13.

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YoonGi despertó arrugando la naríz al sentir la luz del día golpear su rostro, gruñó al estirarse en las sabanas y bostezó con pereza girando su cuerpo aventando su brazo al otro lado de la cama, esperando encontrar el cuerpo de castaño. Pero no estaba.

—¿Jimin?– preguntó volteando su rostro detrás de el, notando que el espacio estaba vacío y había un vaso con jugo y pan tostado en una pequeña mesita de ese lado de la cama. Jimin no había preparado eso, había sido YoonSoo.

Aventó molesto las sabanas de ensima de su cuerpo, se levantó con el seño fruncido e hizo una mueca de disgusto con sus labios.

«Le molestaba no encontrarlo en la cama»

Se dirigió hacia su ropero, sacando una pijama de seda color rosa, colocandosela en pocos minutos y bajar las escaleras hacia él primer piso con un rostro no muy amigable, encontrandose a YoonSoo colocando los cubiertos en la mesa del centro. Esta volteó a mirarle mostrandole una agradable sonrisa, que desapareció casi al instante al sentir la oscura mirada y su mal humor del rubio sobre ella.

—YoonSoo...¿Por qué estás trabajando? ¿Jimin no está?– la mensionada ladeó la cabeza confundida, era muy raro que el pálido le preguntase por Jimin tan de mal humor.

—Joven Min, Jimin regresará en un rato. Su madre lo mandó a recoger a la señorita Hyeon del aeropuerto en lo Que ella iba a la empresa con su padre.– YoonGi frunció el entrecejo confundido, ¿Hyeon? ¿Aeropuerto? —Será mejor que se aliste sino quiere que su novia lo encuentre en pijama, joven Min.

—¿Hace cuanto se fué Jimin, YoonSoo?–apretó los puños molesto, intentando no perder la pasciencia.

—No lo sé joven, Min. Cuando llegué, Jimin ya había echo todo en la mansión, excepto su desayuno. Me dejó una nota pidiendome que se lo preparara y me dejó esto.–sacó de su delantal una pequeña carta, tomó una de las manos del pálido y se la entregó.—Me pidió que se la entregara...

YoonGi dió media vuelta y subió a su habitación con la nota entre sus manos y miles de pensamientos que le indicaban que algo andaba mal, sin embargo le tranquilizaba saber que Jimin le había dejado una carta, antes de irse y talvez la razón de la carta, era que le iba a recompensar por dejarlo abandonado y no aver preparado su desayuno.

«Me encanta tu comida...»
Sonrió al imaginarse la cara de preocupación del castaño por intentar hacer todas las tareas para obedecer una orden de su madre.

—¿Que estás planeando mamá?– se preguntó torciendo su boca. Entró a su habitación, sentandose en la esquina de su cama mientras con su pulgar miraba la carta –aun no abierta– que Jimin le había dejado, decidido a abrirla de una vez por todas. Despegó la pequeña comisura y la caligrafia tan conocida por YoonGi apareció en el papel color vino, que de alguna manera le hizo fruncir el seño y sentirse más confundido.

No era la caligrafia de Jimin...Era de su madre y mientras más líneas leía, su corazón latía con más rabia tratando de leer por completo toda la carta sin salir corriendo como un total desquiciado. Solo...corrió a la habitación del castaño, notando que no había nada, absolutamente ya nada de él dentro de esa habitación, y lo intentó, intentó controlarse...

«Pero cuando se trataba de Jimin, no podía hacerlo la mayoría de las veces.»

(...)

Hyeon miraba con ojos de asco y superioridad a Jimin, quien parecía aver pérdido su alma al ver a la señorita Hyeon y a la señora Min sentadas juntas en una mesa bastante alejada de las demás en un restaurante serca del aeropuerto. El imaginaba que se trataba de una visita de algún familiar de la familia Min, que –como le había ordenado la señora Min– era solo de ir al restaurante a recoger a el familiar e irse para estar junto a YoonGi, que se había quedado dormido después de lo que le había dicho.

«Mayordomo» [Y•M] 🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora