2/11 - Deambular

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Beth suspiró profundamente. Estaba en el lugar secreto de Hugo que no era tan secreto porque le había dicho hace poco de su existencia y de vez en cuando llevaba allí alguna que otra chica. Supuso que ahora sólo querría llevar a Eliana. Una pena que, según él había dicho, no le gustase la naturaleza. Al parecer era alérgica a casi todo, excepto a él. Beth se rió de su propio pensamiento y miró al cielo mientras se abrazaba a sí misma. La noche era ya cerrada y una fina brisa le revolvía el pelo. Como aquella vez frente al restaurante de Izan, quiso desaparecer. O, a lo mejor, solo volver a ser una niña. Recordaba su infancia como un lugar de felicidad, donde la mayor preocupación era lavarse los dientes todos los días. Ahora, tenía tantas cosas que hacer, todas ellas difíciles, que desearía volver allí, donde nada era muy importante y la vida parecía fácil.

Bajó la mirada y vio frente a ella las luces de la ciudad, como luciérnagas coloreando el paisaje, casi como si estuviesen dibujando un mapa. Por fin había encontrado un camino, pero parecía demasiado cobarde como para seguirlo.

Cogió su teléfono móvil y casi deseó no tener cobertura, pero allí estaban todas las rayas, indicándole que, extrañamente, aquel lugar era perfecto para las tecnologías. Volvió a suspirar, se armó de valor y pulsó en el botón de llamar.

Línea ocupada.

Quizás fuese una señal del universo que intentaba decirle que en realidad aquello no era lo correcto.

Volvió a llamar.

Mientras comunicaba, empezó a pensar en cómo había ocurrido todo con Carlos. Cómo se conocieron estando ella en pijama. El primer beso, suave y colocando una mano sobre una de sus mejillas como si quisiese acunarla como algo preciado. El primer San Valentín que se pasaron viendo películas de Hugh Grant. La primera noche juntos, romántica y pasional a partes iguales. El primer "te quiero" que él susurró en su oído una mañana al despertarse. Todas las veces que se lo dijeron después y como, casi sin querer, fueron dejando que perdiese significado. Aunque se querían.

Al final, había sido alguien de paso cuando parecía un para siempre. Nunca puedes saber con certeza quien se quedará y quien no, pero, mientras, puedes disfrutas de realizar un curso intensivo sobre una persona esperando que sea la información que necesitarás siempre.

—¿Beth? —parecía sorprendido, pero, por encima de todo, cansado. Ella pensó que a lo mejor no era el momento más oportuno, pero no podía posponerlo más.

—Tengo que hablar contigo.

—¿Por qué estás tan seria? ¿Pasó algo malo?

—He estado pensando. En nosotros —se hizo un silencio. Los dos sabían ya qué era lo que iba a pasar.

—O me vas a proponer matrimonio o vas a romper conmigo, y ojalá fuese lo primero, pero suena a que será lo segundo porque si fuese bueno, no sería tan difícil de decir —Beth quiso tirarse de la colina y por un momento, por un efímero momento, deseó querer proponerle matrimonio.

—Te quiero mucho, Carlos.

—¿Pero?

—Pero creo que estoy enamorada de otra persona y creo que siempre lo estuve, pero nunca me di cuenta de ello. Lo siento. Lo siento de verdad —y empezó a llorar en silencio, casi como si no lo estuviese haciendo. Más pareciese que fuese él el que estuviese rompiendo con ella que al revés.

Carlos guardó silencio. Ella se sintió terriblemente mal.

—¿Sigues ahí?

—Sí —dijo, con voz ronca. Se aclaró la garganta antes de seguir hablando —. No voy a decirte que no me molesta ni que no me duele que no sientas eso por mí, pero prefiero que me lo hayas dicho, Beth. Sería peor si hubieses continuado conmigo amando a otra persona. Me sentiría peor. No te tortures, no podemos elegir a quién amamos, así funciona la vida.

El mejor amigo de mi hermana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora