró fijo unos segundos pero en menos de un segundo unió nuestros labios.

Estaba estático, sorprendido, con la mente en blanco, ¿qué estaba pasando? Sentía una presión sobre mis labios y luego una lengua húmeda que los delineaba. Unos sonidos en el fondo me sacan del trance y ahora siento mi cara más caliente y mis manos temblar.


(...)

—Señorito Leo, cómo el inofensivo, viejo y flojo perro de la casa le pudo haber hecho esto—Decía la Nana de Leo mientras trataba las heridas que tenía en la cara el nombrado.

Me miró "disimuladamente" y lo ignoré mientras comía uno de los emparedados que los había preparado la Nana.

—Seguro le habrá hecho algo que lo enfureciera MUCHO—Dije sin sentir nada de culpa por ser el causante de todos los moretones que tenía.

¿Un Chico En Mi Vida? |ChicoxChico||Yaoi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora