Capítulo Dos.

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Elissa Nualart.

Alex va conduciendo su volvo último modelo. Dentro de él vamos: Tamara, dos chicos y una chica —que desconozco por completo— y yo. Parecemos sardinas dentro de una lata, pero es el precio que debemos pagar por hacer que Alex nos lleve a la fiesta.

Tamara me eligió mi ropa y no me quedó ningún remedio más que aceptarla.

Traigo un short de mezclilla, una blusa suelta de tirantes negra que dice "Fuck You" , y no podían faltar mis converse blancas favoritas. Mi cabello ondulado —y rebelde— estaba suelto, pero tuve que atarlo en un moño improvisado, por culpa del calor que ahora mismo se palpa en el auto.

Mi mejor amiga, por otro lado, lleva puesto un short negro de mezclilla con rasgaduras, una blusa rosa palo y sus vans negros.

También me obligó a maquillarme, cosa que yo no quería. Porque de todos modos el maquillaje va a desaparecer de nuestros rostros. Pero Tamara es tan insistente que tuve que rendirme y decirle que sí.

Después de veinte minutos —totalmente largos— en este infierno de coche, Alex se detiene detrás de un convertible amarillo. El en improvisado estacionamiento, hay una enorme fila de automóviles estacionados. Supongo tendremos que caminar desde aquí para llegar a la fiesta.

—Lo siento chicos, pero vamos a tener que caminar a la fiesta —anuncia Alex.

Todos comenzamos a caminar detrás de él.

La fila sí que es larga, hasta ahora creo hemos pasado más de sesenta coches y aún no encontramos la maldita fiesta. Genial.

—Oye hermano, ¿no nos hemos perdido? —Pregunta uno de los chicos.

Es alto, fornido y está ligeramente bronceado.

—No, vamos en la dirección correcta. Seguramente ya casi llegamos —dice y resopla.

Continuamos con nuestro trayecto hasta que escuchamos la música a todo volumen. Damos unos cuantos pasos más y la bodega se asoma. Es demasiado grande. En ella fácil caben como mil personas, y hasta sobra espacio.

Al menos no estaremos todos amontonados.

Miro a Tamara y ella también me mira al mismo tiempo y esboza una sonrisita. Estoy completamente segura de que quiere gritar de euforia, pero se contiene porque Alex está aquí.

—Hey, nos vemos al rato Alex. Nos llamas cuando ya quieras irte, ¿vale? —Anuncia Tam.

Ni siquiera se espera a que Alex responda, porque se gira y me jala con ella en dirección a la bodega.

Corremos riéndonos a carcajadas. Mi cabello ya se ha soltado porque hemos corrido. Ambas continuamos con nuestro trayecto, tomadas de las manos, hasta llegar a la entrada. En ella hay un tipo vestido de negro; está rapado y tiene algunos tatuajes en su cuello, provocando que su aspecto sea el de un tipo rudo. Está cuidando la entrada.

En cuanto llegamos a él, quita la cadena, permitiéndonos la entrada, y nos asiente, sonriéndonos. Le devolvemos la sonrisa y con emoción, nos adentramos a la fiesta.

Esto está a reventar de gente. Hay muchísimos chicos y chicas bailando, bebiendo y fumando.

—Ven Elissa, vamos por un trago para relajarnos —propone y, en respuesta, le sonrío.

Pasamos por la gente que baila y con sus caderas —y cuerpos—, nos empujan. Pero es algo que no nos importa. Así que pasamos de todos ellos, rozándolos o chocando.

Por fin llegamos a la barra y un chico de tez morena con el cabello rizado —muy guapo, por cierto— nos atiende.

—¿Qué les sirvo? —Nos pregunta y esboza una media sonrisa.

Atracción Peligrosa. |PAUSADA|EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora