Capitulo 12.

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Narra Martina.

Por lo menos tres meses han pasado desde que me castigaron. La panza de Samantha empieza a notarse, y la mirada de Jacob sigue siendo igual de penetrante. Lo bueno es que las vacaciones de mitad de año ya han llegado y solo nos queda disfrutar.

Ahora mismo estoy de camino a la casa de playa de mi padre. Pero sin él. Voy con Samuel, Matt, Camila y mi madre.

-Señora Johnson- dice Samuel que va a mi lado- ¿Trajo los flotadores?

-¡Samuel!- dice mi madre indignada- deja de decirme "señora Johnson" hace mucho dejé de serlo, además ya debes de dejar la formalidad conmigo, eres como un hijo al igual que Cami, dígame Carlotta. Y si traje los flotadores.

-Vale.

-Owns soy como una hija para tu madre, ¡Dijo que me amaba más que a ti!- dice Camila emocionada y todos reímos.

-No es cierto- hago pucheros.

-¿Quieren hablar de injusticia?- todas nos quedamos expectantes a que pendejada dirá Samuel- que yo el más corpulento entre los cinco me tenga que hacer en medio de ustedes dos que sólo hacen una cosa y es apachurrarme en medio.

-Por la misma razón te pusimos acá, eres una linda almohada humana- digo acariciando sus grandes brazos.

-Ya basta- dice soltando el agarre de Camila a un lado y el mío de el otro.

En ningún momento Matt opinó ya que se quedó dormido apenas y se subió al auto.

El camino en realidad no fue tan largo. Pero si llegamos cansados, los brincos y habladurías de Samuel era algo que durante un viaje, cansaba mucho. Nos acomodamos en la casa, la cual recordaba muy bien. Solía venir a jugar con Matt acá, eran bastantes los lugares en los que podía esconderme siendo tan diminuta.

Solo ocupamos tres cuartos. Uno para mí madre, los chicos en uno y Camí y yo en otro. Al rato ya estabamos listos para ir a la playa, bueno, a eso se viene a una casa de playa ¿No?.

-¡Camila! Baja o te dejamos!- digo en la parte baja de las escaleras.

-¡Joder, que ya bajo!- dice Camila mientras aparece por las escaleras con una salida de baño al igual que yo y mi madre, con un bikini debajo.

-¡Carajo, que no digan groserías dentro de la casa!- dice mi madre desde la entrada.

-¡Buena coherencia tía!- dice Matt al lado de Camí.

-¡Dejen de gritar, maldición!- dice Samuel a mi lado.

-¡Samuel! Esa boca- dice mi madre dándole un manotazo en el hombro.

Al fin, salimos, llegamos a la playa, que en realidad quedaba en frente de la casa. No había mucha gente, este era como el lado virgen de la playa. Solo quienes poseían casa acá rondaban la zona.

Camí se fue a jugar con Matt y Samuel, mientras mi madre y yo tomábamos el sol.

-¿Cómo es la convivencia con Lucía?- dice mi madre de repente.

-Bien, es una mujer dulce, supongo, nunca hemos tenido algún incoveniente-digo sin darle importancia.

-Vale...- se notaba nerviosa- he conocido a un hombre.

Casi me atragantó con el agua de coco.

-Eso... eso está bien mamá, me alegro por ti- digo realmente sorprendida, mamá no tenía una relación desde que se dejó con papá, hace unos tres años- ¿Hace cuánto? Quiero que me lo cuentes todo.

-Se llama Bob, hace unos tres meses nos conocimos...

-Vale ¿Por qué hasta ahora lo dices?

-Tu y Jacob... en eso estabas muy mal y no quería restregarse mi alegría en la cara. Es un buen tipo, de mi edad, detallista... dice que quiere conocerte.

-Está bien, un fin de semana voy al pueblo, hace mucho no voy- digo tratando de calcular el tiempo que me he ausentado de ese bello lugar.

En realidad iba cada vez que podía. Pero el colegio se empezó a poner pesado y solo iba en vacaciones por un rato. Cuando mis padres se separaron, yo tenía catorce años, mi padre conoció a Lucía y se fue de el pueblo, que en realidad no es tan pequeño y escondido; mi madre por otro lado, siguió trabajando en su empresa de diseño gráfico: luego mi madre decidió que yo debía irme con mi padre, ya saben, en la ciudad hay mejores posibilidades. No terminaron mal, solo que después de casi diesiciete años las cosas que empezaron mal, no darán mucho resultado.

-¡Martina! Tienes que venir a bañarte- dice Samuel a orilla de el mar con los brazos cruzados.

Su cabello estaba todo mojado y despeinado, andaba con su bañador, dejando ver sus fuertes brazos y su marcado abdomen. Es realmente guapo, pero es mi amigo.

-¡Hoy no!- digo tratando de que note mi seriedad.

Corre hasta donde estoy y temo por mi cuerpo seco.  Sin más, me toma como si fuera un bulto de papas y me lleva hasta el mar. Yo pataleo y le gritó para que me suelte, pero es una acción inútil, no creo que sea capaz de ganarle en fuerza a sus grandes brazos.

-Joder, no puedes mirarme así y salir ilesa- dice entre risas, poco a poco se adentra junto conmigo, esta vez me carga como si fuera un bebé y me tira al agua.

Cómo puedo salgo a flote y empiezo a hecharle agua en su cara.

-Ya basta, Martina- ríe y luego imita mi acción.

-Joder, eres insoportable- me toma de la cadera y me carga hasta hundirme.

-¡Me vas a ahogar!- digo pero aún así río.

-¡Un tiburón!- grita y sale corriendo hacia la playa- corre Martina.

-Carajo, no me dejes sola, ¡SAMUEL!- digo corriendo hacia la orilla.

Cuando llegó, Samuel estalla de la risa, maldito.

-¡Eres un maldito enfermo de mierda!- grito y me tiro sobre él para luego caer en la arena.

Le doy puños en su pecho y brazos pero el solo ríe de mí intento de matarlo. Un Flash ciega mi vista. Mi madre estaba tomando fotos todo este momento.

-Se ven tan tiernos- dice mi madre- cuando estén viejos y vean estas fotos me lo van a agradecer.

Vale, está escena se veía mal, yo estaba encima de Samuel. Pero a la mierda, es mi mejor amigo, no es cosa de el otro mundo.

-¿Te cansaste?- dice y yo niego con la cabeza varias veces y sigo golpeándolo.

Tan perfecta (TP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora