Capitulo 34

770 32 1
                                    

Entramos a la casa y yo no puedo creer lo hermosa que es por dentro.
Es muy grande, Julián se esforzó de verdad.
Está amueblada pero no mucho. Frunzo el ceño.

- No compré todo porque quería que lo hagamos juntos - me explica cómo si leyera mis pensamientos. Yo solo le sonrío.

Subimos las escaleras y nos encontramos con un montón de puertas. Empiezo a abrir todas. En una había una habitación, una demasiado grande y con un baño privado.

- Esta desde ya te aviso que es nuestra habitación - le digo. Me sonríe.

- Ya sabía que me ibas a decir eso - me agarra la nariz - Sos igual a mí - Reímos, aunque yo no le encuentro la gracia al chiste.

Después seguimos recorriendo y nos encontramos con otra que es de tamaño mediano. Me empiezo a imaginar a Lucas y a Franco jugando dentro de unos años juntos.

- Te estás imaginando a nuestros hijos, ¿no? - me abraza por atrás y apoya su barbilla en mí hombro derecho.

-Si, ¿Cómo sabes? - le acaricio la cara.

- Se te nota, te brillan los ojitos - me dice sonriendo.

- Te amo, lo sabes ¿no? - me giro para estar frente a frente.

- Obvio que lo sé - nos besamos, pero tenemos que separarnos por un llanto. Lo alejo de mí y bajo corriendo las escaleras para encontrarme a Lucas en los brazos de mí mamá llorando. Se me parte el corazón.

- Damelo - le ordeno. Me hace caso y cuando lo tengo en mis brazos le empiezo a cantar, pero bajito. Al ratito se duerme.

- Vas a tener que utilizar esas tácticas de ahora en adelante - susurra Titi para no despertarlo.

- Que suerte que no despertó a Franco - Apenas termino de decir eso mí otro hijo se pone a llorar - Julián, tené a Lucas - él me hace caso y yo voy a buscar a Franco.

- Shh, mamá está acá, shhh, ya está, ya está - no para de llorar por nada. - Lo voy a llevar arriba así no despierta a Lucas.

Subo con él las escaleras, hasta llegar a mi pieza. Ahí ya tenemos las dos cunas así que lo empiezo a amacar en mis brazos hasta que queda dormidito. Lo acuesto con sumo cuidado y me adelanto a la puerta.

Cuando estoy por salir escucho que un vidrio de esa misma habitación se rompe, me doy vuelta en un milisegundo y sin pensarlo dos veces voy a agarrar a Franco para sacarlo de ahí. Apenas lo tengo en mis brazos una piedra cae en la cuna con tanta fuerza que rompe la madera.

Pego un grito horrorizada al imaginarme a mí hijo lastimado y salgo de la habitación en cuestión de segundos. Bajo las escaleras corriendo y llego al living donde están todos.

- ¿Qué paso? ¿Están bien? ¿Qué fue ese ruido? - me pregunta alterado Julián.

- Un vidrio se rompió en la habitación - le digo como puedo por el llanto.

- ¿Cómo?

- Alguien tiro una piedra - trago saliva - Julián, la piedra iba directo a la cuna donde estaba Franco - la cara de todos se desfigura apenas termino de decir eso.

Mí viejo y Óscar suben a ver mientras yo trato de tranquilizarme con la ayuda de Julián. Lucas está en los brazos de mí mamá, todavía dormido, sin sentir nada.

Me cuesta unos segundos reaccionar cuando me doy cuenta que todavía tengo a Franco en mis brazos, lo separo de mí pecho y él esta mirándome con sus hermosos ojitos, iguales a los del padre.

- Ni se dio cuenta - me dice Juli riendo.

-Lucas tampoco - le beso la cabecita y él se ríe - Tiene tu sonrisa.

- Pero por suerte tiene tu nariz - todos nos reímos, el ambiente empieza a destensarse un poco hasta que mí viejo y Óscar vuelven a bajar.

- La piedra iba a dirigida a Franco - dice mí viejo de una y yo casi me atraganto con mí propia saliva.

- ¡¿Qué?! - grito desesperada.

- La tiraron desde un árbol que está enfrente de su ventana, lo deben de haber hecho con algún aparato para tener tanta precisión - lo sigue Óscar.

- ¿Qué vamos a hacer? - logro preguntar.

-Primero, vas a calmarte - me dice mí hermana - Y después llamar a la policía - todos asentimos pero no decimos nada.

- Ori, amor - lo miro - Todo va a estar bien, no voy a dejar que nadie los lastime - me da un beso.

- La policía viene en camino - nos avisa mamá.

- Yo voy a traer las cunas para acá, así ponemos a los bebés y los vigilamos - dice Julián y mí suegro lo acompaña. Entre los dos las bajan y apoyamos a los bebés ahí.

A los veinte minutos llega la policía y me empiezan a interrogar. Les cuento lo que paso con lujo de detalles y me dicen que van a investigar y ver las cámaras de seguridad.

Mientras uno se pone a hablar con Julián, mí celular empieza a sonar. Todos me miran.

- ¿Quién es? - me pregunta uno.

- Número desconocido - le respondo.

- Preparen todo - les ordena a los demás.

- ¿Atiendo? - le pregunto.

- Solo cuando yo te diga - ponen unas máquinas en la sala y unas cosas más y me dicen - Ahora.

Lo hago.

- Ya tenías que involucrar a la policía, ¿no? - me dice una voz rara, distorsionada, del otro lado.

- ¿Quién sos? - le digo con miedo.

- Mamita, yo cumplo mis promesas. Si mal no recuerdo te prometí hacerte la vida un infierno, prometí matarte y matar a tus seres queridos en frente tuyo - hay un silencio - Prometí matar a tus hijos.

Y entonces todo me cae como un baldazo de agua fría.

Hay una sola persona que me dijo eso en toda mí vida.

Una persona que me hizo la vida imposible durante seis meses.

Solo una.

Marcos.

InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora