Narra Camila.
Despues de que la perra arrastrada de Samantha hiciera que sacaran a mi amiga de clases, Martina volvió, pero la perra no. Menos mal.
-¿Qué pasó?- digo sería mientras me acerco a ella.
-La expulsaron por tres días y a mi me toca estar castigada una hora después de clases- se sienta en medio de Samuel y yo.
-Esa perra... le voy a partir hasta la madre- digo furiosa.
-No es necesario Camila, no quiero darle importancia- dice mi amiga con un aire de tranquilidad.
Si, bravo, ella bien tranquila y yo queriendo sacarle los ojos con sus propios dedos a la enferma mal nacida de Samantha.
-Martina tiene razón- dice Samuel tomando nota de lo que la profesora habla.
-Claro, al menos estás libre de castigo- digo imitando la acción de Samuel.
-No, en realidad tengo que venir una ho- corto sus palabras con mi dedo sobre su boca.
-Calla, eso nunca lo tienen en cuenta, si vienes o no, solo vienes el primer dia y todo bien- digo sonriendo ampliamente.
-Como sea- dice para copiar lo que yo anoté.
A la hora de la salida, Martina se queda en el salón. Yo busco como loca a Samantha, de esta no se salva la perra esa. La veo en el parqueadero con una amiga.
-¡Samantha!- no solo llamó la atención de ella que me gira a ver, si no la de los que estaban a mi alrededor, sin embargo ella no se mueve de su sitio.
-¡Si tu! Perra arrastrada- digo señalandola- ¿te da miedo venir? Yo que juraba que a las zorras como tu no les daba miedo nada.
Ella se dirige hacia mí y estampa su mano en mejilla generando un "ohh" entre la multitud. Con agilidad sacando mis clases de Taekwondo al aire, le tomo las dos muñecas y se las junto tomándolas con mi mano.
-¿Pero que has hecho niña?- digo sorprendida.
-Deja de hablar así, o...
-¿O qué?- la interrumpo- ¿Hablaras con tu papi? ¿Me golpearas? Ah, verdad que no puedes, llevas un pequeño bulto de huesos allí dentro- tocó su barriga con la punta de mi dedo.
-¡No me toques!- chilla mientras trata de safarse de mi para golpearme de nuevo, pero no lo logra.
-No- le doy una cachetada- me-vuelvas-a-tocar-imbecil- le doy una cachetada por cada palabra, ella ya empezaba a llorar.
-¿Que quieres?- dice secando sus lágrimas.
-No quiero pelear, primero le hará daño a tu bebé- susurros se escuchan por todas partes- solo quiero dejarte claro que, si te vuelves a meter más con mi amiga, te la verás conmigo. No quieres que haga que toda la ciudad se entere de que eres una roba novios. Maldita perra arrastrada. Claro, como Jacob nunca te prestó atención, tu cerebro de rata...
-Callate por favor- dice sosteniendo sus libros con nerviosismo.
-Decia, que tu cerebro de rata, solo pudo procesar una solución para eso: ¿Samantha que tal si te dejas embarazar y así lo amarras para siempre? Claro eso hiciste- empezaba a llorar- tu más que nadie tienes el papel de ¡A-RRAS-TRA-DA!
Samantha trato de tomarme de el cabello pero nuevamente se lo impedí, cuando estaba a punto de darle un puño un grito me detuvo.
-¡Camila!- Jacob me empuja fuertemente haciéndome tambalear- ¿Qué demonios pasa contigo?.
-Oh pero que envidia, la pareja feliz- digo riendo sin gracia- solo le dejaba en claro a la perra está que no vale la pena.
-Esto no se queda así- me señala furioso- te pasaste.
-Corre idiota, ve y follala, es lo único que sabes hacer- digo riéndome hasta que Samuel me toma de la muñeca y me lleva a unas cuadras después de el colegio. Nos sentamos en una acera.
-Está vez pasaste tus límites, la chica está embarazada- niega con la cabeza.
Yo saco un cigarrillo.
-Joder, esa chica es una perra, Martina no merece esto- miro su expresión.
-Tampoco merece estar en boca de todo el instituto por tu culpa- dice ya enojado- ¿Que tienes Camila? En realidad ¿Con quién es tu enojo?.
-¡Con Jacob! Joder ese idiota, le di a mi amiga para que la amara no para que le hiciera semejante daño. No sabes lo duro que es ver a tu amiga llorando y absorta de la realidad por culpa de un imbécil-digo botando el humo.
-¿Por qué no quieres decirme lo que pasa en realidad?- su pregunta me sorprende.
-¡No! Todo está bien- me levanto ya harta de esto.
-Estabas cambiando Camila, pero vuelves a ser la misma desorientada de antes- su enojo me enojaba.
-¡Samuel! No te vayas, lo siento, vale- digo pero él no da señal de que quiera escucharme
Se suponía que tenía que apoyarme y decirme que todo estaría bien, luego me preguntaría que si hay otra razón, yo le diría que sí y me desahogaria sobre todo lo que me está pasando.
Se suponía que no me dejaría con un cigarrillo en mano hablando sola. Se suponia. En sí fue mi culpa. Que bipolar soy, primero no quiero hablar con nadie, luego quiero que me escuchen, joder. Dentro de mi toda esta situación en vez de dolerme solo me causa gracia.
Me regreso al instituto a sacar mi auto pero una voz me detiene.
-¡Camila!- mierda, quiero salir corriendo pero sé que será peor- estás castigada desde ya, por el resto de la semana, una hora después de clases. Ven, entra.
Entonces me devuelvo con resignación para el salón. Lo bueno, tendré tiempo para hablar con mi amiga, lo malo, tendré que hablar con otros pendejos.
-¿Camila pero qué parte de "no quiero darle importancia" no entendiste?- dice Martina riendo.
-Yo no la quería golpear, ella empezó- mi amiga quedó sorprendida- esa tonta ni quiere a la rata que lleva dentro.
-¿Que le has hecho?- dice nerviosa.
-Solo le devolví su cachetada- me encojo de hombros.
-¿Ja... Jacob no te detuvo?- dice con su voz temblorosa.
-Si, justo antes de que le diera un puño.
Así paso la siguiente hora, hablando de bobadas sin importancia. Un par de regaños por hablar tanto y ya.
Esto sería eterno.
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¿Qué tal la actitud de Camila?
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Tan perfecta (TP#1)
Teen FictionElla era la chica perfecta. Literal. La mejor alumna, buena hija, tenía a el novio soñado, de familia acomodada, atlética, buena líder, buena amiga. En fin, todo lo que tenga que ver con ella era perfecto. Muy linda historia. Pero detrás de tanta c...