|Brandon Westenberg|

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Advertencia; Smut algo/muy malo

La música sonaba al tope, haciendo vibrar el lugar completo, los dj's saltaban al ritmo de la mezcla. Algunas personas bailaban, mientras que yo iba por un trago a la barra.

– Un Bacardi 151, por favor– Pedí al chico que estaba ahí.

– ¿Una chica intensa, eh?–Escuché a mi lado. 

Me giré y lo vi era un chico moreno ruloso mirándome con una sonrisa, se la devolví débilmente.

  – No está tan fuerte– El camarero me dio el pedido mientras le pagaba.

– Claro que está fuerte, recuerdo una vez que lo tomé y al día siguiente no recordaba quien era– Soltó una risa a la que me uní.

– ¿Muy fuerte para tí, eh? ¿Qué tomarás?– Giré la silla quedando hacia el. 

  – Un Ron Stroh 80– Se dirigió al camarero.

Levanté la ceja, ese estaba mucho más fuerte que el Bacardi que aún no me tomaba. 

– Chico intenso, salud– Dije cuando recibió su pedido, extendí mi brazo para que chocara su vaso con el mio.

Lo hizo, sonreí para después tomármelo de un trago algo lento. 

  – ¿Quieres bailar? – Me atreví a decir cuando sonó una canción conocida para mí.

No respondió, simplemente se levantó y tomó mi mano guiándome a la pista de baile. Se movía bien, y estaba muy cerca, eso me gustaba.

No iba a desperdiciar la oportunidad de estar con él, me pegué más, moviendo mis caderas al ritmo de la música. 

– ¿Qué tal si vamos a una habitación? – Susurró en mi oído, sonreí coquetamente y asentí.

Jaló mi brazo, caminabamos entre la multitud de gente pegada. Hasta que salimos del salón. Me hizo caminar hasta un carro negro muy lindo, nos subimos y comenzó a conducir.

– Chica intensa – Me llamó pero no voltee.

Llegamos hasta una casa grande y sofisticada a la vista. Subimos las escaleras casi corriendo, teníamos tanta prisa o tanta calentura que al cerrar la puerta comenzamos a besarnos desesperadamente.

Mi cuerpo se pegaba al suyo, lo deseaba a gritos. Quité su polera y bajé el cierre de su cinturón, de una vez y mientras el se lo terminaba de quitar me deshice de mi blusa y mi sostén.

Sus besos fueron bajando de mi boca a mi pecho, mientras me revolvía de placer, este chico era realmente bueno y aún no haciamos nada.

Por fin los dos estabámos desnudos, me miró con una sonrisa para después entrar en mí. Jalé las sábanas con mis manos disfrutando del momento.

Después de una hora ambos caímos rendidos. Todo había estado muy bueno. Ahora estaba recargada en su pecho, aún desnudos, trazando circulos con mi dedo en su abdomen musculoso.

– Oh, por cierto soy Brandon – Dijo riendo.

– Katlyn – Reí.
   

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