Capitulo 11.

26 2 0
                                    

Narra Jacob.

Caminaba lejos de todo ese alborote. Ahorraba con fuerza de la muñeca a Samantha.

-¡Jacob ya!- dice y se suelta con brusquedad de mi agarre.

-¿No entiendes que estás embarazada? ¿Cómo se te ocurre seguirle la pelea a Camila? Ese bebé que llevas adentro también es mio, y tienes que cuidarlo- digo mirándola fijamente.

-Tu odias a este bebé, ¿Por qué de repente te preocupas por él?- ya me estaba cansado de sus lágrimas de mosca muerta.

-A el bebé no lo odio, a la que odio es a ti- digo sin una pizca de remordimiento.

-¡Joder! ¿Por qué? Si yo te amo- solo seguía llorando.

-¡Estás loca! Preguntas porque, descarada. Si has arruinado mi vida por completo, me has amarrado a ti para toda mi puta vida- digo ya con la frustración a tope.

-Si tanto me odias porque no me dejas y ya.

-No es tan fácil- susurro- si por mí fuera ya me hubiera ido lejos con la chica que de verdad amo.

-¡Claro! Tu, Martina, la pareja perfecta, causando envidia por todas las partes de el instituto- dice ahora sacando garras- todos sabían que solo la querías para sexo.

Eso fue la gota. La maldita gota que rebosó el paso.

-¡Jamás en mi vida, había odiado tanto a alguien como a ti! Espero nunca más verte, en cuanto tengas a mi bebé, te largas, no quiero saber de ti- me doy la vuelta y la dejo atrás.

-¡Joder que voy abortar a tu maldito hijo! Vuelve aquí Jacob, juro que si te vas, aborto al bebé- eso me dió escalofríos pero no me dejaría manipular de ella.

No hacia otra cosa que insultarme y gritar mi nombre. ¿Cuál era su jodido problema?. Iba por la vida dañando otras vidas y ya, seguro era eso.

Empiezo a patear todo lo que encuentro en mi camino, hasta llegar a mi casa, nuevamente a llorar como un niño. Este fue un día muy jodido. La entrada de Martina junto con Samuel, la pelea de Mar y Samantha, la pelea de Samantha y Camila. Todo fue un día de mierda. Saco la botella que está en mi cajón y la bebo sin piedad. Suelto unos fuertes sollozos y me tomo el cabello con desespero.

-¡Jacob!- era mi madre- hijo por favor, no caigas. No quiero recogerte mañana borracho otra vez- dice entre sollozos.

Abre la puerta y se sienta a mi lado mientras me quita la botella de la mano.

-No puedo más mamá- ella me abraza y llora junto conmigo.

-Oh cariño, claro que puedes- me abraza con fuerza.

-No mamá no puedo. Sin Martina no lo lograré, la vida está mal, no me quiero casar con Samantha- digo esta vez en súplica.

Su silencio me mortifica. Sé que no está en manos de ella. Para la sociedad lo correcto será que ella y yo nos casamos, a la mierda la sociedad.

-Hijo, lo mejor es que ese bebé tenga un buen hogar en donde crecer- dice mi madre ya más calmada- cuando lo tengas entre tus brazos vas a entenderme, y así buscarás lo mejor para él o ella.

-En estos momentos estaría saltando de la dicha si ese bebé fuera de Martina mamá. Pero ella me odia- digo sin más.

-No lo creo, no se puede dejar de amar tan rápido si el amor fue verdadero- sus palabras me alivian el corazón.

-Juro que no quería acostarme con Samantha, yo no quería hacerle daño a Martina, yo la amo- mis palabras se quiebran.

-Lo sé, iré por comida, tengo entendido que no has comido bien hace mucho- dice dándome un casto beso.

Luego de que dejara mi comida en la mesita de noche, la comí con gusto, era verdad no estaba comiendo nada bien. Eso no me favorecía para mis entrenamientos de fútbol.

Más tarde tomo mi celular y leo los mensajes.

Samantha: ¿Puedes venir por mí?
Samantha: te lo pido, hazme ese favor.
Samantha: Lo siento, no quería hacerlo.
Samantha: estoy en la clínica materno-infantil.

Salto de mi cama con el corazón en la mano. Esto no podía ser cierto. No tenía muchas ganas de que ese bebé llegara al mundo, pero en realidad el no tiene la culpa de que su padre sea un descuidado y su madre una bandida en crecimiento.

El camino a la clínica era largo, pero mis nervios hicieron que mi forma de manejar fuera de infarto. Allí estaba ella, sentada en la acera frente a la clínica. Sus ojos estaban hinchados y rojos, se le veía débil, cuando su mirada se cruzó con la mía por primera vez sentí pena por ella.

Me baje de el auto a toda prisa y corri a ella, la tomé por los hombros y la sacudi esperando una respuesta ella solo incrementaba su llanto.

-¿Por Dios Samantha que has hecho? Dime qué mi bebé sigue con vida- el desespero se apoderó de mí.

-¡Si, joder, si! No fui capaz. Solo quería librarte de esto. No puedo seguir con la culpa de arruinarte la vida. Yo solo pensé que en algún momento te ibas a encariñar conmigo, veo que no es posible- dijo todo esto entre lágrimas.

Algo que nunca pensé que haría, ocurrió, la abrace y deje que se desahogara. Pudo haber arruinado mi vida, pero no se merece tanto dolor.

-Bien, sube al auto.

La lleve a mi casa y la deje dormir, últimamente todos tenían cara de nunca haber dormido en su vida. La vi tan tranquila y lo único que quería era tocar su panza. Se suponía que allí estaría mi hijo/hija. Ella empezó a moverse con incomodidad hasta que despierta nuevamente.

-No quería despertarte. ¿Quieres que te traiga algo? No sé, una pastilla, comida...- no merecía mi buen trato pero era la madre de mi hijo y tenía que hacerlo.

-Gracias, debo irme- no me opuse a sus palabras y la lleve hasta la puerta.

Allí me miró con incomodidad y algo de pena.

-¿Sabes? Nunca quise que me odias tanto, de verdad me arrepiento de haberlo hecho. Pero eso no estaba en mis manos...

-¿Que quieres decir con que no estaba en tus manos?- ella evade mi mirada.

-Mi madre... Tengo que irme.

Sin más se da la vuelta y me deja con la intriga. Miles de dudas quedaron en mi cabeza que iba maquinando posibles cosas que pudo haber hecho la señora Evans.

Tan perfecta (TP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora