1. Primeras impresiones

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-Despiértate maricona.

Mimi alzó la cabeza al escuchar la melodiosa voz que venía de detrás de ella, tirando pequeños trozos de papel que se habían enganchado en su pelo. A través de sus ojos entrecerrados pudo ver a su jefa sonreír.

-¿No dormiste bastante anoche, no?

-Lo siento Noemí –murmuró mientras pasaba las manos por sus ojos y se sentaba bien en la silla- Iré a...

-... tomarme una siesta en el sofá y acabaré el artículo más tarde –acabó su frase con un suave asentimiento antes de alejarse de su mesa.

-Gracias –le dijo mientras se iba, a lo que ella respondió con un pulgar hacia arriba en su dirección, recordándole una vez más por qué había tenido tanta suerte de conseguir ese trabajo. La última vez que se quedó dormida en su anterior trabajo le tiraron agua con un dispensador como si fuera un gato que se había comportado mal o una de las múltiples plantas que decoraban el lugar.

Mimi guardó el, para nada acabado, documento que había empezado, no sin antes borrar el montón de letras aleatorias que habían llenado por lo menos treinta páginas cuando había caído dormida encima del teclado. Miró por encima de su normalmente impoluta mesa y vio que había bolitas de papel, al igual que por el suelo. Se giró hacia la mesa de al lado y vio una cara sonriente que la miraba.

-¿Te has divertido? –le sonrió de vuelta, lanzándole una de las bolas. No le dio ni por asomo.

-Empezaba a pensar que acabaría tirándote mi libreta entera y que seguirías sin darte cuenta –bromeó su amigo Juan Antonio- Duermes como una roca ¿sabes? Una te ha dado en toda la frente y ni siquiera te has movido.

Mimi sonrió y empezó a recoger todo el papel.

-Ojalá hubiera estado así anoche.

Tras haber recogido todo fue hacia el contenedor de reciclaje que tenían en la oficina. La papelera negra, exactamente idéntica que la que tenía al lado, tenía un cartel sobre ella en el que se leía "TODO LO QUE SE PUEDA RECICLAR" con un dibujo de un pequeño bosque hecho por Marina. En la otra ponía "EL RESTO DE VUESTRA MIERDA NO RECICLABLE".

-¿Qué ha sido esta vez? –preguntó Juan Antonio mientras seguía a Mimi hasta el sofá.

Las normas de la oficina eran sencillas: ven a tu hora y haz lo que quieras siempre que tengas el trabajo acabado para la fecha que toque. Era imposible pretender que los trabajadores fueran serios cuando había una Play Station conectada a la televisión de la habitación de relax.

-'Sí, cariño, así me gusta' –imitó Mimi con un tono de voz más agudo. Juan Antonio rio junto a ella mientras entraban a su sala preferida- 'Venga, nena, córrete conmigo, nena'.

-Dios mío.

-Créeme, le recé y todo, pero parece que estaba ocupado haciendo otras cosas.

La rubia se lanzó sobre el sofá sin preocuparse por las manchas oscuras que había desde hacía mucho tiempo. Se tumbó sobre su espalda y puso las manos bajo su cabeza antes de clavar la mirada en el techo. Escuchó como su amigo abría la nevera en el otro lado de la habitación.

-¿Y todavía no la conoces? –preguntó Juan Antonio antes de tumbarse en el sillón de enfrente para poder tomarse la cerveza que acababa de coger.

-No –contestó ella.

-Dios.

Mimi cerró los ojos y se encogió de hombros. Las paredes de su apartamento eran de un blanco desteñido, aunque eso le importaba muchísimo menos que el grosor de estas. Tenía la teoría de que las habitaciones en ese edificio estaban construidas simétricamente –que la organización de un apartamento se reflejaba exactamente en el otro- por lo que algunos tenían su baño pegado al baño vecino, igual que con la habitación y el salón. Mimi había tenido la suerte de tener su cuarto pegado al de la pareja vecina que follaba regularmente a un gran volumen. Todavía no había conocido a la chica que hacía poco había alquilado el lugar, a pesar de que llevaba allí tres meses ya. Con lo que sabía, de momento el nombre de su vecina era 'nena'.

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