6 - Una invitación inesperada

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—¿Cuánto tiempo piensas quedarte?

—Izan, no seas maleducado —riñó Emma —. Está pasando por un mal momento emocional. 

—Sólo digo que, de seguir así, debería pagarnos una parte del alquiler —Beth frunció el ceño hacia la pantalla de su teléfono móvil y sus ojos se anegaron en lágrimas —. Oye, sólo bromeaba —se apresuró a decir Izan, alarmado. 

—Gabi... —susurró ella. 

—En serio, deja de llorar por ese tío. 

—¡Ese imbécil me ha invitado a su estúpida fiesta de cumpleaños! —exclamó ella de repente, sobresaltando a Izan y Emma. 

Las fiestas de cumpleaños de Gabriel Hernández eran todo un evento, y asistir a ellas un privilegio. Creía que su nacimiento había sido un hito en la historia del universo y celebraba ostentosos jolgorios erótico-festivos donde los invitados debían agradecer a sus padres el haberle traído al mundo. 

—¿Te ha invitado a su cumplefiesta? Hay un maldito desfile de modelos —comentó Izan, ilusionado —. Aunque a mí... no me interesaría ir, por supuesto. ¿Por qué querría ir a una fiesta de Gabriel Hernández? ¡Oh, Dios mío! Seguro que le fastidiaría un huevo que me llevases de acompañante. 

—Ni siquiera quiero ir yo, ¿por qué iba a querer llevarte precisamente a ti? 

—Vale, eso me ha ofendido. Y soy su archienemigo. Soy a la última persona que querría ver en su fiesta. 

—No quiero ir, Izan. Sólo serviría para que me deprimiese todavía más. Con él restregándose contra todas esas modelos. Seguro que ya lo hacía mientras salía conmigo —exclamó, echándose a llorar de nuevo y llevándose una cucharada de helado de chocolate a la boca. 

—Pareces el cliché personificado de una película de Hollywood —comentó Izan apartándole el helado —. ¿Recuerdas lo que te dije, Beth? Abre los ojos. Deja de comer helado. 

—Es una de las pocas cosas buenas de la vida —gruñó ella. 

Shh. Vamos a ponerte guapa, vas a dejar de llorar por todas las esquinas y vamos a fastidiarle el día de su cumpleaños a Gabriel Hernández mientras yo aprovecho para ligarme a una de esas modelos. 

—Suena como si me estuvieses utilizando para llegar a eso último. 

—Me alegro de que sigas siendo tan inteligente como siempre y esa obsesión por Gabriel Hernández no haya servido para secar tu cerebro. Ahora, ¡vamos de compras! — Beth frunció el ceño ante el entusiasmo de Izan. 

Perezosamente, le siguió al exterior y se preparó para vivir la versión más surrealista de su vida. 

[...]

—No me gusta ese escote en ti. Tienes las tetas pequeñas —Beth frunció el ceño y miró a su hermana mayor, quien sentada sobre uno de los sofás contemplaba divertida aquella escena. 

—Recuérdame de nuevo por qué estoy haciendo esto. 

—Venganza. Yo que tú haría ciertos ejercicios de memoria —Izan la contempló con los ojos entrecerrados. 

—En serio, esto no es una buena idea, no quiero ir a... 

—Vamos, Beth, no te ofendas por lo que haya dicho de tus tetas. No hay nada de malo en tenerlas pequeñas. El tamaño no importa. Sólo ciertos privilegiados como yo podemos presumir de él. 

El mejor amigo de mi hermana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora