2/7 - Perdonarnos

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—Mírala, qué mona está durmiendo. Parece un angelito.

—Ya, despierta es un demonio —una risa suave y en un susurro.

—Qué idiota eres.

Beth frunció el ceño. ¿Estaban aquellas voces en su habitación? Abrió un ojo y se sobresaltó al ver la cara de Emma a centímetros de la suya. Izan, con las manos en los bolsillos, estaba tras ella y a su lado Hugo. Alarmada, se levantó de inmediato y les miró confundida.

—¿Qué... qué está pasando? —balbuceó.

—Buenos días, dormilona —comentó Emma, con una amplia sonrisa.

—¿Qué estáis haciendo en mi habitación? ¿Qué hora es?

—Parece como si se hubiese despertado de un viaje en el tiempo —dijo Hugo, con una sonrisa divertida.

—Hemos venido a buscarte para comer, ya son las dos y media.

—¿Las dos y media? —exclamó Beth, poniéndose alerta. La noche anterior Carlos le había mandado un mensaje diciéndole que por la tarde tenía una reunión así que le llamaría por la mañana —. ¿Dónde está mi teléfono? —gruñó, rebuscando en todos los cajones de la mesita de noche. Emma se agachó y recogió algo de la alfombra.

—¿Te refieres a este?

—¡Sí! —exclamó, abalanzándose sobre ella. Emma sonrió, pícara, y escondió el móvil a sus espaldas —. ¡Emma!

—¿Por qué tienes tantas ganas de usar tu teléfono tan de repente? ¿Qué es lo que no me has contado, hermanita?

—Emma, por favor. Lo necesito ahora.

—Seguro que tienes algún tipo de negocio secreto... ¿No estarás en la mafia inglesa? Sabía que no tenía que dejarte marchar sola.

—¡Emma! —chilló Beth, perdiendo la paciencia y tratando de arrebatarle el teléfono. Ante el alboroto, la madre asomó la cabeza a la puerta de la habitación.

—Niñas, ¿qué está pasando aquí?

—Emma no quiere darme mi teléfono —acusó Beth, como hacía cuando eran pequeñas.

—Emma, dale el teléfono a tu hermana. Querrá llamar a su novio —su madre sabía lo del mensaje y todo lo referente a Carlos. La noche anterior habían tenido una charla de confidencias.

—¿Novio? —repitió Emma, confundida. Beth aprovechó la distracción para recuperar su teléfono. Cuando lo desbloqueó, tenía dos llamadas perdidas de Carlos y un mensaje.

Te llamé varias veces, pero no me cogiste. Seguro que te quedaste dormida hasta el mediodía, dormilona. No pasa nada, ya hablaremos mañana. Te quiero.

Beth sonrió casi sin querer y se apresuró a responderle.

¿Cómo lo sabías? Me quedé dormida. Lo siento mucho. Mucho mucho mucho. Suerte con tu reunión, lo vas a bordar. Yo también te quiero.

Emma la miró con una inquisitiva ceja alzada.

—¿Desde cuándo tienes novio?

—Desde hace dos años.

—¿Y en dos años no se te ocurrió decirme nada? —exclamó, indignada —. No me lo puedo creer. Ya no me cuentas nada. Vámonos antes de que haga algo de lo que me arrepienta —recitó, saliendo dramáticamente por la puerta —. ¡Esperamos abajo a que te vistas! —exclamó Emma, ya a mitad de las escaleras.

Beth cerró la puerta y se cambió de ropa. No era plan salir con el pijama de Mickey Mouse. Aunque así era como había conocido a Carlos. Su traje de fiesta. 

El mejor amigo de mi hermana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora